¿Es posible hacer sostenible una ciudad antigua?

Una ciudad sostenible es aquella que facilita la vida de sus habitantes sin afectar negativamente a su entorno. O minimizando su impacto en la naturaleza. La sostenibilidad ha ido en auge en los últimos años desde que en 1972, la Conferencia de las Naciones Unidas en Estocolmo pusiera en relieve la importancia de cuidar de nuestro entorno en vez de maltratarlo. O dicho de otra forma: podemos vivir bien sin necesidad de destruir el planeta.

Otra fecha clave es 1994. Ese año se crea la Carta de las Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad, también conocida como Carta Europea de las Ciudades Sostenibles o Carta de Aalborg, porque se firmó en Aalborg, Dinamarca. A este proyecto, que aboga por diseñar ciudades sostenibles, se han ido sumando más de 2.700 poblaciones de todo el mundo de más de 40 países distintos.

Las ciudades sostenibles deben favorecer el consumo responsable, la justicia social, promover una economía local sostenible, políticas de salud para sus ciudadanos, planificación urbanística sostenible, movilidad mejorada y, en definitiva, hacer de las ciudades un lugar mejor para todos y que no implique destruir el entorno.

Ciudades antiguas y sostenibilidad

Si miramos al pasado más lejano del ser humano, es inevitable que veamos sostenibilidad por todas partes. Para bien o para mal, las civilizaciones humanas más antiguas no tenían la capacidad de transformar su entorno hasta el punto en el que lo hacemos en la actualidad. Así que no quedaba otra que adaptarse al medio y convivir con él sorteando penurias y toda clase de inconvenientes. Todo empieza cuando cultivamos nuestros primeros alimentos y cambiamos un terreno salvaje en campos de cultivo.

De ahí a la primera revolución industrial, poblar prácticamente cualquier rincón del planeta y, finalmente, lograr que un paquete viaje de punta a punta del planeta en menos de 24 horas. O que milmillonarios viajen al espacio. Durante siglos se han ido produciendo grandes cambios que nos han facilitado la vida pero que tienen consecuencias para nuestro entorno: agotamiento de materiales, contaminación, transformación de espacios naturales… Y la consecuencia más global es la crisis climática…

Un ejemplo de mirar a las primeras ciudades humanas es el estudio titulado Circular Economy and Urban Sustainability in Antiquity. Llevado a cabo en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, se centra en Palmira, en Siria, hace unos 4.000 años. Y entre sus conclusiones, nos permite decir que Palmira, como otras ciudades de la época, eran ciudades sostenibles.

El problema está en trasladar esa sostenibilidad a las ciudades actuales sin prescindir de los muchos avances en temas como la esperanza de vida, la salubridad, el acceso a agua potable, electricidad y otros servicios, la industria y toda clase de sectores económicos que no existían en aquel entonces y un largo etcétera.

Reikiavik, en Islandia, apuesta por las energías renovables

Ciudades sostenibles sin importar su antigüedad

Pero no es necesario volver a un pasado pretérito para lograr que nuestras ciudades sean sostenibles. Sin ir más lejos, las listas de ciudades más sostenibles del planeta incluyen nombres de ciudades con siglos de historia y que, cada una a su manera, han sabido combinar antigüedad con modernidad.

Es el caso de París, Londres, Nueva York, Tokio, Reikiavik, Copenhague, Berlín, Ámsterdam, Singapur o Hong Kong. Ciudades que aparecen en el ranking IESE Cities in Motion y que analiza el nivel de sostenibilidad de distintas ciudades de todo el mundo. En su página puedes buscar la tuya, si está.

Algunas de estas ciudades tienen una densidad de población impresionante, como Hong Kong. Otras han estado ahí desde tiempos inmemoriales, como Londres, París o Tokio. Otras han logrado parecerse más a poblados de postal que a ciudades contemporáneas, como Reikiavik o Copenhague. Todas albergan millones de ciudadanos, a los que hay que añadir turistas o quienes van allí por trabajo.

New York tiene mucho por hacer pero aspira a ser ciudad sostenible

Distintas soluciones para ser sostenibles

Echando un vistazo al índice IESE Cities in Motion podemos hacernos una idea de cómo logran las distintas ciudades de todo el mundo acercarse más al objetivo de ser ciudades sostenibles. Partiendo de distintas realidades y necesidades, cada una tiene diferentes soluciones o aproximaciones que podemos adoptar allí donde vivimos. O más bien, pueden adoptar quienes las dirigen, ya que el ciudadano de a pie poco puede hacer al respecto salvo organizarse y demandar la ciudad sostenible como aspiración a alcanzar.

Primer ejemplo. Nueva York quiere reducir hasta un 80% sus gases de efecto invernadero. El proyecto se llama 80×50 y se engloba en el marco de la estrategia One NYC 2050. Además de las emisiones, también quiere llegar a cero desperdicios para 2030 (proyecto 0x30). Por su parte. París aspira a ser una ciudad sostenible con el proyecto Paris Smart City 2050. Entre otras acciones, quiere construir edificios que se alimenten de energías renovables.

En el norte de Europa, Reikiavik apuesta por la energía hidroeléctrica y geotérmica, gracias a la naturaleza de Islandia. Además, promueve el transporte eficiente con una aplicación móvil que combina la ruta más eficiente con el uso del transporte público. Algo en lo que también destacan ciudades como Copenhague o Berlín, ciudades sostenibles en las que el automóvil privado tiene cada vez menos peso.

Y si miramos a Asia, Tokio apuesta por el big data, la inteligencia artificial y la internet de las cosas para que la ciudad cuide de sus habitantes sin importar la edad, su ubicación o su condición social. Por su parte, Singapur es un ejemplo de ciudad tecnológica e inteligente. Cuenta con taxis y autobuses sin conductor y tasas de criminalidad muy bajas.

En definitiva, cualquier ciudad puede aspirar a ser ciudad sostenible. No es tarea fácil llegar a ello e implica el trabajo de muchos profesionales e instituciones públicas y privadas. Pero que sea difícil no implica que sea imposible. Hay ejemplos por todas partes de lo mucho que podemos lograr para mejorar nuestro nivel de vida y, al mismo tiempo, cuidar del planeta.

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