Herramientas Gestión emocional

Herramientas para una gestión emocional saludable en niños y adolescentes

Dominar nuestras emociones, identificarlas y ser capaces de dar una respuesta acorde al momento social y emocional en el que nos encontramos son rasgos de una buena gestión emocional. A continuación, vamos a describiros cuáles son las actitudes que favorecen que niños y niñas sean adolescentes y adultos emocionalmente compensados. Adquirir estas herramientas ayudará a nuestros hijos a llevar a cabo un empleo saludable de las redes sociales, su vida virtual, pero también de su vida física y real.

Escribir sobre gestión emocional es fácil, pero aplicarlo en nuestro día a día es más un proceso vital que unas simples pautas.

Vayamos por partes. Hablar de gestión emocional es algo tan amplio que se puede describir en otras palabras como la forma que tenemos de estar en el mundo. La manera en que hablamos con nosotros mismos, los relatos que contamos a nosotros mismos y a otros, formulan nuestras creencias, nuestra manera de entender el contexto que nos rodea y nuestras verdades.

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¿Cómo podemos modular nuestras emociones?

  1. Pensación”: Pensamiento y emoción van de la mano. Hay una relación directa entre lo que pensamos y como nos sentimos. Por tanto, si generamos pensamientos dañinos, negativos y los mantenemos en el tiempo, nuestras emociones van a tener el mismo clima dañino y negativo. Obviamente podemos trabajar en la otra dirección. Pensamientos neutros o positivos generan emociones positivas.
  2. No todo lo que pensamos es verdad: Debemos saber que nuestros pensamientos son siempre interpretaciones que realizamos de las cosas que nos ocurren basándonos en nuestras experiencias anteriores, en nuestros prejuicios y nuestros deseos. Nuestro cerebro es un gran especialista en ahorrar energía realizando explicaciones rápidas, sencillas y muchas veces injustas y parciales, que pueden resultarnos útiles en determinados contextos. Sin embargo, cuando se establecen como un patrón de pensamiento resultan contraproducentes para nuestra salud mental. Por ejemplo, ante un accidente de tráfico podemos ser una víctima o podemos ser un superviviente, la diferencia es mayúscula. La primera lectura nos resta capacidad de acción y nos ancla en una indefensión. Sin embargo, ser un superviviente te sitúa en una perspectiva de pensamiento que se enfoca hacia lo que voy a poder seguir haciendo.
  3. La manera que tenemos de hablarnos condiciona nuestras creencias: Háblate bien, cuida tus palabras contigo mismo. Existen grandes diferencias si nos decimos a nosotros mismos: “he suspendido el examen, soy un inútil” a si por lo contrario nos decimos: “este examen ha ido mal, he suspendido y necesito dedicar más tiempo a las ecuaciones”.
  4. Relativiza: Nuestros problemas de hoy nos parecerán pequeños baches emocionales en unos años. Debemos atender y trabajar nuestro malestar, pero no debemos sobredimensionarlo.
  5. No todo es personal: El día a día está plagado de interacciones sociales que durante nuestro diálogo interno nos llevamos al terreno personal, creando líneas de pensamiento que desvirtúan la realidad y afianzan certezas parciales.
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En definitiva, todas nuestras emociones están gobernadas por el relato que nos contamos y por la historia que recordamos. Por lo tanto, el tipo de pensamiento que tengamos condiciona nuestras decisiones.

Somos conscientes de que no existen recetas sencillas para hacer uso de una gestión emocional saludable y más en redes sociales, pero creemos que el primer paso y más importante es el de ser conscientes de nuestra formidable capacidad de trabajar, moldear y adaptar nuestros pensamientos y relatos.

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