Los implantes médicos impresos en 3D van desde piezas dentales sencillas, de manufactura fácil, hasta la bio-impresión, aún en pruebas.
Tuercas, cubiertos y platos, objetos de decoración… Los usos que se le puede dar a la impresión 3D en el hogar son múltiples. Pero a veces se pasa por alto que el verdadero potencial de esta tecnología está en terrenos más profesionales, concretamente en la medicina. Y no estamos hablando aquí de un futuro próximo sino más bien del presente. Pequeñas piezas dentales, como falsos dientes de plástico, e incluso dentaduras de cerámica ya pueden ser impresos en 3D y comercializados. A esta realidad hay que sumar la opción futurible de la bio-impresión, la creación de órganos y tejidos –estos últimos son más viables– para reparar estructuras en el cuerpo humano.
El futuro de los implantes médicos impresos en 3D está lejos de la ciencia ficción. Un estudio de la firma analista IDTechEx, con sede en la ciudad británica de Cambridge, calcula que en el año 2025 la magnitud del mercado para estos implantes alcanzará los 867 millones de dólares. Estos datos son los más conservadores, pues no tienen en cuenta la influencia de la bio-impresión, partiendo de un contexto hipotético en el que no se le encontraran aplicaciones comerciales a esta tecnología.
Si la bio-impresión se desarrollara conforme a lo que piensan todos los profesionales de la medicina entrevistados por IDTechEx, el mercado de los implantes médicos impresos en 3D ascendería a 6.000 millones de dólares en 2025. La firma analista ha hecho los dos ejercicios: estimar de forma conservadora y hacerlo por lo alto. Pero independientemente del colorido de las cifras, el desarrollo de la impresión 3D en la medicina está siendo vertiginoso.
Fuera de la bio-impresión, los dentistas llevan algunos años probando las impresoras 3D para construir piezas dentales, mientras que la cirugía también ha sacado partido de sus posibilidades. A un paciente en Reino Unido se le practicó una reconstrucción facial escaneando las zonas dañadas y produciendo una réplica en titanio. Aunque más sorprendente si cabe fue la intervención de una paciente en Países Bajos, a la que se le sustituyó su cráneo (que era más grueso de lo normal) por uno de plástico impreso en 3D.
Si metemos en la ecuación a la bio-impresión las posibilidades se multiplican exponencialmente. Las investigaciones relacionadas han logrado producir tejidos biocompatibles y la creación de órganos está en desarrollo. Tanto es así que un equipo de investigadores expertos en medicina cardiovascular de la Universidad de Louisville (en el estado de Kentucky) se ha propuesto crear un corazón impreso en 3D para 2023.
Imágenes: enno y dental ben