Ajustar un televisor puede ser crucial para obtener una imagen realista y equilibrada, lejos de los añadidos artificiales que introducen las marcas. Dejamos algunas claves para conseguir exprimir la calidad de imagen en la mayoría de modelos.
Tras unos años en que las tecnologías empleadas por los grandes fabricantes en sus televisores estrella parecían estar un poco estancadas, la expansión de los modelos con OLED y con Quantum Dots y apagado por zonas en los LED ha supuesto un gran paso adelante en calidad de imagen y profundidad de colores. Sin embargo, los televisores podrían ofrecer mucho más en calidad de imagen respecto a cómo lo hacen con los ajustes de fábrica. Y no sólo hablamos de reproducción de color, sino de ajustes que intentan mejorar la calidad de imagen artificialmente, pero que la empeoran.
Por ello, te dejamos una serie de indicaciones para ajustar un televisor y disfrutar de todo su potencial.
El primer paso para ajustar un televisor es eliminar o desactivar todas las opciones de mejora de imagen artificial. Aunque después de mucho tiempo os podría gustar que vuestro televisor muestre las imágenes con mayor fluidez, es algo que los directores de cine y de fotografía detestan, porque la mayoría de sus contenidos están pensados para ser visualizados sin estos añadidos de suavidad y refresco.
Dependiendo de la marca de tu televisor, el nombre que abandera estos ajustes puede ser algo como «Trumotion», «Auto Motion Plus» o «MotionFlow». Al ajustar un televisor también es importante reducir el resaltado de bordes que traer el sharpening o nitidez (artificial). Aunque reducirla al mínimo la imagen puede quedar muy lavada y con un efecto desenfocado, un valor intermedio resultará agradable.
En cuanto a ajustes como brillo, contraste y saturación de color, existen unos estándares de espacio de color que es preferible cumplir, como sRGB, ya que la imagen será más cercana a cómo se ha tratado en los estudios de producción. Sin embargo, a falta de calibradores, el sentido común y ciertos valores máximos y mínimos en los ajustes pueden ayudar enormemente a mejorar el rendimiento. Un ajuste muy alto en el valor «brillo» (no confundir con retroiluminación) arruina los negros, dejando la imagen muy blanquecina. Por ello, lo ideal es situar en valores de 40-50 sobre 100.
El contraste recomiendo ponerlo en 90 y la saturación en color a 60-65. Todo esto, eso sí, depende mucho de tu televisor. En cuanto al balance de blancos, tal y como ocurre en los smartphones y el modo»Night Shift» de, por ejemplo iOS 9, ajustarlo más cálido puede cansar menos la vista y hacer el visionado más placentero.
Por último, si utilizamos nuestro televisor para jugar con consolas, se recomienda, en primer lugar, activar el modo juego, ya que se reduce el input lag, es decir, el tiempo que transcurre entre el envío de imagen de la consola hasta que la TV lo reproduce. Por otra parte, ajustar un televisor para cambiar como procesa lo que le llega por HDMI es crucial para mejorar. Las marcas suelen entender que quien juega quiere imágenes muy procesadas, en vez de respetar la imagen original.
En cambio, con los ajustes para fuentes como PC no introducen el procesado artificial. Por ello, si deseas jugar de manera más realista, lo ideal es que renombres el puerto a HDMI a PC, o cambies el tipo de etiqueta. Si notas que la conexión del juego todavía es un pelín lenta, puede que este post sobre cómo abrir los puertos router te sirva para jugar online con tu videoconsola.