Internet por satélite y 5G. ¿Qué relación hay entre ambas tecnologías? Aparte de que ambas emplean radiofrecuencia para transmitir voz y datos. Pues bien. Gracias a los satélites de nueva generación, más pequeños y baratos, las redes 5G terrestres se pueden complementar, potenciar y ampliar empleando satélites orbitando alrededor de nuestro planeta. Y así dar cobertura y comunicaciones a cualquier rincón del planeta.
En principio, las telecomunicaciones móviles funcionan empleando una vasta red de antenas situadas estratégicamente en la geografía. Antenas y repetidores se comunican entre sí transportando voz, imagen y datos a gran velocidad. En la actualidad, conviven tecnologías hermanas como 2G, 3G, 4G y 5G. Cada una con una función específica y que, al final, se complementan entre sí, a distintos anchos de banda para no entorpecerse unas a otras.
Por su parte, las comunicaciones por satélite no son nada nuevo. Pero sí es algo costoso, difícil de implementar y no apto para el gran público. Sin embargo, colocar satélites en el espacio es cada vez más barato. Los satélites más modernos son cada vez más pequeños, baratos y pueden orbitar a pequeña altura, ofreciendo servicios como internet por satélite o potenciando las redes 5G de las que disfrutamos hoy en día.
Satélites 5G a 2.000 kilómetros de altura
Cuando surgen críticas a por qué se gastan millones de dólares, y euros, a proyectos espaciales como mandar satélites al espacio, esas críticas olvidan que gracias a esos proyectos, en la actualidad contamos con telefonía móvil, fibra óptica, geolocalización y otras tecnologías que no serían posibles sin el empuje de la investigación espacial. Y precisamente, los satélites artificiales, que llevan en el espacio desde el lanzamiento del Sputnik en aquel lejano 1957, ayudarán a mejorar las comunicaciones en nuestro planeta.
Normalmente asociamos los satélites a la televisión por satélite o a la geolocalización por GPS. Pero los que orbitan alrededor de la Tierra, públicos y/o privados, transmiten toda clase de datos. Precisamente, desde hace años existe la telefonía por satélite, utilizada en lugares remotos en los que la cobertura móvil “tradicional” no puede llegar. Para hacer posible este tipo de llamadas se emplean satélites LEO (Low Earth Orbit). Orbitan a baja altura, a distancias de entre 160 y 2.000 kilómetros. A diferencia de los satélites tradicionales, los que fotografían la superficie y ayudan a predecir el tiempo. Esos orbitan a 36.000 kilómetros de la Tierra.
Además de orbitar a menos altura, los satélites LEO pesan menos de 500 kilos, frente a las toneladas de los satélites tradicionales. Más baratos y fáciles de manejar y mantener, cada vez es más asequible para una empresa u organismo público o privado poner en órbita su propio satélite o red de satélites. Uno de los proyectos más conocidos en los últimos años, precisamente, es el proyecto Starlink de Elon Musk. Su propósito, ofrecer Internet por satélite para brindar servicios como videollamadas, consumo de contenido por streaming o jugar online. En teoría, puede alcanzar velocidades de 1 Gbps con una latencia de 25 milisegundos.
Un mundo conectado, arriba y abajo
Pero Starlink es solo uno más de muchos proyectos que quieren mejorar las comunicaciones en la Tierra combinando antenas en la superficie y satélites en el espacio. Esto facilita la puesta en marcha de redes de alcance global que, empleando tecnología 5G, permitan conectar de manera simultánea teléfonos pero también automóviles, barcos, aviones y todo tipo de dispositivos inteligentes.
En zonas urbanas pero especialmente en rincones donde en la actualidad hay poca o nula cobertura, como zonas rurales y/o remotas. Y en el caso de barcos y aviones, la cobertura 5G ha de llegar a rutas por mar y aire donde es imposible colocar una antena de telefonía por razones obvias. En su lugar, una red de satélites 5G resolverán el problema dando cobertura de banda ancha para transmitir datos, información o voz.
Además de Starlink, que ya cuenta con más de 2.000 satélites propios, hay otros proyectos que pretenden usar redes de satélites 5G para ofrecer acceso a Internet. Amazon, por ejemplo, cuenta con el proyecto Kuiper. Su objetivo es también colocar satélites de baja órbita o baja altura alrededor de la Tierra para facilitar el acceso a Internet por satélite de alta velocidad.
Y como no hay dos sin tres, OneWeb es una constelación de más de 600 satélites de apenas 150 kilogramos cada uno y que ofrecen Internet por satélite de banda ancha. Con sede en Londres, detrás de este proyecto está el gigante Airbus. Y, además de obtener apoyo económico por parte de Virgin, Coca-Cola o Softbank, en la actualidad pertenece al gobierno de Reino Unido.
Un mundo interconectado y “smart”
Una de las promesas del 5G es la posibilidad de hacer realidad lo que llamamos “smart cities”. Es decir, ciudades inteligentes, en las que elementos públicos y privados están interconectados a Internet para ofrecer un mejor servicio al ciudadano, optimizar los recursos disponibles y evitar accidentes u otros problemas.
Para llevar a cabo esto es necesario colocar una gran cantidad de torres 5G en lugares estratégicos. A poca distancia y de menor tamaño que las torres tradicionales. Pero en mayor número para conectar una gran cantidad de dispositivos, sensores y otros elementos susceptibles de formar parte del ecosistema “smart”. Su objetivo, ofrecer conexiones ultrarrápidas y baja latencia para desempeñar labores como iluminación inteligente o controlar el tráfico. Y para unir las ciudades inteligentes con el resto de la red mundial, se pueden complementar las torres terrestres con los satélites espaciales.
Precisamente, los satélites 5G tienen un importante papel en zonas remotas como rutas aéreas o marítimas, como comenté antes, pero también en otras instalaciones como granjas, carreteras y otras infraestructuras aisladas, polígonos industriales, etc. En definitiva, gracias a la Internet por satélite, lugar remoto ya no será sinónimo de incomunicado. Por poner un ejemplo. Según la Unión Europea, a mitad de 2019, solo el 20% de hogares rurales tenía acceso a banda ancha. Un servicio que se puede ofrecer desplegando fibra óptica pero también con el uso de satélites 5G.