Los movimientos populares que tuvieron lugar en varios países árabes durante los primeros meses de 2011 mantenían algunos factores en común. No ya en lo que se refiere al contexto político y social, sino al rumbo que tomaron las protestas y los vehículos que las promovieron. Internet y su vertiente colaborativa ayudaron a difundir el mensaje y a coordinar acciones en las calles. Todo se transforma y ahora en Egipto ha surgido una generación de startups que recogen los valores aprehendidos en esas fechas.
La Primavera Árabe dejó varios estados de Oriente Próximo convulsionados y supuso el derrocamiento de dos regímenes que llevaban décadas en el poder, en Túnez y Egipto. El ejemplo de este último tal vez sea el más representativo de un movimiento que no tardó en bautizarse con base en el levantamiento de Praga de 1968. La renuncia de Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011, fue consecuencia de una situación social explosiva. Pero ésta habría sido difícil de materializar sin dos factores.
Por una parte, la colaboración masiva de la gente hizo posible que prosperaran las protestas. Este aspecto, en principio tan inocente, cobra un cariz destacado, sobre todo en un estado donde las libertades estaban coartadas y la asociación de grandes grupos de personas se observaba con suspicacia, imponiendo incluso limitaciones a este comportamiento. Otro revulsivo que ayudó a dinamitar el régimen fueron los nuevos canales de comunicación. Las redes sociales, incluido YouTube, se presentaron como un foro abierto, un vehículo de difusión de mensajes y un espacio de denuncia pública sobre incidentes represivos.
La reutilización de las enseñanzas
La población más activa en las redes sociales fue una pequeña parte del país. Entre otras cosas porque la penetración de Internet no era lo bastante amplia. Esta porción de usuarios que participaron en las protestas que derrocaron a Mubarak ha aprovechado la experiencia adquirida. Si el paso siguiente a las protestas era construir una nueva sociedad, el conocimiento que sacaron del levantamiento ha sido un buen punto de partida para algunos.
Una nueva generación de startups tecnológicas está surgiendo en Egipto. Y uno de los conceptos en los que basan sus productos es el de colaboración, herencia del movimiento de febrero de 2011. El proyecto XoneBee, que permite conectar a usuarios entre sí y hacer llamadas gratuitas, proviene de un problema que se presentó durante las protestas en la Plaza Tahrir. El gobierno cortó las comunicaciones, Internet y la red de telefonía móvil, por lo que dejó inhábiles los dispositivos de toda la población.
El creador de XoneBee, Mohammad Omara, se planteó cómo podía facilitar una solución para transmitir mensajes de forma rápida entre los usuarios, que funcionara incluso cuando la red de móvil estuviera fuera de servicio. La tecnología inalámbrica sobre la que dirigió sus esfuerzos fue el bluetooth; sin embargo, únicamente dispone de un alcance reducido y está pensada para comunicaciones P2P, no a nivel masivo. Mediante un algoritmo, la startup ofrece la posibilidad de hacer llamadas, sin descodificarlas, y expande la cobertura a los 300 metros cuadrados.
Si esta solución podía ser útil en las aglomeraciones de la Plaza Tahrir, también puede dar servicio en otras situaciones. Para una red empresarial interna, donde los empleados se encuentran cerca unos de otros, ofrece un servicio válido y más económico que la red de telefonía. El creador de la idea señala que entre el 3 y el 4% de las llamadas se hacen entre usuarios cercanos.
Instabug es otro de los productos que han surgido de la noción colaborativa aprehendida durante las protestas. Dos jóvenes de El Cairo han creado una aplicación móvil destinada a que los desarrolladores obtengan feedback de su software. Uno de los aspectos más complicados es que los usuarios se tomen la molestia de informar a los creadores de una app sobre las deficiencias que encuentran en ella. Instabug automatiza el proceso. Cuando algo no funciona correctamente la tendencia natural es agitar el móvil, algo que se ha utilizado como resorte para desplegar la aplicación y tratar de canalizar el estado de rabia momentáneo del usuario.
Imagen: Hossam el-Hamalawy حسام الحملاوي