Mareos, irritabilidad, sensación de rechazo y malestar o directamente miedo a salir al exterior. Si quedarnos en casa nos puso a prueba, la perspectiva de tener que regresar a la ‘nueva normalidad’, por ejemplo, para que paseen los niños, lo está haciendo incluso más.
“La amenaza de este virus es real: afecta a la propia vida, pero también a nuestro modus vivendi: la aparente seguridad, la estabilidad económica y social, el trabajo, nuestros planes a corto y medio plazo e incluso nuestra forma de relacionarnos con los demás, de expresar nuestros sentimientos, se está viendo alterada”, asegura Estrella Mata, psicóloga experta en Mindfulness y antigua compañera de Telefónica. Te contamos sus consejos para evitar tener miedo a salir a la calle.
Este desconcierto está provocando un desequilibrio emocional donde emergen las inseguridades, los miedos, el estrés y otras alteraciones psicofísicas (insomnio, nerviosismo, consumo de sustancias y alcohol, trastornos alimentarios…). Problemas que se están acentuando en algunas personas ante la llegada de la desescalada y de la posibilidad de abandonar su hogar, ya que en nuestro entorno nos sentimos relativamente seguros y protegidos.
1. Reconoce y acepta que estás inquieto o asustado
Si volver a salir a la calle te produce malestar, reconócelo y acéptalo. “No es extraño que lo que sucede produzca miedo, la epidemia también lo es de miedo y el miedo es contagioso: te lo contagian y lo contagias; no te avergüences de tenerlo”, explican desde la Universidad de Salamanca. “Te ayudará hablar de ello con familiares, amigos y amigas, mientras escuchas, igualmente, sus preocupaciones”, recomiendan.
“El primer paso para poder entender la situación es aceptarla, no distorsionar la realidad”, recomienda a su vez Mata. “Cuando una situación se acepta, se puede seguir caminando. Aceptar entendido como afrontar la realidad tal cual es.”
2. La preocupación es y debe ser tu aliada
Ante un problema considerable, la preocupación proporcionada nos ayuda a afrontarlo y no es negativa. “Debemos confiar en nosotros mismos cuando las vulnerabilidades y los miedos aparezcan. Conviene no demonizar el miedo ya que tiene una función protectora ante peligros y amenazas: Temer el contagio nos ayudará a no descuidar la autoprotección y la de las personas con las que convivamos”, apunta Mata.
¿Cómo distinguir la preocupación útil de la que no lo es? En el mundo anglosajón se suele diferenciar entre worry y concern, entre lo que nos preocupa y lo que nos ocupa. Se trata de distinguir entre la inquietud que nos bloquea y no nos lleva a ninguna parte de la que es positiva, que se caracteriza porque:
– Nos hace prestar atención
– Nos permite convertir la preocupación en un plan de acción
– Y nos ayuda a estar mejor preparados
En definitiva, preocuparse sin actuar no sirve de nada, tal y como explica esta guía editada por la Junta de Andalucía. Por eso tenemos que estar atentos ante el temor que paraliza.
3. No pases del Congo a Siberia: desensibilización sistemática
Si poner un pie en la calle te atemoriza, no trates de resolverlo en un día y ve planteándote pequeños retos que te lleven cada vez un poco más lejos de forma progresiva, lo que los psicólogos llaman desensibilización sistemática. Un día baja la basura. Cuando eso lo tengas superado, atrévete a sacar al perro o a comprar en la panadería.
Si sigues este tipo de sistema, trata de pillarte cuando te pongas excusas. “Hoy bajaría, pero hace demasiado frío”. “Quizá mañana, que hoy ya ha anochecido”. Intenta identificar si se trata de un motivo real, un pretexto o una conducta de clara evitación.
4. Sé paciente contigo mismo
Parece un lugar común, pero recuerda que nada es para siempre. Esto pasará. “Este simple mantra que podemos repetírnoslo interiormente puede evitar que nos dejemos arrastrar por la desesperación y la impaciencia. La paciencia nos ayuda a desarrollar nuestra sabiduría interior para comprender y aceptar que las cosas suceden en su debido momento, y recordarnos que tenemos la increíble capacidad de salir adelante”, aconseja Mata.
5. Practica la relajación y la calma
La respuesta de nuestro sistema nervioso de ‘lucha y huida’ ante una amenaza puede ser demoledora si se mantiene activa durante un período de tiempo prolongado. Por eso, si vas a enfrentarte a algo que te pone nervioso, busca espacios, momentos y acciones que te ayuden a mantener la calma y afrontar la situación que te estresa todo lo relajado que puedas.
“Parar y practicar la respiración plena (esto es, prestar atención al movimiento de la inspiración y la espiración) es una excelente forma de traer serenidad y equilibrio a la mente y al cuerpo”, apunta Mata. Quizá te funcionen cosas como bailar, hacer algo de gimnasia en casa, escuchar música relajante o practicar yoga antes de salir a la calle. “Se trata, en definitiva, de encontrar aquello que alimente nuestro bienestar y nos proporcione momentos de paz interior”, concluye.
6. Motívate y piensa en las nuevas y prometedoras posibilidades
Aunque te resulte extremadamente difícil dadas las circunstancias, intenta darte ánimos a ti mismo ante las nuevas opciones que se abren en esta nueva etapa, si la situación evoluciona bien. Un horizonte en el que será posible volver a ver a seres queridos, amigos o vecinos; desayunar en una terraza, pasear al aire libre, hacer deporte o tomar el sol. ¡Merece la pena hacer el esfuerzo tomando todas las precauciones necesarias!
7. Conviértete en modelo para otros
No solo los virus se contagian, los comportamientos y los sentimientos también. “Cuando estamos en una situación de incertidumbre y sentimos confusión, nos fijamos en los demás. Lo hacemos sin querer”, explica la psicóloga Vanessa Abrines Bendayán en este post. Por eso es muy importante que actuemos con calma y civismo, velando cuidadosamente por nuestra seguridad y la de los demás y tratando de transmitir -en lugar de terror, egoísmo o pánico-, normalidad, respeto y prudencia cuando volvamos a salir al exterior. Como decía Gandhi, sé tú el cambio que quieras ver en el mundo. A veces es más eficaz que quejarse o criticar lo que los otros hacen mal.
8. Ríete (un poco) de ti mismo
Complicado, la situación es muy dura. Pero a veces agravamos las circunstancias que nos tocan vivir porque nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos. ¿Has probado a desdramatizar un poco? ¿A reírte un poco, y siempre amablemente, de ti mismo? Como recuerda nuestro compañero Sergio de la Calle, autor del libro ‘Lidera con sentido del humor’, «el humor suena frívolo pero es una habilidad esencial en el mundo de la empresa». Y, además, «también es útil convivir con los problemas del día a día».
En cualquier caso, si no logras resolver el problema por ti mismo o te sientes particularmente angustiado, lo más recomendable es que busques apoyo profesional. Pedir ayuda no es ninguna derrota. Es mucho peor cargarnos con más problemas a las espaldas de los necesarios. ¡Ánimo!