Life Lenght, spin-off del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, hace estudios sobre los telómeros para comprobar nuestra verdadera edad biológica.
La información genética se almacena en nuestro ADN. Esta importante molécula biológica, también conocida como ácido desoxirribonucleico, contiene las instrucciones que indican cómo somos o muestra la predisposición a padecer determinadas enfermedades. Estos datos, escritos con un alfabeto de sólo cuatro letras, se empaquetan a su vez en unas estructuras con forma de «equis», llamadas cromosomas.
Estos pequeños elementos, que recuerdan a bastoncillos microscópicos, presentan a su vez unos «capuchones» en sus extremos. Se trata de regiones de ADN que tienen como objetivo mantener la estabilidad del cromosoma, y reciben el nombre de telómeros. Descubiertos por el científico Hermann Joseph Muller en 1930, la investigación ha logrado conocer la secuencia de los capuchones de diferentes especies, como los seres humanos, distintos hongos y protozoos, plantas o insectos, entre otros.
La importancia biológica de los telómeros es clave para entender el desarrollo de enfermedades como el cáncer. Y es que cada vez que una de nuestras células se divide, ha de copiar el material genético que contiene. Nuestra eficiente fotocopiadora molecular, sin embargo, comete errores a la hora de realizar este proceso.
Como consecuencia, el capuchón se va acortando y la estabilidad e integridad de nuestros cromosomas se ven seriamente afectadas. Las células tumorales son capaces de evitar esta reducción telomérica mediante una proteína clave, conocida como telomerasa, que también está presente en células fetales o células madre.
En otras palabras, los capuchones de los cromosomas tienen una relación directa con dos procesos biológicos muy importantes: el envejecimiento y el cáncer. Estimar el tamaño de los telómeros nos permite conocer la verdadera edad biológica de los individuos, como demostraron experimentos realizados con la oveja Dolly, en los que se concluyó que no tenía seis años, sino que edad real era de diez años.
¿Cómo se mide la edad que tienen nuestros cromosomas? La técnica que nos permite estimar el tamaño de nuestros telómeros es conocida como hibridación fluorescente in situ (FISH). Su metodología es hoy comercializada por una pionera empresa española, llamada Life Lenght, única en el mundo en la medición de nuestra verdadera edad biológica.
La compañía biotecnológica es en realidad una spin-off del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Creada a partir de las investigaciones del equipo de María Blasco, realiza análisis de los telómeros por algo más de 500 euros. Estos estudios no se realizan de manera individual, sino que se hacen siempre por prescripción médica. Y es que el tamaño de nuestros capuchones parece ser un buen indicador del riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer.
En marzo de este año, Life Length anunciaba que la compañía japonesa Yamada Bee Company invertía tres millones de euros en su proyecto, respaldando así la actividad investigadora de la compañía, que participa actualmente en más de cuarenta ensayos. Su reciente alianza con el Cleveland Heart Lab garantiza que la empresa, además de seguir comercializando la Tecnología de Análisis de Telómeros (TAT), seguirá estudiando la relación entre nuestros telómeros y el riesgo cardiovascular.
Life Lenght es, sin duda, una de las compañías biotecnológicas más prometedoras que existen. Su crecimiento desde 2010 ha demostrado el potencial que tiene la investigación biomédica realizada en España. Conocer nuestra verdadera edad biológica podría permitirnos contar con una herramienta fundamental en el diagnóstico y los tratamientos de importantes enfermedades.
Imágenes | Josef Reischig (Wikimedia), DKFZ, Universidad Internacional Menéndez Pelayo