Robótica

Integrar la robótica en nuestro cuerpo: ¿qué trucos usa el cerebro?

Los trucos que emplea nuestro cerebro para integrar como propios elementos externos, producto de los avances en robótica, son espectaculares. Y resultan tan "sencillos" a priori como los engaños mentales provocados por las ilusiones ópticas.

Hace casi medio año publicábamos una entrevista a Adrian Done, profesor de IESE Business School, en la que se apuntaban algunas de las tendencias globales en tecnología. Una de las más fascinantes era la introducción en el campo de la medicina de los conocidos como exoesqueletos robóticos, que pretendían revolucionar la neurociencia y los programas de rehabilitación.

RobóticaFruto de los trabajos de I+D+i en este campo, nació Hyper, un robot híbrido que podría ser utilizado por personas con algún tipo de discapacidad o que necesiten ayuda en sus trabajos de rehabilitación.

Y es que los exoesqueletos robóticos, que no son más que grandes armazones metálicos que ayudan a su portador a moverse o a realizar otras funciones como cargar peso, son auténticas maravillas producto de la sinergia entre la robótica, la ingeniería y la medicina.

Sin embargo, a pesar de que los avances en robótica son realmente espectaculares, es importante discernir los trucos que emplea nuestro cerebro para que estos exoesqueletos robóticos se integren no solo de manera física en nuestro cuerpo, sino también a «nivel mental».

La plasticidad cerebral es clave

Un trabajo de investigadores de la Universidad Autónoma de México, publicado en la revista PNAS, trata de responder ahora a estas preguntas sobre robótica y neurociencia. Sus conclusiones se basan en estudiar la representación cerebral de nuestro cuerpo, realizada a través de la percepción del organismo.

En cierta manera, se supo que los trucos que emplea el cerebro son parecidos a los que ocurren con las ilusiones ópticas: nos autoengañamos para integrar dentro de nuestro cuerpo elementos externos que en realidad no forman parte de él. Igual que ocurre con la conocida vieja ilusión de la mano de goma, nuestro cerebro emplea la multipercepción sensorial para «conocer» nuestro cuerpo.

El trabajo realizado por los investigadores mexicanos empleó la realidad virtual para «engañar al cerebro» de monos, y así conocer qué partes de este órgano eran estimuladas en el autoengaño. De esta manera, identificaron dos regiones importantes: el área somatosensorial primaria (S1) y la corteza motora primaria (M1), que tenían un papel clave en la percepción cerebral del cuerpo.

Ambas zonas del cerebro eran claves para que el cerebro pudiera integrar elementos robóticos externos como propios. Y en esta identificación, resultaba también curiosa la importancia de la plasticidad cerebral, descubierta por Ramón y Cajal hace más de un siglo. En otras palabras, podemos trabajar y entrenar a nuestro cerebro para que «fortalezca» los trucos que emplea normalmente, y de esta manera, el uso de exoesqueletos robóticos sea lo más «natural» posible.

Los trabajos en robótica y neurociencia son realmente espectaculares, y pueden ayudarse mutuamente. Estas sinergias, como decíamos antes, provocarán que los resultados de estos proyectos tan innovadores conlleven beneficios indudables en la sociedad. Y es que, como se suele decir, el futuro ya está aquí.

Imágenes | Saad Faruque (Flickr), Steve Jurvetson (Wikimedia)

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