El uso de las redes sociales se ha popularizado tanto que merecen un estudio aparte y reposado. Más en concreto, en este artículo abordamos qué ocurre con nuestros datos y la privacidad de cara a terceros.
Las redes sociales tienen acceso a todo lo que les permitimos. Eso diríamos siendo puristas y lógicos. Y, rápidamente, escucharíamos algo como: “¡Qué exagerado eres! Tampoco es para tanto”.
Sin embargo, si nos detenemos a leer los Términos y Condiciones de uso de algunas de las aplicaciones que utilizamos a diario, podríamos confirmar que no estamos exagerando.
“Cuando compartes, publicas o subes contenido que se encuentra protegido por derechos de propiedad intelectual (como fotos o vídeos) en nuestro Servicio, o en relación con este, de conformidad con el presente acuerdo, nos concedes una licencia mundial, no exclusiva, transferible y exenta de pagos por derechos de autor para alojar, distribuir, modificar, mantener, reproducir, mostrar o comunicar públicamente y traducir tu contenido, así como para crear contenido derivado”.
Aunque pueda parecer una broma, el párrafo anterior corresponde a una de las cláusulas que recoge Instagram en su política. Y no solo se quedan con la licencia de uso de todas las imágenes y vídeos que se publican, pues también pueden guardar los datos de nuestras tarjetas de crédito y saber dónde vivimos o dónde trabajamos.
Desde BlogThinkBig, hemos hablado sobre seguridad y privacidad en redes sociales con el experto Miguel Ángel Castro para poder profundizar más en esta temática. Miguel Ángel ha querido compartir con nosotros algunos consejos para mejorar el uso de este tipo de aplicaciones.
¿Qué consejos darías a los jóvenes que utilizan redes sociales?
Con todo esto, Miguel Ángel quiere transmitir a jóvenes, y no tan jóvenes, que deben pensar que la publicación de fotografías en tiempo real, o que sean delicadas, pueden perjudicar a su vida personal o laboral. “No tenemos que vivir al día en redes sociales. No solo por seguridad, sino por salud mental, sería interesante tener cuidado con cuándo y cómo damos información de quiénes somos y dónde estamos”, concluye.
Lo habitual es pensar que la utilización y privacidad de redes sociales afecta únicamente a nuestra cara más exterior, es decir, a cómo nos ve la gente o a cómo nos identifican las marcas para vendernos un producto u otro. Pero, ¿qué ocurre cuando, por ejemplo, hacemos compras a través de estas aplicaciones? La respuesta está en los Términos y Condiciones de uso y, verdaderamente, asusta.
“Si usas nuestros Productos para efectuar compras u otras transacciones económicas (por ejemplo, cuando compras algo en un juego o haces una donación), recopilamos datos sobre dichas compras o transacciones. Esos datos incluyen la información del pago, como el número de tu tarjeta de crédito o débito y otra información sobre la tarjeta, así como datos sobre la cuenta y la autenticación, y detalles de facturación, envío y contacto”. Así, lo especifican Facebook e Instagram.
¿Y si no tienes una cuenta en Facebook?
Hasta abril de 2018, cuando Facebook se vio obligado a renovar su política de datos, la red social podía seguir consiguiendo tus datos a través de terceros, aunque no tuvieras una cuenta abierta. Los anunciantes o desarrolladores, que emplearan las herramientas de Facebook para fines empresariales, les proporcionaban información tanto sobre tus actividades fuera de la app como de las compras realizadas, por ejemplo.
Las fugas de información han estado a la orden del día desde hace unos años, por lo que es difícil afirmar que ahora nuestros datos están más seguros en las redes sociales, a pesar de que hayan hecho cambios en sus políticas. Dicho de otra manera, sabemos lo que entra en la red, pero nunca lo que va a salir de allí.
¿Es realmente posible evitar que la información que damos llegue a manos indebidas?
El primer paso hemos de darlo nosotros mismos, evitando la sobreexposición en redes sociales. No es necesario, ni recomendable, compartir cosas como a qué hora no estamos en casa, cuándo nos vamos de viaje, o dónde vamos a hacer la compra cada semana.
Otro de los consejos que da Miguel Ángel para conseguir que la información no caiga en manos de cualquiera es tener contraseñas robustas e ir actualizándolas regularmente.
En este mismo contexto, os presentamos una solución innovadora: TU Latch, una plataforma de control de autorizaciones que funciona con pestillos digitales, con la que evitamos accesos indebidos y que nuestras cuentas caigan en las manos equivocadas. Todo desde una misma aplicación: controlar quién entra y quién no en cada momento, navegar de manera segura por internet, y conseguir una capa extra de seguridad con su verificación en dos pasos (2FA) y sus códigos TOTP. Descarga Latch para empezar a proteger tu información de los ciberdelincuentes.
¿Y qué hay de la huella digital?
Simplemente al nacer ya registran nuestros datos en una base de datos informática. Por lo que la primera decisión, sobre si queremos tener huella digital o no, ni siquiera depende de nosotros mismos. Según pasan los años, toda la documentación relevante en nuestra vida, ya sean los datos bancarios como nuestra carrera laboral, también se recoge telemáticamente.
Toda esta información queda siempre ahí y puede ser distribuida de cualquier manera. Aunque se intente eliminar la huella digital con trucos y tutoriales de vídeos de YouTube siempre va a existir la posibilidad de que permanezca en la red.
El nacimiento de Consent Commons
El 97% de los usuarios solo lee las condiciones de privacidad -en redes sociales y en otras páginas- durante 30 segundos. Los textos legales de términos y condiciones generan rechazo, porque suelen ser ininteligibles. “Si usted me va a pedir mis datos cuénteme para qué los quiere. Y cuéntemelo en un lenguaje que yo pueda entender”. Es así como nació Consent Commons, afirma Enrique Rodríguez, Director Ejecutivo de Visualone, empresa cofundadora del proyecto.
Consent Commons es una iniciativa que nace por la necesidad del ciudadano de saber para qué quieren las empresas sus datos. El principal objetivo de la propuesta es facilitar la comprensión y la transparencia de los documentos legales para las personas. El sistema se basa en la iconografía para aprovechar un lenguaje visual universal.
Facilitar nuestros datos en la red también tiene cosas positivas
No todo podía ser negativo, porque entonces nos entran ganas de tirar el móvil por la ventana y de retirarnos a cultivar tomates a un pueblo de alguna serranía perdida. Existen consecuencias positivas como, por ejemplo, compartir el currículo en portales de búsqueda de empleo para conseguir trabajo en un periodo de tiempo menor.
Ya que es imposible hacer desaparecer todos los anuncios, por lo menos, podemos enfocarlos hacia nuestros gustos y necesidades. Esto se puede configurar y personalizar dentro de cada red social, para ver únicamente aquello que nos interese de verdad.
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Ilustración de la cabecera: Mónica La Mola.