Un estudio liderado por la Universidad de Columbia (EEUU) ha concluido con la idea de que el aumento de la temperatura del mar está acelerando los procesos marinos, y con ello, la expulsión de dióxido de carbono.
En el océano nació la vida. Y, si la tendencia sigue así, probablemente también acabará. Pese a que puede sonar muy catastrofista, parece que la dinámica continuada del ser humano de mirar por el interés propio antes que por el global acabará pasando factura al planeta.
Movimientos como los liderados por Greta Thunberg han puesto de manifiesto que el problema medioambiental ha dado paso a una concienciación cada vez más generalizada, sobre todo en los más jóvenes. Debido principalmente a que serán ellos los encargados de lidiar con las posibles consecuencias climáticas que dejen los actos de sus padres.
A este respecto, la opción de los océanos de ser el arma más importante para frenar el calentamiento global cada vez es menor. Porque el aumento de las temperaturas, tanto en su superficie como sus profundidades, está mellando la defensa natural contra los llamados gases de efecto invernadero.
El dióxido de carbono, protagonista
Según un estudio liderado por Robert Anderson, de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, se ha concluido que «el calentamiento (de los océanos) causará un reciclaje más rápido del carbono en muchas áreas, y eso significa que menos carbono llegará a las profundidades del océano y se almacenará allí».
Es decir, el aumento de temperatura de los mares está provocando una aceleración de los procesos marinos. Es en este sentido en el que los océanos actúan tanto de catalizadores de gases de efecto invernadero, como a su vez, y gracias a esta aceleración, en los principales exportadores de esos mismos gases hacia la atmósfera.
No deja de ser paradójico que esos mismos procesos que sirven para ayudar al planeta sean los mismos que, a la larga, y con un aumento de velocidad, puedan provocar una especie de colapso medioambiental.
Según los propios científicos, este hecho es una cuestión significativa para la naturaleza propia, porque genera la idea, ya no solo del calentamiento global a nivel individual, sino como explicación de una serie de pequeños procesos intercalados, que, a la larga, y en suma, pueden provocar lo que muchos están denunciando en la actualidad; es decir, la pérdida de vida a gran escala en el globo.