La startup SolidEnergy, salida del MIT, ha creado un tipo de baterías más seguras y baratas que podrían servir para los coches eléctricos, aunque también para la electrónica de consumo.
Las baterías de ion litio dominan cualquier vehículo, dispositivo o aparato que funcione a partir de la corriente eléctrica sin estar enchufado a la red de general de suministro. A pesar de las investigaciones para modificar las celdas y sustituir los compuestos que forman este componente, destacando los experimentos con sicilio, el ion litio aún tiene largo recorrido. Por ello algunos científicos han optado por profundizar en este modelo, mejorando algunos detalles, en lugar de proponer una estructura radicalmente diferente.
La startup SolidEnergy, que ha nacido en los laboratorios del MIT, tiene su propia propuesta para mejorar las baterías de ion litio, que utilizan desde los smartphones hasta los coches eléctricos. Modificando los electrodos y el electrolito, los componentes básicos en cualquier sistema de almacenamiento de energía, han logrado incrementar en un 30% la capacidad y reducir los costes.
Este cambio puede revestir gran importancia para la construcción de un coche eléctrico sostenible, pues sería más barato de producir y poseería una autonomía superior a los modelos actuales. El último de los aportes positivos de esta investigación es la seguridad. SolidEnergy ha trocado el grafito que se utiliza normalmente como electrodo por litio, una apuesta arriesgada, teniendo en cuenta que el metal puede causar cortocircuitos, como ha ocurrido en otros experimentos.
El sistema ideado por SolidEnergy recubre el metal (litio) con un polímero extremadamente fino, tanto que no ralentiza el tránsito de iones de litio. Esto permite que la reacción sea más fluida y en cuanto a la seguridad, se utiliza un electrolito en forma de líquido iónico – en el que sólo hay iones – que no es inflamable. El uso de electrodos de litio se da hoy en día, pero o bien se producen cortocircuitos indeseables, o la protección contra estas contingencias que se incorpora en el proceso de producción eleva el precio final y perjudica al rendimiento de la batería.
La startup ha hecho pruebas con baterías de tamaño reducido, del estilo de las que se pueden encontrar en un dispositivo móvil. El objetivo es que este sistema sirva para mejorar la capacidad de almacenamiento de los coches eléctricos, aunque aún se está lejos de esta meta. Por el momento queda más cerca la electrónica de consumo, un mercado cada vez mayor y para el que no será necesario un proceso de desarrollo tan exigente.
La compañía, sin embargo, no pretende fabricar las baterías sino dividir el trabajo. Se ocupará principalmente de seleccionar los materiales, probarlos, ni que decir tiene, y después venderlos a los fabricantes especializados. El precio de este componente se podría reducir a la mitad, e incluso la cuarta parte de lo que cuesta ahora.
Imagen: Ludovic Hirlimann