Aunque la realidad virtual es la tecnología que más llama la atención cuando hablamos del metaverso, hay otras que también tiene mucho que decir para que los mundos virtuales y servicios asociados funcionen correctamente. Por ejemplo, las conexiones 5G. Rápidas, fiables y con baja latencia. Y el Edge Computing también tiene en el metaverso mucho trabajo por hacer.
Como vimos en un artículo anterior, el Edge Computing está ayudando a potenciar servicios y actividades que necesitaban este tipo de tecnología. Una implementación técnica que permite conectar dispositivos entre sí, intercambiar información a gran velocidad y obtener respuesta por parte de un ordenador o servidor central de manera prácticamente inmediata. Automatizaciones varias, domótica, la industria 4.0, la logística, la monitorización de personas, objetos o máquinas…
Y, precisamente, las virtudes del Edge Computing son claves para que sirva en el metaverso y haga posible el despliegue técnico que requieren la realidad virtual y los servicios que poco a poco vamos viendo venir por parte de grandes como Meta (antes Facebook), Microsoft, Google o incluso Apple.
Mobile Edge Computing, del centro de datos a la propia red
Cada vez se habla más de Multi-access Edge Computing y de Mobile Edge Computing como sinónimos. No son exactamente lo mismo, pero en la práctica, convergen. Precisamente, la diferencia entre el Edge Computing y el Cloud Computing es que la toma de decisiones por parte de las máquinas encargadas no se produce en el centro de datos, a kilómetros de distancia. En su lugar, la infraestructura basada en Edge Computing está en el lugar en el que se necesita. Como mucho, a unos pocos metros de donde son necesarias.
No se trata de defender una tecnología frente a otra. Ambas tienen sus ventajas e inconvenientes. En función de la tarea que se les exija. En el caso del metaverso mismo, hay partes de su infraestructura que emplean Cloud Computing. Pero en el último eslabón de la cadena, la que implica al usuario final, el Edge Computing hará posible el metaverso como tal. En especial cuando incluimos realidad virtual, monitorización en tiempo real y otros detalles todavía por pulir en la práctica.
El MEC o Multi-access Edge Computing distribuye los recursos a través de la propia red en vez de ubicarse en un centro de datos. Es decir, que está próxima al usuario, evitando así posibles cortes en la red, latencia y otros inconvenientes difícilmente aceptables cuando se trata de enviar y recibir millones de datos para que una persona interaccione virtualmente empleando sensores que generen una réplica en un mundo digital.
Puede que, por el momento, los metaversos que ya existen permitan trabajar con anchos de banda similares a los que ya tenemos en casa para disfrutar de Netflix, Spotify, Zoom o Fortnite. Es decir, vídeo por streaming, música por streaming, videollamadas y juego online. Pero a medio y largo plazo, las posibilidades del metaverso requerirán un tiempo de respuesta inmediato para responder a servicios como replicarnos de cuerpo entero en una sala de reuniones virtual, pasear por espacios realistas digitales, hacer actividades físicas a distancia y un largo etcétera.
Hacer más con menos consumo de energía
Una de las críticas que se le hace al metaverso es su alto consumo de energía eléctrica. Es cierto que las tecnologías que hacen posible el metaverso requieren electricidad de forma considerable. Pero también es verdad que los centros de datos y las redes fijas y móviles han evolucionado a grandes pasos en los últimos años. Centrándose tanto en la velocidad de respuesta y su escalabilidad como en el aprovechamiento de los recursos disponibles. En especial en lo que atañe a la eficiencia y consumo eléctrico. Hacer más con menos.
Ahí, el Edge Computing vuelve a serle útil al metaverso en el sentido en el que este tipo computación ocurre físicamente cerca del usuario final. Esto evita utilizar grandes cantidades de recursos a kilómetros de distancia. Sin contar el despliegue de ancho de banda. Además, la infraestructura necesaria se puede redistribuir, compartimentar y adaptar a las necesidades de cada momento, reduciendo el consumo eléctrico a lo estrictamente necesario en el lugar en el que se requiere su uso.
En la práctica, tecnologías como la realidad virtual, la realidad aumentada o la realidad mixta necesitan procesamiento de grandes flujos de datos y respuesta inmediata. Para replicar las acciones del usuario y para generar entornos virtuales de gran calidad. Todo ese trabajo duro, realizado mediante Edge Computing, reduce costes y consumo de red y electricidad. A partir de ahí, la interacción con aplicaciones y servicios en Internet se realiza de una manera más óptima, donde ya pueden entrar el Cloud Computing y las infraestructuras actuales.
En definitiva, el Edge Computing es una pieza clave para el metaverso tal y como está planteado a medio plazo. Por suerte, ambas tecnologías están evolucionando a buen ritmo para satisfacer los servicios y productos que correrán en los mundos virtuales. Un salto cualitativo al que todos tendremos acceso. De una manera u otra, en el momento en el que todas las tecnologías implicadas estén suficientemente maduras.