Ascender uno a uno los escalones de las 103 plantas de Willis Tower, que con sus 442 metros de altura –sin contar las antenas– es el rascacielos más alto no solo de Chicago sino de América, impacta. Pero tampoco es ninguna proeza heróica. ¿O sí?
Lo es, porque Zac Vawter, el protagonista de esta historia, es portador de la primera pierna biónica neurocontrolada. Es decir, él piensa en qué dirección quiere desplazarse y su cerebro envía una señal a su extremidad artificial para que siga la orden mental, con lo que se logra mayor control y flexibilidad en comparación con las prótesis normales. Anteriormente, esta tecnología de neurocontrol se había aplicado en brazos y manos, pero nunca antes en una pierna.
Hace tres años, Zac, de 31 años, sufrió un accidente de moto que le supuso una amputación hasta la rodilla de la pierna derecha. Tras una etapa de adaptación a sus nuevos requerimientos físicos con una prótesis estándar, ha formado parte de una importante investigación dirigida por Instituto de Rehabilitación de Chicago (RIC), probando en su propio cuerpo el funcionamiento y la implantación de una pierna biónica neutrocontrolada durante el último año.
Para su ejecución, utiliza un hardware muy avanzado que almacena datos continuamente en un microprocesador. El trabajo del grupo de investigadores consiste en «enseñar» a este ordenador a interpretar la información procedente de los impulsos eléctricos de los nervios del portador y ejecutar correctamente los movimientos de piernas.
Fines benéficos
Vawter había sido atleta de fondo, así que el reto no se hizo esperar, y no fue un reto cualquiera. Ascender cada uno de los 103 pisos, en un acto con fines benéficos, fue la primera y arriesgada demostración en público de la innovadora prótesis, pues no había garantía de que la extremidad artificial aguantara un esfuerzo de tales características. Sin embargo, Zac tardó 53 minutos y 9 segundos en llegar a lo más alto del mítico rascacielos y admirar el skyline de Chicago como recompensa.
Así contaba la agencia Associated Press esta aventura en la que participaron otras 3.000 personas, recaudando casi un millón de dólares destinados a financiar proyectos de investigación del IRC:
El exitoso desafío de Zac es la prueba de que los recursos en extremidades artificiales avanzan para facilitar la vida de las personas y los logros en este campo, de que la tecnología camina de la mano de la medicina.
Imagen | ABCNews.