¿Sabías que Dinamarca es el tercer país más digitalizado del mundo? Así lo rankea el índice DiGiX, que sigue el avance de la digitalización en 98 países a nivel global (BBVA Research, 2024). A su vez, la ciudad dansesa de Odense se ha transformado en el gran referente europeo de la robótica colaborativa. Los cobots trabajan “codo a codo” con las personas en un espacio compartido, para mejorar sus condiciones laborales y lograr excelentes resultados al mismo tiempo.
La tercera ciudad más grande de Dinamarca pasó de ser un gran astillero al mayor hub europeo de innovación tecnológica. ¿Cómo cambiaron tanto las cosas en 20 años? Las instituciones públicas, los sindicatos y algunas empresas tecnológicas, siguieron una intuición. La robótica representaba una oportunidad para reinventarse económicamente cuando la industria naviera ya no podía dar más de sí.
La increíble historia de Odense, de los barcos a los robots
Desde su establecimiento en 1918, los astilleros Steel Shipyard habían construido algunos de los mayores buques portacontenedores del mundo (Museum Odense, 2016). Hasta que, en 2009, A.P. Møller–Mærsk decidió cerrar sus instalaciones en la ciudad. Así, alrededor de esa época, la ciudad asistió al ocaso de su principal actividad económica.

Odense no se resignaría a la pérdida de empleo ni a la recesión económica. Decidió dar un volantazo y enfocarse en una industria totalmente diferente: la robótica. Gracias al apoyo financiero (público y privado), nació en la ciudad un gran ecosistema de automatización y robótica.
Una de las entidades que más apoyó este proceso fue la Universidad del Sur de Dinamarca (SDU). La institución educativa acompañó a la ciudad formando talento especializado. Al mismo tiempo, se convirtió en una incubadora de startups tecnológicas.
Cómo el caso de Universal Robots llamó la atención del mundo
Con el correr del tiempo, la ciudad dansesa se hizo imán de nuevas inversiones. En 2005 asistió a la fundación de Universal Robots, una empresa que se propuso crear robots colaborativos para negocios de cualquier tamaño. Tuvo tanto éxito que 10 años más tarde fue comprada por Teradyne, una de las mayores compañías norteamericanas de automatización, por nada menos que $285 millones de dólares (Tobe, 2015).
La compra de Universal Robots por parte de Teradyne, representó un voto de confianza para Odense. Esta adquisición provocó un efecto dominó en la creación de nuevos emprendimientos de robótica. Así, por ejemplo, hace poco la compañía farmacéutica danesa Novo Nordisk anunció que invertirá $1,2 billones de dólares para construir una nueva planta en la ciudad (DPA International, 2024). Este lugar parece tener lo que las grandes empresas necesitan: tecnología de punta para producir los nuevos insumos y servicios que demanda el mundo.
Todos para uno o cómo Odense se reinventó gracias a la colaboración
El gobierno danés supo reconocer a tiempo la importancia de la robótica como un motor de la economía global. Bajo esta convicción, ha desarrollado políticas que apoyan la investigación y la innovación constante. La creación de parques tecnológicos está ofreciendo un ambiente favorable para empresas emergentes.
Uno de los proyectos más ambiciosos de Odense es la planta de robótica en el puerto. Allí, varias compañías junto a la SDU están cooperando para desarrollar tecnologías avanzadas. Porque si existe una clave para el éxito de la ciudad, es su mentalidad de colaboración. Su gran trampolín ha sido el trabajo mancomunado entre empresas, instituciones y academia.
Este modelo de desarrollo podría ser una lección para otras ciudades europeas como Barcelona. Replicando la estrategia danesa, muchas otras economías podrían impulsar la innovación en sus propias industrias.
¿Qué piensan los sindicatos de trabajadores sobre la robótica?
En muchos países, la inteligencia artificial es vista como enemiga del empleo. Sin embargo, en Dinamarca ha sorprendido la actitud de los sindicatos: la defienden como una herramienta que mejora las condiciones y productividad de los trabajadores.
Lejos de juzgar a los nuevos cobots como una amenaza, los han adoptado para realizar tareas repetitivas y agotadoras. Mientras tanto, los colaboradores humanos se concentran en actividades con mayor valor agregado. Con el visto bueno de los sindicatos, la industria ha podido incorporar robots sin provocar conflictos laborales. Odense ha demostrado que una ciudad puede, con la suficiente iniciativa, resurgir de sus cenizas como el ave Fénix. Su transformación es un ejemplo de visión estratégica y adaptación a la era tecnológica. Hoy la ciudad, junto al gobierno, la universidad y el sector privado, sigue demostrando que la innovación puede generar empleo de calidad en lugar de destruirlo.