La sedación es una técnica segura y eficaz, aunque compleja, que ayuda a los pacientes a tolerar procedimientos médicos. Ajustando la dosis del fármaco aplicado, la anestesia afecta a todo nuestro cuerpo o a zonas específicas, como ocurre en cirugía ocular o en odontología. Pero siempre hay un riesgo, ya que como todo fármaco o intervención médica, la sedación puede encontrarse con alergias, respiración superficial o apnea. ¿Cómo podríamos sustituir la anestesia por otros métodos menos invasivos y más seguros?
Para dar con la dosis adecuada de anestesia, los anestesistas necesitan armonizar toda una serie de información: durante cuanto tiempo deberá estar sedado el paciente, su edad y peso, su estado de salud, como responderá a la sedación en función de su historial previo, el tipo de anestesia a emplear… En la práctica, la dosis de sedación se calcula de manera individualizada en cada paciente.
Unos investigadores proponen una alternativa para sustituir la anestesia tradicional. En vez de introducir fármacos en nuestro organismo, ¿por qué no controlar las ondas cerebrales para que nuestro cerebro ponga nuestro cuerpo en un estado similar al de la sedación? La propuesta se traduce en un dispositivo que, de manera automática, podría monitorizar y “sedarnos” a partir de nuestra actividad cerebral.
Sustituir la anestesia por las ondas cerebrales
Un equipo multidisciplinar del MIT (Massachusets Institute of Technology), del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela Médica de Harvard han desarrollado un sistema conocido por sus siglas CLAD: closed-loop anesthesia delivery. En castellano, administración de anestesia de circuito cerrado. Este método de sedación consiste en emplear electroencefalogramas en tiempo real en combinación con dosis controladas de unos fármacos. En los experimentos, no han podido sustituir la anestesia del todo, pero el objetivo es que, en el futuro, sea posible. O al menos, emplear fármacos alternativos con menos efectos secundarios o más fáciles de administrar, como es el caso que nos ocupa.
En concreto, los investigadores han aplicado dosis controladas de propofol, un anestésico que ya se emplea hoy en día tanto para adultos como para niños. Las dosis, muy reducidas, se iban aplicando de manera automatizada y cada 20 segundos. Al tiempo que controlaban el nivel de sedación o inconsciencia del paciente mediante electroencefalograma. Para ello realizaron dos experimentos de 125 minutos de duración con primates. Y mediante nueve experimentos repartidos en 18 horas y 45 minutos, probaron distintos niveles de sedación, más ligera o más profunda, en periodos de entre 40 y 45 minutos. Antes de experimentar con macacos, se habían realizado simulaciones por computador.
En la actualidad, los anestesistas controlan marcadores de consciencia como la respiración o el corazón. La propuesta de este nuevo método para sustituir la anestesia, o al menos reducir su uso, se centraría en las ondas cerebrales. El sistema requiere menos implicación humana. Reduciendo así las posibilidades de error humano. En su lugar, la clave estaría en un equipo médico de monitorización cerebral con una computadora que utiliza algoritmos para determinar cómo el cuerpo procesa el propofol.
Reducir la dosis de sedante al mínimo
El propósito de sistemas de sedación como CLAD buscan reducir la dosis de sedante aplicada en el paciente. Y, tal vez, en el futuro, sustituir la anestesia completamente. Como vimos antes, hay muchos parámetros que influyen en la cantidad de anestesia a aplicar a cada paciente, de manera individualizada. Y con todo, se pueden dar casos de reacciones alérgicas o efectos secundarios. Algunos de ellos molestos, pero otros más preocupantes.
Monitorizar las ondas cerebrales en tiempo real mientras se aplican dosis mínimas cada pocos segundos reduciría los riesgos de sedar pacientes, especialmente a colectivos más delicados, como personas mayores o con problemas cognitivos. Y en operaciones complejas que requieren varias horas de sedación. Aunque debe quedar claro que la anestesia es una técnica segura, siempre existe un riesgo mínimo, como problemas cardíacos, pulmonares, renales o neurológicos.
Aunque este tipo de métodos de anestesia llevan probándose en laboratorio desde hace años, todavía no se aplica en pacientes humanos. Como explica el artículo publicado en PNAS Nexus de octubre de 2023, la Administración Federal de Medicamentos de los Estados Unidos no ha aprobado ningún sistema CLAD para uso humano debido en parte a la falta de pruebas en modelos animales apropiados. Pero los resultados vistos en este estudio en particular abre las puertas a sustituir la anestesia tal y como la conocemos por métodos más controlados y que minimizan los posibles riesgos.