La red social Twitter implementa el uso de las tecnologías de seguimiento en línea o cookies para introducir publicidad individualizada con base en preferencias de búsqueda y hábitos de comportamiento.
La privacidad en las redes sociales, entendida como la mayor o menor accesibilidad de terceros a los datos personales de los usuarios e incluso a la información que el mismo comparte, es un constante tema de preocupación para los usuarios. Establecer mecanismos de control de acceso a información personal, meditar el contenido que se comparte a través de la red, controlar la lista de contactos o leer detenidamente las políticas de privacidad y condiciones de uso al abrir una cuenta en una determinada red social, son algunas de las recomendaciones de los expertos para evitar sorpresas desagradables en la red.
Pero en ocasiones son las propias empresas que ofrecen estos servicios las que ponen en jaque a los usuarios, traspasando la delgada línea roja de la privacidad en línea y el uso que hacen estas compañías de la información compartida a través de la red. Ya ocurrió con la red social Facebook y el algoritmo desarrollado por Graph Search capaz de establecer con tan solo 100 ‘me gusta’ sobre una publicación, fotografía o comentario, un perfil completo del usuario con datos personales, rasgos de personalidad e incluso su nivel de inteligencia. Pero quizá lo más sorprendente e inquietante de dicho algoritmo sea su grado de acierto que, según David Stillwell, coautor del proyecto, oscila entre el 60 y 80 por ciento en función del parámetro estudiado.
Ahora llega el turno de Twitter, una de las redes sociales sin la que ya es casi imposible concebir la realidad de lo que acontece día a día en los medios de comunicación, la economía, la política, acontecimientos sociales relevantes y muchos aspectos de la vida diaria de usuarios y empresas. Desde que Jack Dorsey –@jack– mandara el primer tuit, esta red de microblogging no ha parado de crecer en popularidad con una media diaria de 6,9 millones de usuarios activos, 340 millones de tuits diarios y un perfil medio de usuarios que oscila entre los 25 y los 44 años de edad.
La red social del pájaro azul ha anunciado recientemente que ofrecerá información a minoristas sobre los sitios que visitan sus usuarios mediante el uso de las cookies, una efectiva tecnología de seguimiento online que ha vuelto a despertar la preocupación por la privacidad en Internet. A pesar de que esta tecnología ya ha sido implementada por compañías como Facebook, Google o Amazon, entre otras, Twitter se sube al tren del uso de las cookies para permitir a los minoristas adjuntar hashes –versión anónima de una dirección de correo electrónico– para que el motor de publicidad de cada firma apunte individualmente a su base de datos de clientes potenciales.
La intención de la compañía es que las firmas puedan mostrar anuncios publicitarios diseñados de forma individual para aquellos clientes potenciales con hábitos y gustos afines a su nicho de mercado, con base a las preferencias de búsqueda y visitas a través de la red social. La novedosa característica de Twitter se enmarca dentro del plan de la compañía para incrementaría su valor actual, en torno a los 10.000 millones de dólares, de cara a una esperada oferta pública inicial para el año 2014. Pero el esperado incremento de los ingresos de la compañía en concepto de tasas de publicidad, entre otras cosas, llega en medio de un polémico debate público por la vulneración continuada de la privacidad online.
Para apaciguar la creciente preocupación de los usuarios de esta y otras redes sociales, tanto la Unión Europea como la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos han realizado un estudio en profundidad del alcance de las tecnologías de seguimiento utilizadas en redes sociales populares como Facebook, para medir el grado de exposición de los usuarios y sus consecuencias en materia de privacidad en línea. De hecho desde hace prácticamente un año las autoridades europeas han empezado a exigir a las páginas web la obligatoriedad de informar a los usuarios del almacenamiento de dichas cookies en sus dispositivos electrónicos al visitar sus páginas. De forma que el usuario sea conocedor del grado de vulneración de la privacidad al que se expone con el uso de esta tecnología de seguimiento online.
Las industrias de medios y tecnología argumentan a su favor que las tecnologías de seguimiento o cookies son fundamentales para liberar a los servidores Web de una sobrecarga de información importante de los usuarios que visitan sus páginas, de forma que son los propios visitantes quienes almacenan la información en sus discos duros y quienes se la devolverán posteriormente al servidor cuando éste la solicite. De forma que al visitar de nuevo la página, sea el fichero de texto alojado en nuestro dispositivo electrónico quien recuerde al servidor datos relativos al usuario como nombre y contraseña, preferencias para la visualización de las páginas del servidor, productos que más le interesan, etc.
Otra de las razones que esgrimen a favor del uso de las cookies es que esta tecnología es fundamental para el mercado publicitario en Internet valorado en 100.000 millones de dólares. Y nos recuerdan que las cookies no son eternas, es decir, poseen fecha de caducidad, que puede oscilar desde el periodo de duración de la sesión hasta la fecha especificada en la misma cookie, periodo a partir del cual dejan de ser operativas. Así que la polémica en torno a la privacidad online está servida.
Imágenes | vía Flickr por hankenstein, eldh y Marc_Smith