Pocas cosas hay tan molestas como el picor producido por la picadura de un mosquito. Desgraciadamente, esto puede ir más allá del simple dolor y significar la transmisión de enfermedades tan graves como el dengue, el zika, la fiebre amarilla o la malaria. Afortunadamente, la tecnología y la investigación científica tratan de buscar nuevas fórmulas para luchar contra ello
Así lo demuestra un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Rockefeller University. Este equipo ha encontrado un nuevo método para luchar contra las picaduras de los mosquitos, que consiste en administrarles un fármaco destinado a reducir el apetito en los seres humanos.
Todo nació de la curiosidad científica de los investigadores, que decidieron dar a mosquitos hembra aedes aegypti (portadores del virus zika) fármacos experimentales para ver cuál era el efecto que tenían sobre ellos. Para su sorpresa, los animales sobrevivieron, pero cambiaron su comportamiento, pues ya no se sentían atraídos por la sangre del resto de seres vivos.
Cuando los mosquitos aedes aegypti pican a los humanos entran en una fase de latencia en la que digieren la sangre ingerida y ponen huevos. Durante este periodo de varios días de duración, la atracción de los mosquitos por los humanos queda suprimida, por lo que dejan de picar. La administración de los fármacos inhibidores del apetito produce el mismo efecto sobre ellos.
Lo que hacen estos fármacos es actuar contra la producción del neuropéptido Y (NPY), un neurotransmisor que se encuentra alojado en el cerebro y el sistema nervioso. Cantidades elevadas de NPY se relacionan con niveles altos de apetito en los seres humanos. Lo que han descubierto los científicos es que este tipo de fármacos no solo reduce el hambre de las personas, sino que también lo hace con la avidez de los mosquitos por la sangre de los seres vivos.
Para demostrarlo, colocaron ratones anestesiados en jaulas con tres grupos de insectos: mosquitos que habían ingerido sangre; mosquitos que no habían comido; y mosquitos que no habían comido y habían recibido el fármaco inhibidor del apetito. El resultado del experimento fue el siguiente: después de 15 minutos, los mosquitos que no habían comido ya habían picado a los ratones; en cambio, tanto los que habían comido como los que habían sido medicados ignoraron de forma mayoritaria a los roedores.
Hasta ahora, la comunidad científica desconocía la naturaleza del mecanismo por el que los mosquitos no volvían a picar durante varios días. El hecho de conocer sobre qué estructuras biológicas recae esta capacidad posibilita modular el comportamiento de los animales antes de que piquen. Esto puede ser de vital importancia para prevenir la aparición de enfermedades infecciosas transmitidas a través de los mosquitos.
A partir de ahora, los investigadores seguirán perfeccionado el modelo para estabilizar el fármaco y extender su efecto en el tiempo, pues en las pruebas realizadas duraba entre dos y tres días. En cualquier caso, puede ser el primer paso de un gran avance para frenar muchas enfermedades que afectan a millones de personas alrededor del mundo.