Hace años que los robots dejaron de ser algo del futuro. Hoy en día, de hecho, hay multitud de tipos diferentes: desde los más simples, como brazos mecánicos que transportan objetos de un lugar a otro; hasta algunos más complejos, como los conocidos como Cyberdogs, que pueden ser de ayuda en misiones policiales por su movimiento ágil. Sin olvidar, además, los humanoides, robots con formas o características humanas. Todos ellos, al menos aquellos que van más allá de los que se utilizan en la cadena de producción de algunas fábricas, tienen algo en común: el llamado Uncanny Valley.
Se trata de un concepto creado por el profesor de robótica Masahiro Mori en 1970, y desde entonces ha sido muy usado en la industria. Es, además, algo que muchas personas padecen a la hora de observar, sobre todo, a robots humanoides. El Uncanny Valley, además, puede ser crucial para el desarrollo de robots. Pero, ¿qué significa realmente y por qué es tan importante en este campo?
Uncanny Valley se traduce al español como “valle inquietante” y sirve para describir al fenómeno en el cual una persona siente rechazo por aquellos robots con una apariencia muy similar a los humanos, pero que no llega ser lo suficientemente convincentes como para parecerse a una persona real.
Realmente, lo que produce incomodidad a las personas que observan los robots son esas pequeñas imperfecciones que podemos encontrar en estos dispositivos y que dejan claro que, pese a que intenta imitar a un ser humano, no es realmente un humano. Un robot, por ejemplo, puede tener expresiones mucho más mecánicas que la de un ser humano, una piel visiblemente más artificial, o unos ojos cuyas pupilas son considerablemente más grandes que la de una persona real.
El Uncanny Valley, crucial para el desarrollo de robots
El Uncanny Valley, por tanto, no hace más que ofrecer una sensación negativa en cuanto a la robótica por parte de los usuarios particulares. Precisamente, por eso es importante en el desarrollo de robots. En concreto, los investigadores y diseñadores de robots utilizan el también conocido como valle inquietante para así comprender y valorar los riesgos a la hora de crear una máquina similar a los humanos.
¿El objetivo? Principalmente, evitar el rechazo social a los robots. Si un robot llega al punto en el que genera un efecto de Uncanny Valley en una persona, esa persona puede no sentirse cómoda al interactuar con el dispositivo. A su vez, esto puede causar que los humanos eviten adquirir o utilizar robots que pueden ser útiles para la asistencia en el hogar o en el campo de la salud.
Debemos tener en cuenta, eso sí, que el Uncanny Valley sucede, en la mayoría de ocasiones, en el entorno doméstico, y no en la industria. También cambia, además, dependiendo de la región. En Japón, por ejemplo, ese efecto de valle inquietante que producen los robots es mucho menos pronunciado que en Europa, donde no estamos acostumbrados a ver tantos humanoides.