El plástico es un material que sirve para todo. Por eso dependemos tanto de él. Y por eso lo hay en grandes cantidades. Sirve para fabricar electrodomésticos, vehículos, edificios o aislamientos, permite proteger los alimentos, transportar alimentos y líquidos, protegernos a nosotros mismos del frío o del calor, combatir enfermedades e infecciones, cultivar alimentos durante todo el año… A pesar de su reciente mala fama, en muchos ámbitos es insustituible. Pero existen soluciones intermedias, como diseñar plásticos fáciles de reciclar y que sean sostenibles.
Precisamente, una de las características que hace que el plástico esté en todas partes dificulta su correcto reciclado. Cuando hablamos de plásticos nos referimos a toda una familia en la que no todos sus miembros son iguales. Si te fijas en un envase plástico, habrás visto un icono en forma de triángulo con flechas y un número o unas siglas en su interior. Esas siglas pueden ser PET, HDPE, PVC, LDPE, PP, PS… Son distintos tipos de plásticos. Cada uno con sus propias características y propiedades. Y algunos de ellos son más fáciles de reciclar que otros.
Difícilmente llegaremos a reciclar el 100% de los plásticos. Para ello hay que unificar las normativas ambientales de todos los países del mundo. Cambiar los hábitos de millones de personas. Castigar actitudes que llevan a lanzar a ríos y mares toneladas de plásticos sin control. Y sustituir los plásticos menos reciclables por alternativas como la que han encontrado investigadores de Florida, Estados Unidos. Un nuevo polímero que cumple con su función y, cuando acaba su ciclo de vida, se puede reciclar.
La problemática de los plásticos
Un vistazo a lo que tenemos alrededor nos dará una idea del problema de reciclar plástico. Mientras que los envases de vidrio o cartón y papel tienen una mayor facilidad de reciclaje, dentro de un amplio margen, la versatilidad del plástico complica un poco las cosas. No es igual el plástico que cubre los alimentos que compras que el propio plástico de la bandeja con que los transportas. Y si nos fijamos en un automóvil, aunque hay solo un 15% de plástico frente al 70% de metales, esos plásticos son de una gran variedad en función de si están en el interior, en el exterior, forman parte de los acabados, sirven para proteger el vehículo, etc.
Mientras que el tereftalato de poletileno (PET o PETE) es el plástico más reciclado del mundo, hay situaciones como que el polipropileno es un plástico cuyo reciclado resulta económicamente atractivo. Pero el poliestireno, el popular porexpán, poliespán o corcho blanco, no se ha reciclado lo suficiente por su inviabilidad económica pese a que es 100% reciclable. A esto hay que añadir que no todos los plásticos susceptibles de ser reciclados acaban en plantas de reciclaje. Muchos terminan en vertederos donde se almacenan o se queman. En ambos casos, suponen un impacto para el medio ambiente. Y en el peor de los casos, terminan en ríos y mares, cuyo impacto es mayor si cabe.
Una cadena compleja que hay que mejorar
Desgraciadamente, cuesta encontrar un único culpable. Un informe de 2018 de la Comisión Europea afirmaba que el 50% de los desechos municipales acaban en un vertedero. No tienen una política de reciclado o reutilización. Claro está, en ese 50% hay un claro margen de mejora. Y en el otro 50%, hay que presionar a las empresas para que sus envases sean más fáciles de reciclar.
Segundo, cambiar los hábitos de miles de personas que no acostumbran a separar los residuos por pereza, desinterés o desconocimiento. Y, finalmente, los organismos público-privados encargados del reciclaje, deben afinar más la puntería, ya que existen multitud de quejas por parte de asociaciones ecologistas y de consumidores.
Plásticos fáciles de reciclar
Una de las posibles soluciones al reciclaje de plásticos pasa por priorizar aquellos que son reciclables de una manera simple y, a poder ser, atractiva económicamente. De ahí la importancia de investigaciones como la publicada en la revista académica especializada en química Chem. En el número de julio aparece el descubrimiento de un nuevo método para reciclar plástico. Y de este proceso, surge un material para fabricar nuevos polímeros y así crear plásticos más fáciles de reciclar.
El objetivo del equipo del Departamento de Química de la Universidad de Florida era encontrar una nueva manera de reciclar plástico. Hay dos métodos principales: mecánico y químico. Y un tercero llamado energético que consiste básicamente en quemar el plástico para obtener energía. El método mecánico reduce los plásticos a su mínima expresión y los funde en moldes. Por su parte, el método químico degrada el plástico con calor hasta generar moléculas simples.
El método empleado por los investigadores de Florida entra en esta clasificación: reciclaje químico. Y con la promesa de necesitar menos electricidad al emplear temperaturas más bajas durante la degradación del plástico. Y de obtener plástico de calidad para usos futuros. La investigación se centra, pues, en la parte final de la cadena de reciclaje. Tras la recogida y clasificación, llega el momento del procesado. En esa fase, se suelen dar casos en los que el resultado es un plástico de peor calidad. Su apuesta alternativa consiste en despolimerizar los polímeros y reducirlos a moléculas más pequeñas llamadas monómeros.
Los experimentos realizados han trabajado con polimetilmetacrilato (PMMA), un termoplástico conocido bajo el nombre de acrílico o vidrio acrílico y que se comercializa bajo muchas marcas. Tiene muchos y variados usos en campos como la arquitectura, fabricación de automóviles, electrónica, medicina, aditivo para lubricantes…