La tecnología adaptativa de las nuevas señales inteligentes pueden gestionar el tráfico de forma mucho más eficiente y autónoma, con una reducción de las retenciones de hasta el 40 por ciento
Ya desde los años 60, urbanistas e investigadores nos advertían de las consecuencias de la hipermovilidad y de los modelos urbanos basados en el aumento progresivo de las infraestructuras del transporte. La congestión de tráfico, se ha convertido en el principal problema de los gestores urbanos dentro de la compleja ecuación de la ciudad, complicando la gestión de los centros de tráfico y la sincronización de la red de semáforos distribuidos en las intersecciones de calles y avenidas. Por esta razón, la mayoría de agencias de transporte llevan años confiando en la tecnología adaptativa para el desarrollo de señales inteligentes capaces de regular el tráfico de forma eficiente, en base a patrones de tráfico en tiempo real.
Durante años el crecimiento de las ciudades ha ido aparejado a un fenómeno socioeconómico relacionado con la cultura de lo tecnológico y lo inmediato que ha derivado en las denominadas Fast Cities. Es decir, entornos urbanos pensados bajo las infraestructuras del transporte que priorizan el uso del vehículo privado en los desplazamientos urbanos e interurbanos, para conseguir llegar a cualquier parte de la ciudad en el menor tiempo posible. Este modelo ha colaborado en una densificación paulatina del tráfico que ha sido incentivado desde las administraciones locales con planes de ampliación de infraestructuras, que lejos de soliviantar los problemas de congestión en hora punta, han complicado aún más si cabe la regulación del tráfico.
En este sentido, los expertos están estudiando fórmulas para sustituir la tecnología actual de los semáforos pre-programados por señales adaptativas capaces de gestionar de forma inteligente la circulación, a partir de sensores que miden el comportamiento del tráfico en tiempo real y efectúan de forma automática los ajustes necesarios en los ciclos de cambio a verde.
Utah, pionera en el uso de señales inteligentes con tecnología adaptativa
El estado de Utah, al oeste de los EEUU, ha implementado un sistema estatal de medición automática de datos de su red de señales de tráfico en tiempo real. Este innovador sistema utiliza una red de cámaras de vídeo, radares y loops para registrar datos sobre el flujo de vehículos o la velocidad media del tráfico de forma global. Esta información se envía a través de una red de fibra óptica al centro de operaciones de tráfico, donde un sofisticado algoritmo de cálculo proporciona a los ingenieros los datos necesarios para monitorizar la frecuencia de los cambios a verde y sincronizar los ajustes de forma conjunta con el resto de semáforos de cada intersección de vías.
Este sistema desarrollado por investigadores de la Universidad de Purdue, está dirigido por el Departamento de Transporte de Utah –UDOT– y gestiona el 80 por ciento de los 1950 semáforos instalados en ciudades y condados del estado. Los datos recogidos por el centro de control, además de gestionar de forma inteligente el tráfico en tiempo real, permite también elaborar modelos de comportamiento para futuros cambios en intersecciones de vías.
No obstante, la UDOT planea la implementación de una nueva tecnología adaptativa que permitiría la sincronización y temporización de los semáforos de forma inmediata y sin pasar por el centro de operaciones de tráfico. Este nuevo sensor integra un algoritmo de cálculo que evalúa el lapso de tiempo necesario para mantener la señal de luz verde en activo, en función del flujo de vehículos calculado en cada instante y sin necesidad de un operador intermedio que registre la información y efectúe los ajustes.
Este sistema de semáforos inteligentes proporciona la ventaja de sincronizarse de forma automática con el resto de semáforos, con el propósito de hacer avanzar a un mayor número de automóviles en las vías de más tráfico, garantizando una organización del tráfico en movimiento más eficiente y adaptado a la demanda real. Esta tecnología podría incorporar también la ventaja de la energía solar para alimentar el sistema mediante células fotovoltaicas. De tal forma, que en caso de fallo eléctrico, el sistema de semáforos de la ciudad goce de plena autonomía para mantenerse en funcionamiento de forma ininterrumpida los 365 días del año, sin ningún tipo de incidencia en la circulación.
En los últimos años, el modelo de Utah se ha ido implantando de forma paulatina en otros estados del país disparando el número de semáforos inteligentes con tecnología adaptativa de 4.500 en 2009 a cerca de 6.500 en 2014. Este incremento se debe en gran parte a la reducción de los costes de implantación del sistema, que actualmente oscilan entre los 30.000 y 50.000 dólares por cruce. En cualquier caso, los resultados del estudio arrojan datos reveladores que estiman una reducción de las congestiones de tráfico de hasta el 40 por ciento, así como una reducción de los accidentes mortales por choques en intersecciones de vías de hasta el 50 por ciento. Una inversión cuya rentabilidad a largo plazo podría acabar con los tediosos embotellamientos en hora punta de las principales ciudades.
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