Steven Pinker

Steven Pinker: «Necesitamos fomentar el talento individual en las escuelas»

Pertenecemos a una especie que tiene una increíble capacidad, la de formar ideas e influir en los demás con gran precisión. Esa facultad es el lenguaje. Tan solo con hacer ruidos con la boca conseguimos que en la mente de otra persona surjan nuevas ideas, pensamiento e ideas.

Este talento innato es el que analizan los lingüistas. Centran su vida profesional en estudiar los orígenes, evolución y estructuras de las lenguas de todo el mundo buscando un sentido y una razón. Una ciencia que nos descubra la naturaleza de nuestra especie y nuestra mente.

En este ámbito, hay personalidades que han destacado a lo largo de la historia. Ferdinand de Saussure, Roman Jackobson, William Labov o Noam Chomsky, son algunos de los lingüistas más relevante de los últimos siglos.

Una lista a la que, en los últimos años, se unen profesionales como Steven Pinker. El lingüista hablará sobre la relación de la mente y la lengua en la próxima celebración del enligtED, el evento mundial sobre educación que se celebrará del 19 al 23 de octubre.

conferencia enlightED

Al nacer, nuestra mente no es una hoja en blanco

Steven Pinker es un psicólogo, lingüista y escritor de gran influencia a nivel mundial. Es doctor en Psicología Experimental por la Universidad de Harvard, donde imparte clases de psicología, y autor de obras referentes de la psicología actual como The Language Instinct (1994).

Esta obra le abrió las puertas de los círculos teóricos más influyentes. En ella, el autor canadiense analiza cómo los niños adquieren el lenguaje, algo que cataloga como una facultad innata de la mente.

“¿Por qué es interesante la lingüística? La respuesta más sencilla es que el lenguaje es una ventana a la naturaleza humana. Una de las cosas más sorprendentes que hace la mente humana es adquirir el lenguaje.«

Basándose en el lingüista, filósofo y activista estadounidense, Noam Chomsky, y en su concepto de gramática universal, Pinker sustenta su primera gran obra y, casi, la mayoría de su pensamiento.

Steven Pinker ficha

Defiende un concepto novedoso que todavía mantiene su vigencia. Al nacer, el cerebro no es una hoja en blanco que será escrita por la cultura y la experiencia, sino que viene programado con muchos aspectos de nuestro carácter. Una idea que desarrolló en The Blank Slate (2002), su segunda obra más popular y, sobre todo, la más polémica.

Pinker respalda así un concepto poco aceptado por la comunidad científica en aquel momento: la simpleza del ser humano en términos puramente biológicos.

Las personas concebidas como ‘simples’ organismos biológicos. Un punto de vista que entraba en conflicto con las teorías que apuntaban a una concepción compleja y enrevesada de la mente humana. Esto supuso una sacudida para la comunidad científica, levantando inquietudes y polémicas.

La opinión pública recriminó a Pinker que su obra atacaba de lleno el concepto humanístico de la igualdad. ¿Si nacemos con ciertas pautas, cómo defender la igualdad del ser humano por encima de todo?

Al pensar que la naturaleza determina nuestras cualidades, entonces algunas personas pueden ser biológica y cualitativamente ‘mejor’ dotadas que otras. Esto razonamiento choca de lleno en una sociedad preocupada, por ejemplo, por la discriminación racial o sexista.

Pero Steven Pinker establece unos claros matices sobre estas cuestiones: no se debe confundir el legítimo rechazo moral y político de prejuzgar a un individuo en función de su condición, raza o sexo, con la reclamación de que la gente es biológicamente indistinguible.

Si esto fuera cierto, la mente de los niños recién nacidos sería una ‘pizarra en blanco’ donde la sociedad puede ir pintando sus ideas. Aunque no somos iguales por definición, es esencial rechazar cualquier tipo de discriminación basada en este concepto.

Educar y fomentar el talento innato, clave para Steven Pinker

Aunque Steven Pinker hace una defensa enérgica de la cualidad innata de la mente desde un punto de vista de la psicología evolucionista y la teoría computacional de la mente, hay que llevar esta reflexión a tierra. Dejando a un lado el análisis científico, hagamos el proceso más empírico de lo que significa el fomento del talento individual.

El sistema educativo actual es, como bien definía Ken Robinson en sus conferencias y trabajos, una máquina de destruir la creatividad. Hay una fijación en la homogenización de la educación. Los programas actuales parten de un error básico: que todos somos iguales.

Aunque se debe ‘exigir’ unos conocimientos mínimos en los campos básicos, el sistema empuja, e incluso aparta, a los individuos que se salen de la estandarización académica. Cada año, el Informe PISA evalúa internacionalmente «hasta qué punto los alumnos han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber».

Estos informes nos sirven para realizar una clasificación mundial y saber en qué país se tiene la mejor educación. Unos datos que configuran una carrera de fondo de intereses políticos, más que un interés por la formación de calidad. ¿Realmente esta es la mejor forma de medir la educación?

Este es precisamente el interés de Pinker a la hora de analizar la educación y la capacidad de absorber los conocimientos por parte de los alumnos. Para el lingüista, el reto está en huir de esta estandarización de la educación y fomentar los talentos individuales. Creando, de esta manera, personas seguras de sí mismas, conscientes de sus cualidades, felices y capaces de enriquecer a la sociedad con su talento.

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