Telefónica va a desplegar en Reino Unido una iniciativa para instalar 30 millones de controladores de electricidad inteligentes.
Resulta indudable la elevada dependencia de las sociedades actuales de las fuentes de energía. Sin embargo, el enfoque energético tradicional que hemos heredado del siglo XX presenta graves problemas de sostenibilidad a medio y largo plazo.
Por una parte, las reservas de combustibles fósiles, que constituyen un elevado porcentaje del consumo energético, tienen sus días contados. Las alternativas centradas en las energías renovables han ido en consecuencia cobrando fuerza, hasta el punto que en el año 2010, el 16 % de la energía final consumida en el mundo tenía origen renovable, mientras en España esta cifra subió hasta superar el 30 % durante los años 2010 y 2011.
Además, aparece el problema de la pérdida de energía en la red, es decir, aquella parte que se produce pero que no se consume. Una de las razones es la falta de acoplamiento entre oferta y demanda, y la imposibilidad de almacenar determinadas fuentes de energía. Se estima que en 2008 este desfase entre la cantidad producida y la efectivamente consumida ascendió al 31% del total.
Es por ello que poco a poco van cobrando fuerza soluciones energéticas que tratan de adaptar la oferta lo más posible a las necesidades del consumidor. Hablamos de un nuevo enfoque: Smart Energy, el tema central de un reciente informe de Fundación Telefónica.
Smart Energy es una filosofía que trastoca el enfoque tradicional de la producción y el consumo de energía, buscando maximizar la eficiencia del proceso. El consumidor se convierte en el centro del sistema y se trata de ofrecerle el servicio de la forma más eficaz y ecológica posible.
Los componentes del modelo Smart Energy son tres, el consumidor, las redes y los suministradores.
- El consumidor en este esquema adquiere una actitud más activa, se habla de prosumer, pues ahora puede combinar la producción de su energía con el consumo. Hablamos tanto de consumidores individuales como de empresas.
- Las redes, entendiendo las tradicionales de distribución de energía eléctrica, como las de telecomunicaciones que contribuyen a optimizar el modelo de distribución mediante el intercambio de información en tiempo real.
- El suministro, que además de las fuentes de energía tradicionales, ahora incluye fuentes de generación a pequeña escala y un mayor flexibilidad para adaptar la producción a la demanda.
Recientemente hemos conocido una iniciativa de Telefónica en este sentido, un plan masivo de despliegue de 30 millones de contadores inteligentes (smart meters) en el Reino Unido. Este proyecto, cuyos detalles se pueden consultar aquí, elimina la toma manual del consumo para generar la factura permitiendo al ciudadano conocer cuánto consume en tiempo real.
Surge el concepto de Smart Grids o redes de distribución inteligentes que la Comisión Europea define como:
“Red eléctrica que puede integrar a un coste eficiente el comportamiento y las acciones de todos los usuarios conectados a ella —generadores, consumidores y aquellos que ejecutan ambas funciones— con el fin de asegurar un sistema eléctrico económicamente eficiente y sostenible con menores pérdidas y altos niveles de calidad y seguridad tanto del suministro como del persona.”
En suma, se trata de romper el esquema clásico unidireccional de distribución de energía –de la fuente al consumidor-, para introducir nuevas relaciones bidireccionales productor-cliente y cliente-productor. Aparecen funciones inteligentes en la red que permiten comunicarse entre sí a los distintos componentes y equilibrar la oferta y la demanda, reduciendo errores y pérdidas energéticas en el proceso.
El objeto es el ahorro de recursos y la minimización del impacto ambiental. A modo de ejemplo se ha calculado que si los contadores smart grid mejoraran la eficacia de la red eléctrica estadounidense en solo un 5 %, eso equivaldría a reducir las emisiones de efecto invernadero provocadas por 53 millones de coches.
Pero además, el informe de Fundación Telefónica identifica otros beneficios evidentes:
- Transmisión más eficiente de la electricidad.
- Restablecimiento más rápido de la electricidad después de perturbaciones eléctricas.
- Reducción de las operaciones y costes de gestión de los servicios públicos y costes de energía para los consumidores.
- Reducción de la demanda pico, lo que también ayudará a reducir las tarifas eléctricas.
- Mayor integración de grandes sistemas de energía renovable.
- Una mejor integración de los sistemas cliente-propietario de generación de energía, incluidos los sistemas de energía renovable.
De cara al futuro se habla ya de un nuevo concepto de open smart energy, en el que todos los elementos estarán integrados, tanto en la parte de producción, como de almacenamiento y consumo, y donde los usuarios colaborarán de forma decisiva al equilibrio de la red, dando lugar a una especie de inteligencia colectiva.