Una canción que nadie compuso

Para operar una línea de ensamblaje viene bien  una inteligencia artificial. La creación artística requiere, en cambio, una emotividad. La armonía, la belleza… ¿están en la máquina o en nosotros? Aquí comparto varios proyectos que intentan combinar la creación a través de lo inanimado, con el factor no previsible… lo que nos hace humanos.

 

Hay pocos espectáculos tan atractivos como la imitación profesional. Un humorista parodiando a Bush o Charly García. Unos títeres políticos, que se burlan de izquierda y derecha, sin temor al arresto. Un delfín que asiente, o un perro que ladra «Sabotage», como el de Beastie Boys.

Impresiona tanto o más cuando se trata de un objeto inanimado, inorgánico. Allí están, por ejemplo, un autómata del siglo XII o REEM, un robot humanoide; estados previos a la inteligencia artificial, el piso de arriba a la revolución informática.

Emily Howell es otro ejemplo. La mencionamos en el post La tecla adecuada. Se trata de un software que crea piezas originales, partiendo de artistas clásicos. Pese a las notables carencias de una sonata compuesta por Emily, es justo reconocer el esfuerzo, ya no de imitar -como un humorista haría con Michael Jackson-, sino de emular, como un falsificador que asegura tener un Cézanne inédito.

La música es un arte y está conectada a lo emotivo, tanto para quien crea los sonidos, como para quien los escucha, los traduce y los siente. Quiero compartir con ustedes algunos proyectos que intentan combinar la creación a través de lo inanimado, las armonías artísticas y el factor no previsible… lo que nos hace humanos, dirían algunos.

En el 2011, Dan Sternof Beyer creó el «Wet Quintet» (Quinteto Húmedo). Son cinco módulos de madera, cada uno con su respectiva campana afinada en Do Menor. Pueden moverse a través de una plaza/fuente, con chorros de agua  que la gente activa por sensores. Podría decirse que es una escultura sonora veraniega. La «tonada» se conforma sumando el agua, con las campanadas en vivo. Refrescante.

Por su parte Seb Leon, un artista francés, usa un edificio como un instrumento musical, y al movimiento interno de cada quien, como una nota. La instalación «Golden Horns» (Cuernos Dorados) es una escultura que recorre toda la Torre NEF, en Estambul, y recoge sonidos de gente, carros, negocios, fuentes. A través de tubos de cobre omnipresentes -y afinados en Mi Menor- todo aquel que entra es parte de la sinfonía. Se puede oír en todos los pisos. Siempre es diferente.

Para cerrar, el más impresionante: un proyecto en marcha patrocinado por Jeff Bezos, creador de Amazon, y Brian Eno. Dentro de una desértica montaña en Texas, la Long Now Foundation construirá el «Reloj del Largo Ahora«.

Será una máquina majestuosa, diseñada -sin hipérbole- para dar la hora por 10.000 años.  Además de las implicaciones filosóficas sobre el tiempo y la longevidad del hombre y de cada civilización, es un experimento sonoro. Cada mediodía, diez campanas tubulares interpretarán una melodía original. Música única, para que pocos oigan y para que nunca se repita, desde las vísceras de una montaña.

Construction of the 10000 year clock – Alexander Rose (SETI Talks)

Imágenes vía wikipedia, visulatherapyonline y longnow

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