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Snapchat, Instagram y el inevitable fin de su historia

Instagram Stories no para de crecer, y aún tienen un gran margen de crecimiento dentro de la propia red, mientras que Snapchat se ha estancado y es posible que en los próximos meses comience a perder usuarios, algo de lo que ni Spectacles le salvará.

Durante años, Snapchat ha sido una red que, sobre todo en Estados Unidos, y más recientemente en Europa, llegó para cuestionar el modelo de funcionamiento de las otras redes sociales. Frente a la tradición y al conservadurismo, Snapchat fue haciendo cambios que la situaban como ideal para toda la generación de los millennials y su idiosincrasia particular, la cultura de lo efímero. Esa que hace que lo que se comparte ya no tenga vocación universal y de permanencia, sino de olvido y mutabilidad. Aunque lo parezca, no es un debate filosófico de la antigua Grecia, sino una nueva cultura.

Snapchat llegó a ser incluso la gran promesa para los medios, una manera de contar la realidad distinta a la «nueva» pero ya establecida por Twitter y Facebook, porque aunque parezca mentira, 10 años en Internet son siglos en la vida real. Ante esa situación, Facebook ofreció a Snapchat 3.000 millones de dólares para ser adquirida, hecho que desde la compañía amarilla rechazaron, es de supones que por sus métricas de crecimiento, con el fin de evitar ser la nueva Instagram, que tras decirse que era incluso cara tras ser comprada por 1000 millones, ahora mismo supone el activo publicitario y por tanto de ingresos más valioso de la compañía de Mark Zuckerberg.

Snapchat decidió seguir adelante sola, para intentar crecer como lo habían hecho todos sus rivales. El problema es que su idea no es patentable, y sucedió lo que era previsible que sucediera. Un gran competidor copió sus funciones sin dar crédito alguno, y aunque al principio careciera de la profundidad de planteamientos que Snapchat ofrecía, se puso rápidamente a su nivel. Sí, se llamaba Instagram Stories, la nueva joya de la corona de Facebook.

Como hemos dicho, pese a carecer de filtros, máscaras y demás terminología Snapchatera importante para sus usuarios, Instagram Stories tenía una grandísima ventaja. O dos. Ya estaba en tu pantalla de inicio. Ya entrabas a ella cada pocas horas y, sobre todo, todos tus contactos estaban allí, sin tener que agregar o buscar uno por uno. Puede parecer algo insignificante en una era en la que descargar una aplicación conlleva unos pocos segundos del tiempo del usuario y un velocísimo reconocimiento de huella dactilar, pero ante lo existente, el usuario medio es reacio a instalar algo que desconoce o cree que está poco extendido.

Como era previsible, a los pocos días de llegar Stories, Snapchat fue hacia un abismo de actividad a la vez que la parte superior de Instagram, donde se sitúan las historia, se saturaba a un ritmo agigantado. La gran duda era cuándo alcanzaría en usuarios un servicio a otro. Entre tanto, Snapchat se lanzó a la desesperada. Si somos un producto de millennials, toquemos su fibra sensible, aunemos moda y tecnología. Y llegaron las Spectacles, unas gafas aspiraciones de stock limitado que, conectadas inalámbricamente al smartphone permitían subir a Snapchat historias con vídeo circular, su «gran» aportación. Un mes y poco más tarde de Stories, las Spectacles eran su gran apuesta.

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Y claro, saliendo del mercado estadounidense, y de las personas que allí pueden gastar 200€ en algo así, la estrategia tampoco parece que vaya a salvar para nada a una compañía que no ha hecho nada mal. Simplemente traer a nuestras manos un producto fácilmente integrable por muchos otros y, como Vine, una gran ola de creatividad. La gran moraleja de la historia es que es mejor sucumbir a Facebook siendo comprada que sucumbir a su poder de copia de funciones. Las ambiciones y el control de los fundadores juegan un papel que a menudo es el que dirige una compañía hacia el éxito, pero es mejor sobrevivir a desaparecer como fruto de ello.

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