Los efectos anímicos que tiene la música sobre las personas son fáciles de comprobar. Todos nos hemos sentido alegres al escuchar una canción. O nostálgicos o valientes o reflexivos. Quizá no salten a la vista. Incluso puede que normalmente no asociemos esos efectos a la música. Pero todos tenemos claro que existen. En estas sensaciones, llevadas a un terreno terapéutico y con una guía profesional, se basa la musicoterapia.
El empleo de la música, así como de los elementos que la componen —ritmo, melodía, armonía, sonidos—, para mejorar la calidad de vida de una persona es lo que se llama musicoterapia. Y uno de los requisitos para que así sea es contar con el soporte de un profesional musicoterapeuta que guíe el proceso. El objetivo es influir en la persona a nivel de salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual.
Desde la Federación Española de Asociaciones de Musicoterapia (FEAMT) proponen una definición más técnica: “La musicoterapia es el uso clínico y basado en evidencia, de intervenciones musicales con el fin de lograr objetivos individualizados dentro de una relación terapéutica por parte de un profesional acreditado, que ha completado y aprobado un programa de formación en musicoterapia”.
Musicoterapia y 5G
La capacidad que tiene Internet para servir música mediante streaming puede resultar útil para la musicoterapia. Es posible acceder a una enorme base de datos musical y, además, controlarla a distancia. Es decir, el musicoterapeuta puede ofrecer una lista de reproducción a un paciente o a sus cuidadores de forma sencilla.
Con el 5G podría llegar otro salto hacia delante en este ámbito. Para empezar, los problemas de conexión móvil se reducirían, puesto que la velocidad es muy superior a la actual, la latencia será menor y se espera que mejore la cobertura. No hay que olvidar que la nueva red permitirá conectar muchos más dispositivos en una misma área. Pero es que, además, el aspecto auditivo se podría combinar con los estímulos visuales de la realidad virtual.
Algunos estudios apuntan los efectos positivos que puede tener la realidad virtual en pacientes con enfermedades neurodegenerativas. Uno de ellos es estimular la conciencia de uno mismo. Pero también puede intervenir en un proceso de recuperación de movilidad o mantenimiento de la misma. Siempre, eso sí, guiado por un profesional.
El proyecto Amatista
La fusión de ambas disciplinas es lo que propone el proyecto Amatista. Consiste en el uso de musicoterapia inmersiva, es decir, combinada con realidad virtual, gracias al empleo de redes 5G. Concretamente de la banda milimétrica o de 26 GHz, que permite una alta velocidad en la transferencia de datos.
Amatista es una iniciativa de Telefónica, Nokia y el Ayuntamiento de Segovia, junto con Cáritas, la Universidad Carlos II de Madrid, la Universidad de Valladolid y la Universidad Alfonso X el Sabio. Se ha puesto en marcha con el objetivo de ayudar en el tratamiento de personas con enfermedades neurodegenerativas. En una primera fase se ha implantado en la residencia de Cáritas de La Lastrilla, en Segovia.
El proyecto consiste en un servicio de vídeo musical, con la particularidad de que es inmersivo. La realidad virtual y la música se transmiten a los pacientes gracias al 5G. La idea es tratar de mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades como Alzheimer o Parkinson. En ellas está demostrado que la musicoterapia puede ofrecer beneficios destacados.
En este caso, Amatista suma a la música un vídeo en 360 grados que se puede ver mediante gafas inmersivas. El contenido corre a cargo de Nokia Bell-Labs en cooperación con diferentes creadores audiovisuales. Uno de los objetivos es medir y valorar la posible aportación de la musicoterapia inmersiva a programas de envejecimiento activo, especialmente pensando en personas con degradación neuronal.
Los beneficios de la musicoterapia
Aún está por ver cómo funciona esta combinación de estímulos, visuales y auditivos. Pero lo que sí está probado es el efecto de la musicoterapia en determinados pacientes. Desde la Federación Española de Asociaciones de Musicoterapia (FEAMT) dan una primera aproximación: “La música, en general, tendrá unos efectos que dependerán del significado que para esta persona haya tenido la música en su vida. Pero la musicoterapia, aplicada por un profesional cualificado, está centrada en el uso de la música para abordar el impacto emocional y psicosocial de la pérdida y el cambio derivados de la patología”.
También actúa como herramienta para monitorizar los cambios que se producen en un paciente. En el caso de personas con una enfermedad neurodegenerativa, como señalan desde FEAMT, la musicoterapia es posible porque la percepción, la emoción y la memoria musicales pueden sobrevivir mucho después de que otras formas de memoria hayan desaparecido. Así, la música puede ser de los únicos estímulos que sirvan para hacer reaccionar a un paciente con un deterioro importante.
La musicoterapia, siempre ligada a un profesional
El tratamiento con musicoterapia no es sencillo y requiere de una serie de fases. “Lo primero que hace un profesional de la musicoterapia es realizar un proceso de valoración inicial, con el objetivo de conocer las potencialidades y las necesidades del paciente a través de respuestas musicales en diferentes áreas: habilidades motoras, cognitivas, de comunicación, sociales, emocionales, de comportamiento, sensoriales y musicales”, explican desde FEAMT.
Evidentemente, el papel del musicoterapeuta es clave en todo el proceso, pero es especialmente importante en esta primera evaluación. “Se trata de recoger un cuerpo de información que al profesional le permita comprender al cliente para tomar decisiones clínicas informadas. De esta manera puede contribuir con información complementaria al diagnóstico si está integrado en un equipo multiprofesional, además de planificar el tratamiento”.
La selección de la música
Para elegir la música que más conviene a un paciente se necesita conocer sus preferencias. “La selección dependerá en gran medida de la historia musical del paciente, de su biografía sonora y del significado que haya tenido en su vida”, apuntan desde FEAMT, y añaden que también dependerá de “las características de los propios elementos musicales y las necesidades del paciente”.
Esto se entiende mejor con un ejemplo. “Un paciente con la enfermedad de Parkinson que necesite regular la cadencia de su paso, utilizará una música con un ritmo regular que tenga un tempo que se ajuste al ritmo que pueda mantener y, si es posible, que pueda hacer suya cantando, tanto externamente como de forma interna”, prosiguen desde FEAMT. En el caso de pacientes con Alzheimer la musicoterapia también ofrece un enfoque no farmacológico eficaz. “Las personas que padecen esta enfermedad muestran los efectos positivos que tienen las intervenciones con música familiar sobre la autoconciencia”, inciden en FEAMT. “Sobre todo si esta intervención se realiza de manera activa, en la que un musicoterapeuta cualificado va acompañando a la persona con su voz, facilitando el canto de la persona con Alzheimer. De esta manera se puede modular, ajustar la intensidad y la velocidad de la melodía”.