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Necesitamos más películas en las que ganen los malos

En la mayoría de las películas de Hollywood siempre ganan los buenos y no hablemos ya de Bollywood, donde los espectadores no aceptan un final no feliz. Sin embargo, en la vida real no siempre triunfan las buenas personas y el cine debería mostrar esa realidad.

El guapo conquista a la chica y el malo cae derrotado. Os suena, ¿verdad? Es la resolución de la mayor parte de las películas comerciales del mercado.

Por suerte, las cosas están cambiando y hay muy buenas películas, como El caballero oscuro, de Christopher Nolan, o No es país para viejos, de los hermanos Coen, que cuentan con finales alternativos y poco felices.

En la vida real también vencen los malos

Ojalá todos viviéramos en una historia de esas que siempre acaban bien, en la que los protagonistas se enamoran y, juntos, comen perdices. Pero la realidad es algo distinta, los sueños están ahí, pero es difícil llegar a cumplirlos todos.

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Sin embargo, el cine, muchas veces, se empeña en contarnos la versión bonita y en por qué el bueno quiere lograr aquello que desea. Porque nos hacen entender que eso que quiere conseguir el “bueno” es también algo positivo para todos los demás. Ya sea la paz en el mundo, recuperar al amor de su vida o matar al tiburón que acecha las playas.

Habitualmente, este protagonista suele tener un antagonista que obstaculiza su camino durante todo el film para que no llegue a alcanzar su objetivo. Los espectadores suelen decantarse por un bando, el del bueno. Pero, ¿quién se ha parado a pensar en las motivaciones del “malo” para dificultar el camino del héroe?

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Una serie de directores de cine ya se dieron cuenta de esto hace un tiempo y empezaron a hacer películas en las que no siempre ganaba el bueno. Ejemplo de ello es Seven, de David Fincher, y El silencio de los corderos, que se puede ver en Movistar+.

¿Por qué es positivo que no siempre ganen los mismos?

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Actualmente, es muy complicado que una película nos sorprenda, estamos tan acostumbrados a las reglas no escritas del cine que nada nos impresiona. Tanto es así, que los expertos afirman que el cerebro recuerda más un final inesperado en el que el malo triunfa, que uno en el que el bueno se lleva la victoria.

Y por esta razón es algo positivo, el cerebro necesita estimulación y experimentar diferentes emociones. Si todas las películas acaban igual, ¿qué efecto tienen sobre nosotros? Ninguno. Pero si el cine cambia sus reglas del juego, nuestro cerebro se verá obligado a intentar entender esa alteración de lo “natural”.

Este es un mensaje para futuros cineastas: por el bien de todos los humanos, haced más películas con finales no felices. La ciencia dice que todos salimos ganando.

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