Desde el año 2010, el cuarto jueves de abril se celebra el Día internacional de las niñas en las TIC. Esta iniciativa propuesta por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo especializado de las Naciones Unidas, busca achicar la brecha digital de género mediante la promoción de las vocaciones tecnológicas en las niñas y jóvenes.
¿Por qué hablamos de brecha de género digital? Porque faltan mujeres en Internet. Mujeres que se apropien y decidan sobre los entornos digitales. Mujeres que puedan permanecer en estos espacios sin sufrir violencias, agresiones o mensajes disciplinadores. Los territorios digitales son espacios sociales donde pasan cosas maravillosas, pero donde también se trasladan, potencian y refuerzan disputas y discriminaciones históricas. Una de ellas es la de género.
La brecha digital de género se refiere a las diferencias entre varones y mujeres en el acceso a equipos informáticos en el uso de las TIC y la permanencia en los espacios digitales. La brecha digital de género se da por una combinación de factores sociales que se acumulan en formas de discriminación intencional o incidental; y en desventajas que desalientan a las mujeres a participar en el mundo digital.
La brecha de género digital tiene diversas aristas, no es simple ni unicausal
Por un lado, contamos con la brecha que se genera en el acceso, es decir, la vinculada a las niñas, jóvenes y mujeres que logran conectarse efectivamente a Internet. Este aspecto de la brecha de género digital es el que más ha avanzado en los últimos años. Tras la llegada de la pandemia y la creciente digitalización de la vida cotidiana podemos decir, según datos oficiales en España, que la brecha de acceso de las mujeres ha sido fuertemente reducida.
De igual manera, podemos afirmar que las mujeres están accediendo a conectarse cada vez más. Ingresan a Internet. Están allí. Entonces, ¿por qué seguimos hablando de brecha? La respuesta es porque existen otras aristas a indagar.
Nos encontramos con un segundo plano de la brecha: la del tipo de uso. ¿Qué hacen las mujeres en Internet? Una vez conectadas, la carga mental que viven las mujeres se traslada también a estos entornos. Según recoge la Cepal, durante la pandemia por la COVID-19 y el cierre de las escuelas, las mujeres absorbieron en gran medida la responsabilidad de mantener la escolaridad a distancia de los chicos y las chicas. El tiempo que pasan conectadas las mujeres se destina en gran medida a la continuidad escolar de sus hijos, trámites digitales del hogar o compras familiares.
La pregunta que debemos hacernos entonces es, ¿qué espacios digitales no están siendo ocupados por las niñas y mujeres? Para analizar este aspecto debemos comprender que aún hay una gran desigualdad en cuanto dentro de las competencias digitales y el ejercicio de las profesiones relacionadas con la tecnología.
Una mayor inclusión de la niña y la mujer en carreras STEM
En esta línea, es necesario analizar una tercera arista de la brecha: la permanencia. Las mujeres no solo tienen desigualdad en el uso y la toma de decisiones. Una vez conectadas, las violencias ejercidas contra las mujeres tienen un efecto expulsivo y de autocensura. Los discursos de odio machistas disciplinan y delimitan lo que deben o no expresar las mujeres en redes sociales o plataformas digitales. Los mensajes de odio tienen como fin último una merma en el derecho a la expresión de las mujeres, quienes como autodefensa deben retirarse o reducir su participación en las plataformas que les gusta utilizar.
Es decir, las mujeres se conectan, pero suelen tener un uso parcial y se les dificulta permanecer en forma plena. Cuando logran estar, cobra terreno el último punto clave para analizar en la brecha de género digital: la toma de decisiones. Las mujeres no suelen ocupar puestos jerárquicos en la toma de decisiones en esos espacios. No los suelen diseñar ni programar. Persiste, en efecto, una gran desigualdad en materia de género respecto a carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
El imaginario colectivo se sigue desarrollando en torno a la figura de hombre blanco y joven; y la falta de representatividad, tanto en las noticias como en la literatura, videojuegos, series y películas, respecto de las mujeres en tecnología genera un efecto bola de nieve: las niñas no incluyen en su imaginario la posibilidad de dedicarse a ello, ya que no cuentan con las referencias necesarias para visualizarlo dentro del campo de lo posible.
El cambio social y cultural es urgente: debemos repensar la representación, las historias y los ejemplos. Tenemos que eliminar la violencia digital machista y fomentar la permanencia de las mujeres en Internet. Y, a su vez, debemos distribuir la carga familiar que viven las mujeres. Mientras estos cambios suceden, el Estado debe garantizar la igualdad de derechos no como un favor, sino como una obligación.
Como sostiene Marta Balenciaga, decana y presidenta del COIT (Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación), “si queremos lograr que el mundo digital se convierta en un espacio igualitario, hace falta impulsar políticas públicas digitales con una visión de género para que las oportunidades sean equitativas, tanto para mujeres como para hombres en todos los ámbitos digitales”.