Hemos hablado anteriormente de la identidad digital dentro del Metaverso y las claves de la identidad digital de la Web3, pero en esta ocasión y abordándolo principalmente desde el sentido común, hablaremos de cómo la constante generación de nuevos perfiles para darse de alta en diferentes plataformas y servicios, con la respectiva creación de usuarios y contraseñas que esto requiere, ha llevado a la mayoría de las personas al uso de herramientas de que ayudan a generar estás últimas de manera automática. Esto hace que al buscar una forma más fácil y rápida de hacerlo nos olvidemos de que estamos entregando nuestras contraseñas a plataformas centralizadas y dirigidas por terceros.
Por ello en este artículo hablaremos del reto en cuanto a la necesidad de empezar a contar con sistemas de identificación digital, que se aproximen más a una identidad virtual que nos proporcione seguridad y en paralelo rapidez y comodidad a la hora de ingresar en plataformas de la Web3 o servicios y mundos virtuales del Metaverso. En este sentido cada vez es más habitual hablar de avatares que de perfiles, y con ello de la identidad digital dinámica.
Identidad digital dinámica: Rapidez, comodidad y seguridad
Estamos entregando nuestros datos a cambio de comodidad. No nos paramos a pensar en la seguridad en sí misma, con que nos digan que la contraseña es “segura”, nos lo creemos y confiamos.
Desde la perspectiva de la web3 y la blockchain, a través de nuestro wallet podemos controlar nuestros datos, disponer de una identidad digital en la que somos nosotros quienes decidimos con quién compartimos esos datos y para qué. De esta manera ya tenemos la parte de seguridad cubierta.
Y si a nuestra wallet le añadimos el factor de doble autenticación (2FA), le añadimos una capa de seguridad extra para todo tipo de interacciones que puedan ser un poco más delicadas, como son las transacciones económicas.
¿Pero qué ocurre con la rapidez y la comodidad? Sí, nuestro wallet también nos da esa rapidez y comodidad, pero después de un onboarding bastante poco amistoso para el público general. Lo que muchas veces provoca la vuelta a la utilización de las contraseñas “seguras” de Google, o a volver a autenticarnos a través de nuestros perfiles en las redes sociales.
Cómo es el onboarding en la Web3
Lo que debería ser una facilidad, y aportarnos una seguridad y control nunca vistos hasta ahora, se nos escapa por la complicación de ese proceso de onboarding y no hacerlo lo suficientemente intuitivo como para que pase desapercibido. … son conceptos que no todo el mundo entiende y ante los cuales aparece esa sensación de miedo que nos devuelve a lo “malo conocido”.
Segundo punto del sentido común: algo que nos va a aportar seguridad y control, ¿no nos lo debería aportar desde el onboarding? Este es uno de los mayores desafíos a la hora de introducir al público general en el ecosistema web3, darle la misma comodidad y rapidez como se la puede dar el loguearse con cualquiera de sus perfiles de redes sociales.
No es tarea sencilla, pero sí supone un reto del que, si salimos vencedores, habremos dado un paso de gigante ante la adopción de la web3 por parte de un público mayoritario.
Retos de la adopción generalizada en la Web3
La adopción generalizada de la Web3 viene cargada de nuevos retos. En este artículo, y aplicando la perspectiva del sentido común, abordamos uno de ellos: nuestros avatares en la web3.
Avatares, esa imagen que nos representa en los diferentes entornos virtuales, nuestra carta de presentación ante los demás usuarios con los que podemos interactuar en los mundos tridimensionales y que son una parte fundamental de nuestra identidad digital.
Ya tenemos nuestro wallet. Ahora elegimos una plataforma de creación de avatares, lo diseñamos a nuestro gusto (más o menos realista, estilo cartoon, una versión lo más parecida a nosotros, una visión idealizada que tenemos de nosotros mismos, una fantasía cyberpunk…) Las posibilidades son prácticamente ilimitadas. Y los guardamos como un NFT en nuestro wallet.
Volvemos al sentido común: ¿Y si queremos modificar alguna característica de ese avatar? ¿Tendremos que volver a crear otro avatar desde el principio y volver a guardarlo como otro NFT? ¿Vamos a tener un NFT por cada modificación que queramos hacer? No tiene demasiado sentido.
Un avatar debe ser algo dinámico, editable sin necesidad de pasar por todo el proceso cada vez, y aquí es donde entra en juego el concepto de NFTs dinámicos o editables.
Importancia de los avatares dinámicos
Para entender mejor el concepto de los avatares como NFTs dinámicos, analicemos este símil: Consideremos el NFT básico como nuestro ADN, lo que nos dice cómo somos físicamente (altura, color de pelo, ojos, apariencia…). Si quiero cambiar mi color de pelo voy a peluquería, utilizo lentillas de colores para cambiar el color de mis ojos… Pero no modificamos nuestro ADN para crear una copia de nosotros mismos con esas variaciones.
El caso de nuestro avatar debería ser el mismo. El NFT base (ADN) dice quiénes somos (identidad digital), al que añadimos esa capa dinámica, para que cualquier modificación que realicemos de nuestra apariencia no necesite de la creación de un NFT, sino que sea un archivo dinámico que lee nuestro NFT base.
Esta idea cobra vital importancia con el auge de la moda digital. Además de cambiar la apariencia de nuestro avatar, queremos ir vestidos a la última moda, ya que eso nos otorga un estatus y una diferenciación con el resto de avatares con los que nos relacionamos. Tampoco vamos a ir vestidos de la misma manera a una reunión de trabajo, que a un concierto virtual.
Los NFTs dinámicos de avatares tienen también una gran importancia en la economía del Metaverso. Todas las transacciones que realizamos para modificar nuestra apariencia mueven una de las ruedas de la monetización en el Metaverso. Esto hace que sea rentable tanto para las marcas como para los diseñadores de moda digital el crear colecciones nuevas y exclusivas.
Sin olvidar que cuando compramos moda digital como NFTs, entramos a formar parte de esa economía del Metaverso, pudiendo volver a vender esos artículos de nuestros avatares, al igual que podemos vender ropa de segunda mano, con la diferencia de que la moda digital no se desgasta, y así podemos comerciar con ella sin las limitaciones que tendríamos en el mundo físico.
La identidad digital dinámica abre la puerta a nuevos retos a los que enfrentarnos, donde a través del conocimiento, el único límite es nuestra creatividad.