Batería

¿Puede la carga rápida degradar la batería más rápido?

No hay duda de que la carga rápida es una de las mejores características que podemos encontrar en un smartphone, ordenador portátil, u otro dispositivo similar. Hoy en día, de hecho, existen tecnologías capaces de suministrar el 100% de la batería en menos de 10 minutos. El funcionamiento de los sistemas de carga rápida, además, es bastante sencillo de entender. Ahora bien, ¿es segura la carga rápida? ¿Puede esta tecnología degradar la batería? 

En primer lugar, y antes de conocer si la carga rápida puede degradar la batería, es importante conocer qué tecnología de baterías incluyen la mayoría de dispositivos. Los smartphones actuales, por ejemplo, cuentan con baterías de iones de litio, que ofrecen varias ventajas frente a las baterías convencionales. Son, por ejemplo, más duraderas, y también se cargan más rápido. Ofrecen, además, más autonomía en un paquete más compacto. Ahora bien, las baterías de iones de litio tienen un inconveniente: su capacidad disminuye ligeramente cada vez que se completa un ciclo de carga. 

Un ciclo de carga, en concreto, se contabiliza cuando la batería se carga del 0 % al 100 %. Eso sí, no necesariamente tiene que ser una carga continúa. Por ejemplo, si un día tu smartphone consume la mitad de la batería (hasta el 50 %), lo cargas al 100 %, y al día siguiente realizas exactamente el mismo proceso, contaría como un ciclo de carga, y no como dos.

Los dispositivos, además, tienen un máximo de ciclos de carga que determinan la vida útil de la batería. Por ejemplo, según Apple, un MacBook Pro es capaz de aguantar hasta 1000 ciclos de carga antes de que su batería empiece a mostrar evidentes signos de desgaste –y la duración de la misma empiece a ser insatisfactoria–.

La carga rápida puede acelerar la degradación de la batería

Pero, ¿puede la carga rápida acortar la vida útil de la batería o acelerar esa degradación? Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, revela que, en efecto, la carga rápida es capaz de dañar los electrodos de la batería. Y que, por ende, hace que esta se degrade de forma más veloz. 

Para llegar a esta conclusión, el equipo de investigadores, liderado por Kejie Zhao, profesor asistente de ingeniería mecánica en la Universidad de Purdue, creo una técnica capaz de escanear miles de partículas en el electrodo de una batería al mismo tiempo. El objetivo, en este caso, es entender cómo pueden afectar al rendimiento de las baterías las grietas que se generan en estas partículas.

Tras analizar estas partículas, Zhao comprobó que, inevitablemente, los componentes de la batería se dañan mediante el uso. Todo ello, además, independientemente de cómo se distribuyan los materiales, pero que “esta degradación heterogénea es más severa en electrodos más gruesos y durante las condiciones de carga rápida”.

Precisamente, esa degradación en las baterías de los dispositivos electrónicos a causa de la carga rápida también afecta a la batería de coches eléctricos. Según un informe de Geotab, un proveedor de soluciones telemáticas, las cargas en corriente continua –las que se utilizan en los cargadores más rápidos– hacen envejecer las baterías más que los cargadores de corriente alterna (y menor potencia) que habitualmente se encuentran en los hogares. “Cargar rápidamente una batería significa altas corrientes que resultan en altas temperaturas, ambas conocidas por forzar las baterías. De hecho, muchos fabricantes de automóviles sugieren limitar el uso de corriente continua para prolongar la duración de la batería de sus vehículos”.

¿Hay alguna forma de prevenir el desgaste de la batería?

Sistemas de carga rápida

Por suerte, existen métodos para, al menos, reducir el impacto de la degradación de las baterías a causa de la carga rápida. De hecho, muchos fabricantes apuestan por ajustes en el sistema para mejorar la longevidad de las baterías. Apple, por ejemplo, incluye en sus iPhone una opción de carga optimizada. Esta utiliza el aprendizaje automático para conocer los hábitos de carga de cada persona. De este modo, el dispositivo permite en primer lugar la carga hasta el 80 % y carga el 20 % restante antes de que el usuario comience a usarlo. 

También es recomendable, siempre que se pueda, usar cargadores de menor potencia norminal. O reducir la misma mediante software –algo que permiten elegir algunos teléfonos–. Esto es fácilmente aplicable, por ejemplo, en las cargas nocturnas. En ese escenario, la velocidad es irrelevante considerando que el teléfono va a estar varias horas inactivo conectado a la corriente.

Por otra parte, fabricantes como Realme, con su potente sistema de carga de 240W, utilizan tecnologías propias para reducir el efecto de estos sistemas de carga rápida en la batería. En el caso del Realme GT 3, la marca promete hasta 1600 ciclos de carga antes de que la capacidad de la batería caiga por debajo del 80%. 

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