Además de las características técnicas y las prestaciones de los teléfonos inteligentes o tabletas digitales, una de las cosas que más valoramos, casi de forma involuntaria, a la hora de decantarnos por un dispositivo electrónico u otro, es que tenga una línea de diseño vanguardista e innovadora. Pero existen otros detalles que tampoco pasan desapercibidos y que convierten el dispositivo, ya sea móvil o tablet, en un objeto más cercano al mundo real.
Me refiero a las texturas visuales, los sonidos y las animaciones de determinadas aplicaciones o interfaces que emulan, por ejemplo, el sonido del obturador de la cámara cuando cierra para tomar una foto o la sensación de pasar páginas al leer libros en una tablet. Estos detalles son lo que se conoce como diseño esqueuomórfico, un término que hace referencia a la creación de interfaces que mantienen una relación visual y sensorial con el objeto físico original, ayudando a crear un mayor realismo visual en la acción.
La palabra esqueuomórfico –skeuomorf, en inglés– es un término obtenido a partir del juego de palabras griegas skeuos –herramienta– y morph –forma–, y ha sido la seña de identidad de Apple para muchas de sus aplicaciones e interfaces, especialmente en dispositivos como iPhone o iPad. En este sentido, Scott Forstall fue un ferviente defensor y máximo exponente del software esqueuomórfico del mundo, cuyo trabajo en Apple incluyó la creación del iOS. A él le debemos la incorporación de las texturas y las aplicaciones que emulan las sensaciones visuales de objetos del mundo real, como la agenda personal, emulando las texturas de una Moleskine original, el bloc de notas imitando una libreta de páginas rayadas amarilla o la aplicación de calculadora diseñada como las antiguas calculadoras de bolsillo, entre otras.
Hoy en día la tecnología está suplantando objetos de uso cotidiano cuyas referencias están desapareciendo de la memoria de los usuarios, sobretodo en las nuevas generaciones, y el planteamiento del software esqueuomórfico es una forma de avanzar tecnológicamente sin perder la esencia cotidiana y cercana de los objetos del mundo real, enlazando el pasado con el presente. Me refiero por ejemplo, a las continuas referencias a la estética de los calendarios de papel o agendas personales, e incluso a la emulación de las técnicas fotográficas de las tan apreciadas cámaras Polaroid o las clásicas lomográficas.
Pero tras la decisión de Tim Cook de poner a Jonathan Ive –el diseñador responsable de los diseños minimalistas de iMac, iPod y iPad– al frente no sólo del producto físico, sino también de la apariencia y textura de su software, se abre la puerta a determinadas especulaciones en torno a una vuelta a los orígenes de Apple para el lanzamiento, en septiembre de este añ,o de la versión 7 de iOS. Con la marcha de Forstall y el fichaje de Ive, la compañía se enfrenta a una difícil decisión que va mucho más allá del simple sonido del obturador de la cámara del diseño esqueuomórfico o el uso de las formas simples y los colores neutros del flat design.
En cierta medida, el diseño digital no deja de ser un juego de metáforas e ilusión, orientado a maximizar la experiencia visual y sensorial del usuario con el dispositivo y sus aplicaciones. Por tanto, decantarse por la simplicidad de Ive y su apuesta por la eliminación minuciosa de todo lo redundante, o el planteamiento de Forstall y su incorporación de texturas y recursos visuales que enlacen la tecnología del presente con el pasado, es una decisión comercial que está generando división de opiniones entre los diseñadores de la compañía.
Para Adam Greenfield, autor y asesor de diseño tecnológico de Apple, o el desarrollador de software James Higgs, el uso del diseño esqueuomórfico infantiliza y vulgariza la exquisitez de los productos de la compañía. En cambio, el diseñador de contenidos interactivos Sacha Greif, defiende el realismo y la textura de la interfaz del iPhone hasta el punto de afirmar que «Nadie había visto tal riqueza visual en un sistema operativo antes, y menos en un teléfono… El realismo fue la manera de enlazar el futuro con el pasado y de hacer que la gente se sintiera cómoda con el nuevo aparato».
A pesar de que para la gran mayoría de usuarios estos temas no sean más que sutilezas estilísticas, también es cierto que son componentes psicológicos que predisponen al cliente a la hora de decantarse por un determinado dispositivo, y que por tanto, han colaborado en el éxito de los productos de la compañía. Hoy en día, sin embargo, incluso los seguidores de Apple coinciden en afirmar que llegó la hora de plantear cambios sustanciales, y con la llegada de Ive todo apunta hacia una vuelta a los orígenes, cuya filosofía de diseño le debe mucho al diseñador alemán Dieter Rams: “Para mí el buen diseño significa el menor diseño posible” o “menos, pero mejor”.
Tal y como dijo Jonathan Ive en 2012, en una entrevista para el diario británico The Daily Telegraph, «nosotros realmente no hablamos de diseño, hablamos sobre desarrollar ideas y hacer productos». Por tanto, no es de extrañar que para el próximo lanzamiento del iOS 7, la compañía apueste por el flat design y la estética bidimensional de líneas simples y depuradas que tanto gusta a Ive. Esperaremos a ver que ocurre.
Imágenes vía wikipedia