Internet como ayuda para vícitmas Acoso escolar

El acoso escolar y la tecnología

Quizás uno puede pensar que nacer siendo una persona LGTB+ en el año 1994 en un pueblo de 30.000 habitantes no es tan difícil y que en esa época los derechos, la visibilización LGTBIQ+ y la era de información ya estaba suficientemente avanzados como para nacer y crecer en un contexto seguro. Permítanme decirles a todos los que puedan pensar eso, que están equivocados. Os voy a contar como es crecer en los años previos al boom de la tecnología y los avances LGTBIQ+.

Mi nombre es Juan Francisco, nací hace 29 años en Manacor, un pueblo ubicado en la bonita isla de Mallorca. Crecí en un contexto donde la visibilización y la normalización de las personas LGTBIQ+ era casi nula, lo cual me hizo ser una víctima del acoso escolar.

Crecer siendo LGTBIQ+ en los años 2000

En caso de ser visible alguna persona del colectivo, la mayoría de las veces era causa de mofa o burla. La primera vez que se burlaron de mí fue con 4 años. Recuerdo nítidamente la primera vez que alguien uso la palabra maricón para referirse a mí sin yo entender ni siquiera su significado. En ese momento intuí que la connotación era negativa y así lo pensé erróneamente durante muchos años en los que sufrí acoso escolar.

A partir de ese primer momento, usaron infinitamente esa palabra para referirse a mí, hubo personas que me rechazaron sin conocerme, otras me amenazaron, me persiguieron, me pegaron y, en definitiva, me hicieron vivir muchas situaciones excusándose de que yo era diferente y por ello merecía vivir todo eso. En realidad, yo no sentía que mi diferencia fuera anormal. Me consideraba un niño igual que el resto, un niño que le gustaba jugar, iba al colegio todas las mañanas, a piano por las tardes, sacaba muy buenas notas y me gustaba comer dulces y bocadillos de chocolate en el recreo. Me gustaba tener amigos y amigas, podía jugar con la pelota y con las muñecas, me gustaba enfangarme en la tierra durante el verano y volver a casa con los pantalones rotos, me gustaba montar en bicicleta y patines y hacer carreras con los demás. Simplemente y desde mi perspectiva, cuando aún no sabía mi orientación sexual, la diferencia era solamente algo que los demás veían

Acoso escolar discriminación
Fuente: Unsplash

El proceso de salir del armario: la pantalla como espejo

Llegó el momento que empecé a notar que era diferente. Salí del armario con quince años después de atravesar una pubertad y preadolescencia lleno de dudas, auto-rechazo, miedo a confirmar lo que los demás decían y miedo a seguir siendo rechazado y sufrir acoso escolar. Es entonces donde la televisión y la llegada de Internet se convierte en una herramienta crucial para ayudarme a hacer desembocar todo ese huracán emocional en orgullo, liberación, empoderamiento en todos los sentidos.

Durante esos años de dudas se debatía en televisión sobre la legalización del matrimonio homosexual, empezaron a aparecer parejas como Mauri y Fernando en la mítica serie española “Aquí no hay quien viva”, a la vez que aparecían personas que rechazaban los discursos homófobos.

LGTBIQ+ visibilización
Fuente: Unsplash

Los jóvenes como yo empezábamos a tener personas con las que identificarnos que hablaban en nuestra defensa. No obstante, todo eso seguía siendo insuficiente para mí. Estaba sediento de información y respuestas. Por suerte, habían creado una herramienta a la cual podías buscar y encontrar toda la información a nivel mundial: Internet. Aún recuerdo las primeras conexiones a través de cable. Me pasé muchas tardes después del ir al instituto buscando respuestas: ¿Es una enfermedad? ¿Tiene cura? ¿Se puede vivir siendo homosexual? ¿Se puede ser feliz siendo homosexual?

Por primera vez, encontraba toda una serie de blogs, noticias, libros, artículos, etc. donde hablaban con normalidad y objetividad sobre la homosexualidad. Por primera vez mi miedo a ser homosexual se atenuaba un poco

Internet también tenía una plataforma muy importante en todo mi proceso de aceptación: el chat. A través de los chats pude encontrar muchas personas que habían tenido experiencias similares a las mías y que estábamos atravesando el mismo proceso. Internet no solamente atenuó el miedo, si no que me hizo comprender que no estaba solo, que lo que estaba viviendo era algo normal y que debía aceptar mi homosexualidad con completo orgullo y enfrentarme a todos los que quisieron decirme que formar parte de la diversidad sexual es algo que tenía que cambiar. La tecnología no solamente ha sido importante en mi proceso de aceptación y salida del armario. Siguió siendo importante en todo lo que viví después.

Concienciación sobre colectivo LGTBI Tecnología
Fuente: Unsplash

El poder de la tecnología: la pantalla como ventana

Nacer en los años previos al boom de la tecnología e Internet me hizo comprender el poder que éste puede llegar a tener. A través de unas pocas pulgadas podemos encontrar respuestas a preguntas que tu entorno quizás no te responde. Podemos encontrar maneras de pensar distintas a las que puedan tener en tu propia casa o en tu ciudad. Podemos conectar con personas que te hagan sentir y entender que dentro de ti todo está bien y que te den el apoyo, la comprensión y el cariño que necesitas. Es una ventana hacia otra realidad. A través de unas pocas pulgadas puedes encontrar todo un mundo que puede permitirte ser la mejor versión de ti. 

No olvidemos que, a pesar de los avances que se han hecho durante todos estos años en derechos, igualdad y visibilidad LGTBIQ+, los delitos de odio y la homofobia siguen siendo algo con lo que nos tenemos que enfrentar las personas que pertenecemos al colectivo. No olvidemos esas personas que aún hoy en día pueden estar en búsqueda de respuestas y usen la tecnología para encontrarlas. Sigamos estando presentes y visibles a través de la pantalla, sigamos siendo esa ventana para que esas mismas personas puedan decir al cabo de unos años que están orgullosos y felices de ser como son y sentir como sienten.

Sobre el autor

RELACIONADOS

Concienciación VIH

La tecnología frente al estigma del VIH

Era un miércoles soleado de agosto en Barcelona. Aquel día, el destino había decidido cambiar el rumbo de mi existencia. Lo que tenía que...