Una de las críticas que se les hace a los parques eólicos marinos es su posible afectación a la fauna y flora marina. Sin embargo, más que un impedimento, los molinos eólicos en alta mar pueden ser un vivero artificial en el que proliferen algas, mejillones y otras especies marinas. Un proyecto europeo quiere comprobar hasta qué punto es posible dar ese uso a las instalaciones eólicas marinas y así producir alimentos y energía al mismo tiempo.
El proyecto en cuestión se llama ULTFARMS y va a desarrollar pruebas piloto en Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Bélgica. La idea es promover la acuicultura o producción de alimentos acuáticos, aprovechando la infraestructura ya implementada de parques eólicos marinos en el mar del norte y en el mar báltico. En concreto, mejillones, algas y ostras. Cultivos que requieren poca energía y que, en vez de generar CO2, lo absorben.
Las pruebas piloto reciben el nombre de LTAP por sus siglas Low-Trophic Aquaculture Pilot, que podemos traducir por piloto de acuicultura de bajo nivel trófico. Si todo va bien, el concepto se podría extender a otras instalaciones eólicas marinas, aprovechando así estas infraestructuras para darles un doble uso y reducir su impacto ambiental al tiempo que provee de alimentos sostenibles.
Electricidad y alimentos en parques eólicos marinos
El proyecto ULFARMS se engloba en el macroproyecto Horizon Europe Ocean Mission, que recibe fondos europeos. Dirigido por el instituto tecnológico del agua Deltares, de Países Bajos, cuenta con la colaboración e implicación de 25 participantes entre institutos tecnológicos, universidades, empresas y otras instituciones públicas. La idea es probar suerte con esas seis pruebas piloto durante varios años y ver los resultados. El proyecto empezó en enero de 2023 y conoceremos su viabilidad en el verano de 2026.
A través de ULTFARMS se reunirán las partes interesadas de los parques eólicos marinos y la acuicultura de bajo nivel trófico para producir este tipo de alimentos bajos en carbono y seguros. Empleando para ello nuevas estructuras de cultivo, sistemas de crecimiento y medidas de diseño que sean respetuosas con el medio ambiente. A nivel tecnológico, también se van a implementar sistemas de monitorización y gestión automatizada, así como sistemas de pronóstico operativo. Así, el sistema sería prácticamente autónomo y requeriría un mantenimiento mínimo.
Con las seis pruebas piloto, el proyecto sabrá si es viable económicamente cultivar alimentos marinos aprovechando los parques eólicos marinos. Y si tiene un impacto positivo a nivel climático. Además, cada instalación tiene sus propias particularidades y retos a conseguir. En el parque eólico marino de Samso, en Dinamarca, el reto está en cultivar alimentos a pesar del nivel de salinidad de sus aguas, de especiales locales predadoras y de las regulaciones sobre cultivo en esa zona. Y en la plataforma alemana FINO 3 del mar del norte, los objetivos son cultivar algas y mejillones de manera simultánea buscando el método más eficiente. Y con sistemas de monitorización, analizarán las interacciones entre las especies de cultivo y el medio ambiente en alta mar.
Sostenibilidad, energías renovables y economía circular
La transición energética que estamos viviendo en los últimos años implica también un impacto en el medio ambiente. Si bien es menor que las consecuencias de consumir combustibles fósiles, siguen existiendo límites para instalar parques eólicos marinos. Hasta no hace mucho, en zonas marinas como las de España era inviable por la poca profundidad. Algo que se está empezando a sortear gracias a las instalaciones de nueva generación. Pero también hay que tener en cuenta la afectación a caladeros de pesca o a zonas de protección de flora y fauna.
Aprovechar las instalaciones eólicas marinas para cultivar alimentos permitirá reducir su impacto, o mejor dicho, compensarlo. Al tiempo que se optimiza su rendimiento antes de su desmantelamiento o reciclaje. Además, hay toda clase de proyectos de este tipo que optimiza el uso de las granjas eólicas marinas. Sin ir más lejos, en el parque eólico de Anholt, en Kattegat, Dinamarca, se instalaron arrecifes artificiales de roca que han facilitado la proliferación de vida marina. Al tiempo que sus más de 88 kilómetros cuadrados y 111 turbinas eólicas proveen de electricidad a más de un millón de daneses. Una sexta parte de la población total de Dinamarca.