Internet está cambiando la forma en que se producen películas, se leen libros o incluso, se visitan museos y galerías de arte. La modernización de la cultura también está revolucionando la creatividad y su disfrute.
2013 es el año en que se cumple el vigésimo aniversario de la World Wide Web, y en el que cada día aparecen múltiples novedades y avances tecnológicos relacionados con la forma en que la red ha cambiado nuestras vidas. Hoy sería impensable, tal y como concebimos el mundo, trabajar sin utilizar el correo electrónico, consultar el diccionario de la RAE online o tratar de aclarar nuestras dudas en la Wikipedia.
Internet lo ha cambiado todo. Nuestra forma de trabajar, sí, pero también cómo consultamos el tiempo, planificamos nuestro tiempo libre o incluso realizamos compras. Los veinte años de la web han provocado un cambio sustancial que más se parece a un terremoto que a un simple avance tecnológico.
Y echando la vista atrás, también podemos comprender cómo se ha ido forjando esta auténtica revolución en nuestra rutina diaria. Decía el escritor francés Anatole François Thibault, más conocido como Anatole France, una frase que podríamos aplicar a los cambios que ha traído Internet: «No perdamos nada del pasado. Sólo con el pasado se forma el porvenir.»
Hoy analizamos cómo la red de redes ha transformado el mundo del arte, y para ello veremos los cambios que ha habido en el pasado para entender hacia dónde caminaremos en el futuro en áreas como el cine, los libros o los museos.
Los ‘tuits’ que decidieron el guión de una película
BlackBerry, una de las marcas más importantes en telefonía móvil, decidió hace tiempo dar una vuelta de tuerca a su estrategia de márketing. Con este propósito, la compañía se lanzó a patrocinar el nuevo cortometraje dirigido por Robert Rodríguez, el cineasta conocido por películas tales como Sin City, Spy Kids o Abierto hasta el amanecer.
El norteamericano se ha apuntado a eso del multitasking a la hora de dirigir Two Scoops, ya que se ha encargado del guión, la producción y el rodaje. De todo, con excepción de tres escenas de esta película de tan solo 11 minutos, que cuenta la historia de dos gemelas que luchan contra extraños mutantes mientras buscan a su padre desaparecido.
Una obra que se ha finalizado gracias a la campaña Keep Moving de BlackBerry, y al empuje en redes sociales. En particular, Twitter ha sido la encargada de ponerle punto y final a la película de Robert Rodríguez, al funcionar como canal de recepción de ideas para completar varias escenas.
Concretamente, el director retó a sus seguidores a proponer características de los personajes, del monstruo mutante, del arma con la que lucharían contra el villano y por último, que enviaran fotos de sí mismos que luego aparecerían a lo largo del cortometraje. La respuesta fue bastante exitosa, y en palabras de Robert Rodríguez, «parte de la magia estaba en no poder controlar toda la película». Una buena forma de ver cómo las redes sociales pueden ayudar a hacer el arte mucho más participativo.
La película financiada por muchos pequeños productores
Si hablamos de mejorar la participación de la ciudadanía en la industria del cine es inevitable que hablemos de El Cosmonauta, una obra financiada a través del crowdfunding, gracias al cual más de 5.000 personas apoyaron con cerca de 400.000 euros la idea de Nicolás Alcalá.
Una película pionera, que rompe radicalmente con el modelo clásico de distribución, lanzándose en cines, televisión (gracias a un acuerdo con Canal+), Internet y formato DVD. Aunque algunos expertos consideran que el crowdfunding no va a sustentar la industria del cine, lo cierto es que El Cosmonauta ha abierto la puerta a otras formas de hacer películas, o al menos de producirlas.
Mediante esta iniciativa se ha conseguido involucrar al gran público, más allá de pedir únicamente dinero, una historia que en cierto modo se asemeja a la planteada por Robert Rodríguez y BlackBerry, y que puede dibujarnos un poco hacia dónde caminaremos en este sector gracias a Internet.
Las galerías de arte y los museos se modernizan
Internet y las nuevas aplicaciones móviles también están cambiando cómo vemos y disfrutamos la pintura, la fotografía y la escultura. Claro que no es lo mismo acudir a un museo a ver un cuadro, ya que la pantalla del ordenador o nuestra tablet no podrá sustituir la magia de recorrer, por ejemplo, el Louvre. Sin embargo, aún recuerdo la emoción que sentí, siendo muy pequeña, al pasear virtualmente desde mi casa por este museo parisino.
Años después podría comprobar lo increíble y fascinante que son las galerías en donde se albergan cuadros como La Gioconda, pero lo cierto es que Internet consigue acercarnos al arte de una manera realmente poderosa. De este modo no sólo conseguimos viajar con la imaginación, también podemos sentirnos en cierta manera ante esos poderosos cuadros o esculturas que, si tenemos suerte, podremos ver luego con nuestros propios ojos en vivo y en directo.
Algunos museos también han entendido que Internet y las nuevas aplicaciones móviles están transformando el arte. A día de hoy, el British Museum o el National Gallery de Londres, el Louvre de París o el MoMA de Nueva York, entre otros, cuentan con fantásticas aplicaciones móviles que nos permiten viajar por sus colecciones, preparar las visitas con antelación y en general, disfrutar el arte de una forma diferente.
Te desafío a que leas (mucho)
La cultura no sólo se ve transformada por Internet en los campos del cine, la pintura o la escultura. También leer es una actividad que se puede beneficiar de la red, aunque en un primer momento pudiéramos pensar que el uso de ordenadores y dispositivos móviles ha reducido el número de libros que leemos anualmente.
Para evitar esto, contamos con la empresa californiana Goodreads, adquirida por Amazon hace sólo unos meses, que nos propone un reto para que podamos fijarnos objetivos de lectura para este año. A medida que vayamos terminando libros, podemos ir actualizando nuestro ‘desafío’ y ver en qué grado lo estamos cumpliendo a lo largo de los meses. Una propuesta interesante, que socializa este reto en una competición muy sana. ¿Qué torneo podría ser más divertido que tratar de devorar el máximo número de libros posible?
Internet está cambiando muchas cosas, y el arte y la cultura no son una excepción. A través de la red se modifica el tradicional rol de consumidores y productores, mezclándose las relaciones y la participación de la ciudadanía en la creatividad de los artistas. Una forma sin duda que nos anticipa que en el mundo del arte y la cultura, lo mejor aún está por llegar.
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