Un grupo de investigadores de la Universidad de Zurich ha conseguido determinar lo imposible. Gracias a un láser se ha podido medir el espacio vacío, la nada absoluta.
En el supuesto de que se consiguiera un entorno “vacío”, en el que no existiera ni una partícula, la naturaleza cuántica nos jugaría una mala pasada, ya que se generarían de igual modo pequeñas fluctuaciones de energía que aparecen y desaparecen. El vacío total no existe.
Los científicos se centran por tanto en la medición de esas pequeñas fluctuaciones de energía, que son lo más cercano al “vacío” que podrían medir. Aunque no habían tenido suerte, hasta ahora.
La Universidad ETH de Zurich ha conseguido medir el “espacio vacío” gracias a pulsos de láser, según han publicado en la revista Nature.
El espacio vacío, que entendemos como la nada, es en realidad [un campo infinito de posibilidades del que emergen las partículas que dan forma a todo lo que podemos ver, como bien define José Manuel Nieves en ABC.
La medición de las partículas del vacío nos transporta directamente al Principio de Incertidumbre. Heisenberg, (Premio Nobel de Física), enunció el llamado Principio de Incertidumbre o Principio de Indeterminación, según el cual, es imposible medir simultáneamente, y con precisión absoluta, el valor de la posición y la cantidad de movimiento de una partícula.
Esto significa que la precisión con que se pueden medir las cosas es limitada, y el límite viene fijado por la constante de Planck.
Puede localizarse la ubicación precisa de una partícula, pero a cambio su impulso no puede determinarse.
Este principio no se aplica solo a las partículas, sino también a los campos que las mismas generan.
A la hora de estudiar el vacío, si se selecciona un largo periodo de tiempo para la medición, el resultado del valor de la energía será cero. Sin embargo, si se escoge un único momento, sí se puede encontrar energía en un espacio que está aparentemente vacío.
¿Cómo influye esto en las mediciones de las partículas del vacío?
Los resultados que se obtengan nunca serán concretos, siempre abarcarán todo un espectro de probabilidades. Además, la medición de cualquier cosa supone el establecimiento de un punto de partida, algo tremendamente difícil en el vacío, que ya se encuentra en su estado mínimo de energía.
Entonces, ¿cómo consiguieron medir la “nada absoluta”?
En lugar de intentar medir la transferencia de energía de un campo vacío, buscaron los pequeños cambios en la polarización de los fotones. Al comparar los pulsos de láser enviados a través de un cristal súper frío, los científicos pudieron descubrir cómo el “vacío” entre los átomos del cristal afecta a la luz. Sus mediciones han permitido determinar el finísimo espectro de un campo electromagnético en su estado fundamental.