El Espacio Fundación Telefónica de Lima presenta una exposición sobre arte, óptica, electricidad y comunicaciones
La luz en estado salvaje ha acompañado al ser humano a lo largo de la historia y sólo en el siglo XX hemos conseguido someterla a las necesidades de la tecnología. Con la invención de las primeras bombillas incandescentes, el mundo y la vida cotidiana cambian drásticamente, introduciendo a la humanidad en la era de la explotación de la luz: la televisión, la fibra óptica, el láser, las pantallas de nuestros ordenadores y teléfonos móviles… Todo un esfuerzo científico destinado a domesticar la luz para ponerla al servicio de la sociedad.
La muestra Arte y Óptica. La velocidad de las comunicaciones, que ha llevado a cabo el Espacio Fundación Telefónica de Lima, pretende reflejar, a través de las obras de distintos artistas plásticos, este proceso tecnológico basado en el aprovechamiento de la luz para fines tan distintos de la mera iluminación como es la comunicación. Las piezas de la exhibición incorporan la historia de las comunicaciones a partir de la historia de los procesos ópticos, reuniendo fotografías, vídeos, instalaciones y entornos que gravitan sobre el concepto de la óptica como un proceso de transmisión de información.
El comisario de la muestra es Sean Cubitt, profesor de Cine y Televisión en Goldsmiths, University of London, e investigador en la historia y filosofía de las tecnologías visuales, historia del arte en los medios de comunicación y en ecocrítica.
Cubitt ha planteado Arte y Óptica desde la doble perspectiva de la ciencia y la creatividad artística, es decir, combinando el análisis de los usos técnicos de la luz con la búsqueda de una experiencia estética que suscite una reacción de los sentidos.
Todo ello es arropado por el marco conceptual de la reflexión sobre las relaciones entre luz, comunicación y seres humanos, algo que Sean Cubitt resume de la siguiente forma:
“Los artistas reunidos en esta exhibición agrupan la luz que construye nuestro mundo. Cada uno de nosotros vive en muchas eras. Somos la generación electrónica. Pero también somos aquellos que aman la luz del fuego, y los que andan en las colinas más altas por las noches para ver el eterno movimiento circular de las estrellas. El más antiguo y, a la vez, el más moderno de los medios de comunicación, la luz es el medio de nuestra existencia como animales históricos.”
Las obras expuestas representan el trabajo de distintos artistas y remiten a distintas épocas, pero todas comparten el trasfondo de las relaciones entre la óptica y la comunicación. A continuación resumimos los distintos montajes:
Nascent de la australiana Gina Czarnecki convierte los movimientos de una coreografía de los bailarines del Australian Dance Theatre en vibraciones digitales mediante el procesado de imágenes. El efecto obtenido parece dejar atrás rastros de piel impresa, como rastros de la persistencia de las imágenes.
Por otro lado, Pan No.6 (of clocks and steps) de Daniel Crooks crea una metáfora del tiempo utilizando imágenes deliberadamente distorsionadas por medios electrónicos.
El chileno Eugenio Dittborn aporta la obra El Blériot de Acevedo en el Bío-Bío (2000), que es una carta enviada desde Chile al autor para ser expuesta en Perú. Las pinturas aeropostales viajan a través de la red internacional de correos como cartas plegadas y se exhiben en los destinos como pinturas desplegadas.
Desde Portugal llega Scenario (linterna # 4) de Francisco Tropa un ingenio que parte del principio de la linterna mágica, el juguete que es antepasado del cine, para proyectar imágenes cotidianas que cambian entre lo familiar y lo irreconocible, entre la expectativa de reproducir algo específico y la posibilidad de reproducir su potencial de representación y especulación.
De este mismo año 2013, David Connearn nos ofrece la performance Retinal ce 2013 [405 line interlace]. Consiste en ir trazando una línea a mano alzada horizontal, debajo de la cual dibuja una segunda línea, tratando de coincidir exactamente con la primera. Este proceso se repite hasta un tamaño determinado evocando patrones conocidos como estratos de roca, vistas aéreas del océano o acabados del tejido de una tela.
La obra más antigua de la muestra es So much I want to say de la libanesa Mona Hatoum, que data de 1983, año en que la guerra civil de Libano le obliga a quedarse en Inglaterra impidiéndole volver a su país. El vídeo consta de una serie de imágenes fijas, desarrollas una cada ocho segundos, revelando el rostro de una mujer (la artista) que llena la pantalla. Dos manos masculinas amordazan repetidamente a la mujer. En la banda sonora, la voz de la artista repite una y otra vez las palabras “tengo tanto que decir”.
Milagros y Flores Cuánticas es una propuesta de Francesco Mariotti basada en una instalación interactiva sonora y lumínica compuesta de 120 matamoscas multicolores, que crecen alrededor de las palmeras del jardín de la Fundación Telefónica, y que están iluminados por diodos luminosos.
Del mismo artista nos encontramos en la exposición el montaje Delyside, que presenta unas ampollas que contenían la dietilamida de ácido lisérgico (LSD), y que han sido sustituidas por “ampollas cuánticas”, LED luminosos intermitentes de color verde que son activados por fotones que generan un circuito eléctrico en un panel fotovoltaico.
La escocesa Susan Collins presenta Glenlandia, un trabajo audiovisual destinado a explorar la relación entre el paisaje y la tecnología a través del tiempo, tomando como materia prima la transmisión, la creación de redes y el tiempo.
Finalmente, con Low Resolution Works (2000), Jim Campbell nos muestra mediante una serie de obras LED que juegan con bucles de video a un individuo ambiguo que corre y cae, moviéndose repetidamente a través de un paisaje desconocido, hasta romperse en una ruidosa abstracción.