En el amplio universo de la tecnología, un estándar es aquel dispositivo, formato, aplicación, conector o norma técnica que está respaldado por gran parte la industria y por los usuarios. En ocasiones, ese estándar nace tras un acuerdo previo de las empresas implicadas, como ocurre con el WiFi o con las conexiones móviles como el 5G. Otras veces, es el uso del consumidor el que convierte algo en estándar. Como ocurre con el formato PDF o con la aplicación WhatsApp. Y, en ocasiones, es necesario el respaldo de organismos públicos. Como sucede con el USB-C en dispositivos móviles y demás aparatos electrónicos.
Hace años que venimos hablando del conector USB-C. Se trata de una versión mejorada del ya clásico conector USB. Que vemos en todas partes: televisores, consolas de juego, teléfonos móviles, ordenadores… Y llevan tiempo conviviendo versiones nuevas y viejas. No es extraño encontrar ordenadores y otros aparatos que tienen una entrada USB-C pero también una o más entradas USB de tipo 2.0. Es decir, la versión anterior a la actual 3.x.
El conector USB nació como un estándar bajo el amparo de la industria de la electrónica, unida bajo el nombre de USB Implementers Forum desde 1995. Esta organización procura para que el estándar USB evolucione a la vez que difunde su implementación. Las ventajas de esto es que podamos usar los mismos cables, cargadores y dispositivos. Y que sean compatibles entre sí a pesar del fabricante. Pero no siempre el resultado es satisfactorio. De ahí que la Unión Europea decidiera tomar cartas en el asunto. Hasta el punto de que fabricantes como Apple han incorporado recientemente el USB-C a sus iPhone.
USB-C en dispositivos móviles europeos
A finales de 2024, todos los dispositivos móviles que se comercialicen en la Unión Europea deberán contar con soporte para el estándar USB-C. De manera que puedas alimentar un teléfono, unos auriculares o una tablet con el mismo cargador aunque esos tres aparatos sean de tres fabricantes. Sean europeos, asiáticos o americanos. Así se pondrá fin a un problema que hemos tenido durante décadas: almacenar cables y cargadores en un cajón a medida que cambiábamos de dispositivos móviles.
El problema se redujo a medida que los smartphones se convertían en el teléfono por defecto para muchos. Los teléfonos previos al iPhone tenían cada uno su propio tipo de conector. A medida que el mercado se llenaba de dispositivos móviles de Apple, Samsung y demás fabricantes, los tipos de conectores se redujeron. Por un lado, Apple usaba sus propios conectores Lightning. Los demás fabricantes, lanzaban dispositivos con microUSB. Y en los últimos años, con USB-C. Y, gracias al impulso de la Unión Europea, el USB-C será el estándar para cargar dispositivos móviles.
Más allá de la incomodidad de comprar un cargador porque no tienes uno compatible con tu teléfono, el propósito de la Unión Europea, a través de su Parlamento, es reducir la basura electrónica. Todos esos cables y cargadores que quedaban obsoletos con la compra de un nuevo aparato electrónico se convertían en inservibles. En lo que en inglés se llama e-waste. Y eso tiene un impacto ambiental. Alargar la vida útil de cables y cargadores permite reducir esa basura electrónica. Y, de paso, facilitar nuestro día a día, ya que podemos cargar cualquier aparato con cualquier cargador. Sin importar el fabricante o la antigüedad de los mismos.
En qué consiste la obligación del USB-C en Europa
Como decíamos, la Unión Europea decidió que el conector USB-C sea el estándar europeo para los dispositivos electrónicos. USB-C en todos los dispositivos móviles europeos. Y su obligatoriedad se aplicará en 2025. Es decir, a finales de 2024, los aparatos que salgan al mercado en territorio europeo deben ser compatibles con cables y cargadores USB-C. Es más. El usuario debería poder adquirir esos dispositivos con o sin cargador. Ya hay aparatos de pequeño tamaño o teléfonos móviles que vienen acompañados de un cable USB-C pero no de un cargador.
Además de teléfonos móviles, esta normativa europea afecta a tabletas, cámaras, auriculares, cascos, consolas de videojuego, altavoces, libros electrónicos, ratones, teclados y demás dispositivos susceptibles de usar batería y necesitar ser cargados. Los ordenadores portátiles también deberán ofrecer soporte para USB-C. Algo que ya viene ocurriendo pero que será obligatorio 40 meses después de esta primera fase.
Por lo demás, las ventajas del conector USB-C en dispositivos móviles son muchas. Se integra en toda clase de dispositivos, pequeños y grandes. Y sirve tanto para transferir datos entre dispositivos como para alimentar baterías. Y a medida que evoluciona las especificaciones, se obtienen mejores resultados. El USB tipo C permite mover datos a 10 GB/s y proporcionar 100 vatios (20 V / 5 A). Eso en su versión 3.1. La versión 3.2 aumenta hasta los 20 GB/s.
Para llegar aquí, el Parlamento europeo planteó la búsqueda de un estándar tecnológico que resolviera el problema de la basura electrónica. Durante más de una década. Finalmente, la Comisión Europea presentó una propuesta en septiembre de 2021. Y, desde junio de 2022, el Parlamento y los países miembros fueron validando la propuesta, aprobada en el Parlamento en octubre de 2022. Desde entonces, fabricantes y países miembros se han ido poniendo al día. Los primeros, incorporando el USB-C a sus dispositivos. Los segundos, actualizando su legislación.