El lado oscuro de la geolocalización

Las redes sociales tienen como objetivo principal ofrecer a los usuarios una plataforma web en la que mantener y mejorar la interactividad entre ellos. Compartir fotografías, mensajes, vídeos o artículos, entre otras cosas, es, hoy en día, un acto muy común. A todo esto, ahora también tenemos que sumar la opción de geolocalización.

El empleo de la geolocalización en redes sociales nos permite dar a conocer nuestra posición exacta cada vez que compartimos algo con nuestra red de amigos y contactos. Esta tecnología puede ser muy útil y de gran ayuda cuando se utiliza de manera responsable y correcta, pero, por el contrario, también puede implicar numerosos riesgos cuando se le da un uso equivocado.

Compartir fotos de nuestras vacaciones o de nuestros lugares preferidos dando a conocer la ubicación exacta es algo muy habitual, sobre todo en redes como Instagram o Facebook que además fomentan la competición por ver quién ofrece la mejor foto o quién acumula más followers.

Pero lo que hay que tener muy presente es que toda la información de geolocalización puede resultar accesible también a personas desconocidas, y no solo a amigos y conocidos. Por ejemplo, compartir la ubicación de nuestra zona de veraneo o de nuestro restaurante favorito, da pie a que ciberdelincuentes sepan que estamos fuera de casa y aprovechen la ocasión para ejecutar robos, secuestros o violaciones de privacidad.

Cualquier usuario puede conocer tu ubicación

Además, redes como Instagram o Foursquare están conectadas por Twitter, una plataforma de microblogs abierta a distintas interacciones y visualización del contenido, lo que significa que cualquier usuario de la plataforma de microblogging puede conocer exactamente la ubicación compartida.

Pero la geolocalización no solo nos expone a este tipo de delincuentes. Cada vez son más las empresas que utilizan esta tecnología para captar más clientes, donde el negocio, en muchas ocasiones, consiste en localizar a potenciales compradores para acercarlos a ofertas determinadas. Esto supone, sino un riesgo como tal, una clara invasión de nuestra privacidad.

Queda claro que existen innumerables riesgos asociados a la tecnología de la geolocalización, y por ello resulta de vital importancia seguir ciertas pautas y consejos para evitar ser víctima de ciberdelincuentes alimentados por la información que compartimos en nuestras redes sociales.

En relación a este tema, ElevenPaths, la unidad global de ciberseguridad de Telefónica, realizó una investigación sobre las configuraciones de privacidad de los presidentes de gobierno y primeros ministros respecto a la red social Twitter.

Una de las principales conclusiones que reveló el estudio fue que, al menos, el 85% de los que tienen cuenta en esta red social sobreexponen un indicio de la cuenta con la que se realizó el proceso de alta, incluso algunas muestran información del número de teléfono.

Otra mala práctica observada en la investigación es que el 39% de los perfiles analizados tenían habilitada la geolocalización.

¿Cómo podemos evitarlo?

En primer lugar, debemos restringir nuestras redes sociales y hacer un filtro manual de los usuarios de cada red; además es importante tener cuidado con el contenido que publicamos y a qué red lo subimos (Twitter e Instagram suelen ser usados por los usuarios de manera abierta). Por otra parte, debemos ser consecuentes con los check-in de geolocalización, es decir, no es imprescindible dar a conocer en todo momento dónde nos encontramos a qué eventos acudimos.

Esto sucede en otras apps como es el caso de Tinder. En ElevenPaths llevaron a cabo un proyecto para trabajar en una herramienta donde se pudiera ver claramente cómo se puede hacer un seguimiento continuo de un perfil.

¿Cómo geolocalizar a un usuario de Tinder en todo momento? Tinder indica una distancia mínima de una milla, ya estemos al lado del objetivo o más lejos, por lo que existiría error. Sin embargo, si podríamos mantenernos siempre a una milla de nuestro objetivo, moviéndonos en el radio que Tinder nos indica que está el usuario para acércanos hasta esa distancia mínima.

De esta manera, la precisión no es del 100% pero sí podemos saber en qué zona se encuentra, cuándo va a trabajar, qué ruta sigue, entre otras cosas. De hecho, desarrollaron un bot con el que automatizar las peticiones a Tinder, así como una app web sobre la que poder almacenar y estudiar los datos. Esta app les permitía filtrar usuarios de Tinder en una zona concreta para obtener el ID del objetivo y comenzar la geolocalización continua.

Por último, es recomendable evitar asociar las redes privadas a otras más abiertas como Twitter o Instagram, ya que, como comentábamos antes, son redes más accesibles para usuarios desconocidos.

En cualquier caso, la formación es imprescindible en estos temas, sobre todo en el caso de usuarios con hijos a los que es necesario explicarles los riesgos que existen al compartir información en las redes sociales, especialmente la localización.

Lo importante es concienciar y educar a padres, niños y a la sociedad en general de que Internet y las redes sociales también pueden suponer un peligro, sobre todo cuando hacemos un uso irresponsable de ellos.

Una de las lecciones que tenemos que aprender es que cuando te das de alta en una red social o servicio lo primero que tienes que hacer es ir a opciones de privacidad y configurar la seguridad.

Además, los contratos que firmas cuando vas a utilizar un determinado servicio son, algunas veces, tan largos y complicados que no sabemos ni a lo que estamos dando consentimiento. Por ello es tan importante seguir estos consejos para proteger tu privacidad.

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