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Educación y tecnología, ¿por qué deben ir de la mano?

La relación que debe existir entre la educación y la tecnología es, sin duda, uno de los debates más candentes de nuestro tiempo. Y eso, en una época repleta de enconados debates y transformaciones en casi todos los frentes de nuestra vida, desde los más cotidianos hasta los más trascendentes.

Pero es algo inevitable. En un mundo que cuestiona cada día todas sus herencias y pasados, que intenta replantear su presente, e influir activamente en su futuro, encontramos a estas dos señoras en el mismo centro de todos los dilemas. Ambas, en esencia, recogen el pasado y moldean el futuro a través de la arcilla con que se cuenta en el presente. La educación y la tecnología no son dioses lejanos que dictan nuestro mundo, pero sí herramientas humanas con las que, más nos vale darnos cuenta, influimos en este para hacerlo habitable, en lo social y en lo práctico.

Además, vivimos en una época en que la tecnología y la ciencia se han introducido en lo más profundo del propio tejido de hilos entrecruzados que conforman nuestras vidas. Han tocado y transformado cada faceta, desde nuestra forma de comunicarnos, relacionarnos o trabajar, hasta los ámbitos más nimios de nuestra cotidianidad. Desde la informática o la exploración espacial, hasta la arqueología, la medicina, la agricultura o, incluso, la gastronomía. Y, lo más importante, todos los análisis aseguran que esta tendencia irá a más en el futuro.

Vertientes de un debate

Por todo ello, pienso que, aunque son muchos los matices y vertientes de este debate sobre la relación que debe existir entre la educación y la tecnología, podemos partir de una idea como base común: No podemos educar a nuestros hijos e hijas de espaldas a la tecnología.

A partir de ahí, podemos plantearnos miles de preguntas y razonar distintas formas de actuación. ¿Debemos educar con la tecnología, o en la tecnología? ¿Qué aporta, realmente, la tecnología a la educación (y viceversa)? ¿Cómo se deben adaptar los métodos educativos a las nuevas tecnologías, que, a su vez, siempre irán evolucionando? ¿Cómo hacer compatibles las distintas velocidades de ambos mundos? ¿Cómo hacer todo esto, además, de una forma inclusiva y que ayude a derribar, de una vez, las barreras que existen desde hace siglos, como la brecha de género en el ámbito tecnológico?

Son muchas las cuestiones que se abren ante nosotros en este debate, y en las que deberemos buscar consensos. La montaña es alta, pero está en nuestro camino y no podemos obviarla, ni rodearla. La tecnología es, entre otras muchas cosas, una forma de pensar, y conforma una forma de vivir, y debemos preparar a nuestros jóvenes para desenvolverse y buscarse la vida, ya sea como usuarios o como especialistas, en un mundo en el que tendrá un papel importante.

Educación y Tecnología
Imagen de Brand Factory.

Educación y democratización de la tecnología

Por otro lado, y ya desde un punto de vista bien práctico, nuestras sociedades se enfrentan a un problema que, si no actuamos ahora, puede convertirse en un verdadero quebradero de cabeza a medio y largo plazo: la democratización de la tecnología, o, mejor dicho, la ampliación del ámbito de su influencia a casi todas las facetas de nuestras vidas, hace que nos enfrentemos a un futuro en el que habrá una fuerte demanda de profesionales técnicos.

La automatización de los procesos, los avances científicos y tecnológicos, la creciente dependencia de nuestras mismas sociedades de los entornos tecnológicos y digitales, implicarán cada vez más que necesitemos una sociedad cualificada y preparada para los nuevos retos. En ese futuro tendrán que vivir, trabajar y crear nuestros hijos e hijas.

Y, según afirman estudios recientes a todos los niveles, ya nos van faltando profesionales y técnicos para hacer frente a este aluvión. De modo que, incluso desde un punto de vista más egoísta, digamos, sí existe otra razón para buscar una relación más estrecha entre la Educación que reciben nuestros hijos e hijas, y la Tecnología: Habrá mucho trabajo en este ámbito, sin duda.

Evidentemente, no digo que el objetivo deba ser que todos sean profesionales relacionados con la STEM. Pero sí que, cualquiera que sea su proyecto de vida, van a tener que estar familiarizados con el propio funcionamiento de este ámbito de la tecnología. Ya sea para desempeñar sus funciones, o las propias gestiones de la vida cotidiana.

El problema de la brecha de género en la tecnología

Y no quería cerrar estas reflexiones sin referirme a una problemática que también, por fin, se ha puesto en el centro de nuestros debates más actuales: la brecha de género existente en el mundo tecnológico. La presencia femenina en este ámbito es escasa.

Es un hecho innegable que este problema existe, y que debemos mirarlo a la cara, de una vez por todas. Analizar sus causas y sus raíces sociales e históricas. Implementar acciones realistas y de impacto, romper de una vez con esta tendencia histórica, y no perpetuarla en el futuro. Este es, sin duda, uno de los mayores retos a que se enfrentan nuestras sociedades en estos momentos.

Y pienso que la herramienta más importante con que contamos para enfrentar un reto como este, es la Educación. Su relación con las familias, con los entornos sociales, pero, sobre todo, con la misma esencia de lo que significa la Tecnología. No es solo repetir la frase de: “la tecnología no es solo cosa de chicos”. También hay que mostrarlo realmente y, por lo tanto, hacerlo creíble.

Imagen de Brand Factory.

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