El SMS cumple 25 años, y lo hace con mucha actividad en nuestros buzones. Verificación y notificaciones de servicios tienen la culpa.
Durante muchos años, la voz reinó induscutiblemente sobre el texto. La comodidad de una llamada superaba enormemente a la necesidad y a la no inmediatez de tomar pasos adicionales para enviar una carta, un telégrafo o incluso un fax. Sin embargo, el declive comenzó con el correo electrónico, pero sobre todo con el SMS, que ayer cumplió 25 años de historia.
El primer SMS de la historia se envió desde un PC, porque no había móviles capaces de enviarlos en ese momento, aunque sí de recibirlos. El primero con dicha capacidad fue el Orbitel 901, que recibió un mensaje con las palabras «Feliz Navidad» en manos de Richard Jarvis. El empleo de los 160 caracteres en lugar de otra cantidad se explica según la tecnología y las pantallas de la época, que no daban para leer más texto de forma cómoda. La necesidad de una estandarización hizo que posteriormente ese límite no fuera aumentado.
El reino de los 160 caracteres
A partir de ahí, la historia la conocemos. Los 160 caracteres hicieron que nosotros, los usuarios, cambiásemos nuestra forma de escribir y de comunicarnos, hasta que la llegada de WhatsApp eliminó para siempre la necesidad de acortar y abreviar con palabras como «k», «ola», «cntst». Pese a que no resultaba barato en Europa, todo el mundo comenzó a escribir SMS para comunicar decisiones cortas u órdenes del tipo «Kdams a ls 6 en el prque», pues sí resultaba más barato que pagar el establecimiento y el minutaje. En épocas como la Navidad, los mensajes eran los verdaderos reyes, con cantidades ingentes de felicitaciones recibidas en Nochebuena y en Nochevieja.
El éxito entre particulares nunca se puso en duda, pero quienes más partido sacaron a esos pequeños textos fueros las empresas de servicios, como Movilisto o el Club Zed. En una época en la que el Play Store y la App Store no existían, el móvil se personalizaba con fondos de pantalla (en blanco y negro o a color), con tonos MIDI o politonos más ricos, cuando fue posible. Para adquirirlos, era necesario enviar un mensaje, con coste premium, que solía tener el esquema «TONO BISBAL». A partir de ahí, el tono se recibía y se compartía con amigos que tuvieran Bluetooth o infrarrojos en el móvil.
La llegada del smartphone no supuso demasiado para el SMS. MSN Messenger era una alternativa multiplataforma grande, pero Microsoft no llegó a apostar por ella en el mundo móvil. Así, no fue hasta WhatsApp cuando el modelo empezó a cambiar, hasta lo que es hoy. El uso de los viejos SMS continuó en personas sin smartphone, o sin uno con capacidad para instalar WhatsApp, pero en 2012-2013 se produjo el fin de sus envíos masivos, pues llegaron terminales muy económicos que permitían que cualquiera tuviera internet con una tarifa de datos barata.
Desde entonces, el uso para comunicación entre personas es testimonial, pero no ha dejado de crecer como método verificador o notificador de otros servicios. Un gran ejemplo de esto es Twitter, que eligió 140 caracteres para que los usuarios pudieran recibir gratuitamente los tuits completos como SMS, cuando aún no todo el mundo tenía tarifa de datos. Más recientemente, la autenticación de doble factor hace que, cada vez que pretendamos iniciar sesión en una cuenta online, sea necesario esperar a un código que verifique que somos nosotros, algo que también ocurre en transferencias bancarias, etc.
Por último, recordar que África es líder en pagos móviles, y lo es gracias al uso del SMS como método para enviar dinero.