Los smartphones no sólo tienen que funcionar bien, sino proporcionar buena experiencia, algo a lo que la vibración aportará importantes mejoras.
Las noticias sobre novedades en telefonía móvil suelen estar monopolizadas por cambios de diseño. Como en 2017 y 2018 estamos viviendo con la reducción de marcos, la aparición de los notches o cejas o la transición hacia las traseras de cristal. También es común hablar solo de cámaras, un ámbito que, tras la guerra de megapíxeles, ha virado hacia la doble lente y a la fotografía computacional. A nivel de especificaciones, sólo unas pocas se resaltan, hasta ahora, pero la vibración es uno de los grandes cambios que viene.
¿La vibración? Sí, ha estado presente en la industria desde hace más de 15 años, y desde su aparición ha sido clave en el manejo de terminales en modo silencioso. Sin necesidad de emitir un sonido, gracias a la vibración podemos saber que se nos requiere, ya sea para llamadas, mensajes o cualquier tipo de notificación. El problema es que la mayoría de sistemas de vibración son heredados de una época en que las notificaciones no eran tan intensas y sobre todo, en la que el teléfono, aún no smartphone, no tenía que transmitir nada.
En la era del smartphone moderno, iniciada en 2007, se hace necesario que el smartphone no solo nos avise, sino que nos cuente más de la experiencia. Puede sonar abstracto, pero es lo que Apple lleva haciendo desde el iPhone 6s, cuando a la presión en pantalla de 3D Touch sumó el Taptic Engine, un motor háptico que daba una naturalidad sin precedentes a la vibración, y que no funcionaba como maracas, como muchos de sus competidores. Frente a una vibración similar en intensidad en cualquier aspecto, Apple daba toques en tu mano dependiendo de la acción, acompañando, por ejemplo a la presión en pantalla, donde se producían gestos que llamaban peek y pop. Dependiendo de la fuerza, se activaba uno u otro, y el terminal te lo hacía notar.
Lo mismo estaba presente en Apple Watch. Dado que ahora las notificaciones llegaban a la muñeca, no cabía sentir el booooooom de los vibradores clásicos ahí, y en su lugar llegaron pequeños recuerdos de que alguien nos hablaba, de que habíamos alcanzado el reto diario de ejercicio, etc. Luego Apple lanzó el iPhone 7, al que tuvo que quitar el puerto jack para dejar espacio a un motor de vibración aún más grande, que ahora interactuaba incluso mejor y de forma más suave. Por ejemplo, cuando las aplicaciones dan consejos y se abre un menú contextual, o cuando ampliamos al máximo una foto y el sistema nos quiere decir que ya no es posible hacerlo más. También al llegar al final de una web o de un texto. Son funciones que además de útiles, son muy necesarias en aspectos de accesibilidad, y que ayudan mucho a invidentes.
La vibración del iPhone ha marcado un antes y un después, mientras otras siguen, en 2018, aporreando mesas y bolsillos como hacían hace unos años. Aun así, parece que hay esperanza. LG ha introducido mejores motores de vibración en el modelo LG V30 y en el Pixel, y otras marcas pequeñas como Meizu también presumen de vibrar mejor que terminales de gama alta como el Galaxy S9 gracias a una nueva solución. Todo para que la experiencia en el bolsillo sea mejor que nunca.