«2001: Una odisea del espacio», 50 años de predicciones tecnológicas cumplidas

Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke escribieron el guion de una película que llevó la ciencia ficción a otra dimensión. Más allá del contexto filosófico que la envuelve, resulta interesante identificar algunas de las herramientas y tecnologías que utilizan los protagonistas de la cinta y que en las últimas décadas han terminado por materializarse.

“Abre las compuertas, HAL”. El astronauta Dave Bowman espera frente a la entrada de la nave espacial Discovery 1 dentro de su cápsula de rescate. Sin embargo, el superordenador HAL 9000 no abre el hangar. La inteligencia artificial se ha rebelado contra los tripulantes en un ejercicio de supervivencia propia.

Hace exactamente 50 años veía la luz 2001: Una odisea del espacio, para muchos una obra maestra del cine. Preestrenada el 2 de abril de 1968 en el Uptown Theater de Washington, esta película supuso un punto de inflexión para el género de la ciencia ficción, llevando a la gran pantalla una experiencia visual sin precedentes con flamantes efectos especiales para la época. A esta hazaña audiovisual le acompañaba un trasfondo antropológico lleno de misterio: cavilaciones sobre el origen del universo, los seres humanos, la evolución y la tecnología que medio siglo después siguen agitando las entrañas de los espectadores.

El legado de 2001: Una odisea del espacio es infinito y comprende desde planos memorables donde la simetría y una genuina dirección de fotografía dominan la imagen, hasta secuencias que han dado lugar a todo tipo de parodias y homenajes en la cultura popular.

*Fotograma de la película*

Detrás de esta cinta se encuentran Stanley Kubrick, director de culto nacido en Nueva York, y Arthur C. Clarke, escritor y científico británico, que, junto a Kubrick, dio forma al guion de la película. Más allá del contexto filosófico que la envuelve, resulta curioso identificar algunas de las herramientas y tecnologías que utilizan los protagonistas del filme, y que en las últimas décadas han terminado por materializarse.

IA, asistentes de voz y tablets en los años 60

En este sentido, lo primero que se nos viene a la cabeza es el ordenador HAL 9000, la inteligencia artificial y asistente de voz que controla la nave con destino a Júpiter. A pesar del conocido desenlace de la película, diversos desarrolladores han creado herramientas muy similares a esta, proporcionándoles una autonomía cada vez mayor. Siri, Cortana, Alexa o Aura, la propuesta de Telefónica, son buenos ejemplos en esta línea.

El número de funcionalidades que ofrecen estos asistentes no para de aumentar día a día, y su forma de hablar se acerca cada vez más a la de los humanos. No obstante, estas tecnologías no cuentan aún con una vertiente emocional tan elaborada como la que veíamos en la obra de Kubrick, ni sabemos si esta es siquiera la intención de sus creadores.

Otra de los inventos que predijo 2001: Una odisea del espacio fue la comunicación a través de vídeo, es decir, Skype. En este caso, la invención real llegó dos años más tarde de lo previsto. En 2003 se lanzaba la aplicación con la que millones de personas hablan diariamente a través de un videochat que permite entablar una conversación cuasi presencial. En la película vemos cómo uno de los personajes utiliza un servicio similar para felicitar a su hija por su cumpleaños desde el espacio exterior.

A su vez, esta modalidad de conferencia se repite más adelante en la cinta desde lo que podríamos identificar como una tablet. En este caso, los tripulantes de la nave son entrevistados por un periodista de la BBC a través de esta vía. Los autores del filme no lo sabían, pero estaban mostrando al mundo los primeros bocetos de lo que un día sería el iPad.

Han pasado 50 años del estreno de 2001: Una odisea del espacio, una película con toda clase de lecturas y particularidades que la hacen única. Por su aniversario hemos querido recordar los inventos que Kubrick y Clarke vaticinaron medio siglo atrás. Aunque se trata de elementos que no pueden pasar inadvertidos para los espectadores de la actualidad, la realidad es que esta obra concierne cuestiones de mucha más trascendencia. Su visión filosófica de la evolución, tejida entre imágenes de una estética sublime, debe seguir siendo la razón por la que tantos la señalen como obra maestra.

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