La innovación abierta propone un cambio de modelo económico, transformando las sinergias entre el sector público y la industria privada. Éstas son sus claves.
Herny Chesbrough es un especialista en economía, docente en la prestigiosa Universidad de California (Berkeley), y considerado el padre del término ‘innovación abierta‘. Sus teorías hablan de que el sector privado, lejos de estancarse en su propio crecimiento, deberían mirar fuera de sus fronteras para captar ideas externas y así fortalecer su desarrollo.
El modelo de innovación abierta, en palabras de los investigadores Rocío González-Sánchez y Fernando E. García-Muiña (Universidad Rey Juan Carlos), es un «camino alternativo y complementario a la gestión del conocimiento en sus diferentes etapas». La nueva lógica que supone la introducción de este concepto en el sector público y privado fomenta la difusión de la I+D+i. Resulta, por tanto, prioritario promover el acceso al conocimiento.
La innovación abierta, en otras palabras, trata de evitar que las empresas y los centros públicos se encierren en sí mismos. Hasta hace unos años, la generación, desarrollo y comercialización del conocimiento seguían un proceso lineal: la investigación producía un desarrollo tecnológico tras una determinada inversión y un razonable período de tiempo. Los resultados se valorizaban a través de patentes y licencias, sin contar con otros actores del mercado.
Por fortuna, este modelo lineal está evolucionando, con el objetivo de establecer flujos externos e internos de conocimiento para así obtener el mayor potencial innovador posible. De este modo logramos acelerar la innovación, reduciendo los costes y riesgos asociados. La transferencia de tecnología y conocimiento deja de ser unidireccional, para enriquecerse de terceros agentes (como podrían ser centros públicos de I+D y universidades) con los que cooperar y crecer.
El programa marco europeo Horizon 2020 considera prioritario el objetivo estratégico de crear una cultura europea que gire en torno a la innovación abierta. Para ello ser articula en tres ejes (ciencia de excelencia, liderazgo industrial y retos sociales), a través de los cuales se desea impulsar el crecimiento económico de la Unión Europea.
La innovación abierta, en resumen, trata de que sector público e industria privada cooperen. Un buen ejemplo del salto cualitativo que permitiría aplicar el modelo de Chesbrough es que aceleraría el desarrollo de medicamentos. Hace sólo unos meses, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y la farmacéutica Merck firmaban un acuerdo por el que la multinacional licenciaría unos fármacos investigados previamente por el CNIO.
Acelerar la investigación y sus resultados es una buena muestra del potencial que tiene la innovación abierta. Los cambios económicos que propone este modelo son enormes, y sin duda, son retos que Europa desea asumir desde los sectores público-privado, con el objetivo de mejorar la vida de la sociedad.
Imágenes | Echerries (Flickr), El Arreglador (Flickr), Jonathan (Flickr)