La impresión 3D copa día sí, día también, los titulares de los principales medios. Se trata, en efecto, de una auténtica revolución en la producción industrial, ya que podemos diseñar por nosotros mismos, y posteriormente fabricar, cualquier objeto que podamos imaginar.
Parece sacado de una película de ciencia ficción, pero en realidad es cierto. Las impresoras 3D logran producir cualquier objeto tridimensional que nos podamos imaginar, mediante la adición de capas superpuestas. En los últimos años, con el abaratamiento y la facilidad de uso de las impresoras 3D, se está consiguiendo trasladar esta utopía industrial a una realidad social.
Las posibilidades de esta nueva tecnología son múltiples y variopintas, ya que podemos construir una base lunar mediante impresión 3D, fabricar un coche o diseñar y producir nuestro material de oficina personalizado. Pero quizás donde mayor repercusión consiga esta auténtica revolución tecnológica sea en el ámbito de la medicina. En el blog ya os hemos hablado de algunos de los aspectos más importantes de la relación entre la impresión 3D y la e-Health.
Imagen: Impresión 3D
El diseño de una nueva cara para un paciente afectado con un tumor facial causó, por ejemplo, un verdadero impacto en Reino Unido, país donde vive Eric Moger. Conseguir subsanar un problema médico realmente importante (además de estético), abría las posibilidades de las impresoras 3D como nuevas herramientas de uso terapéutico.
La fabricación de fármacos, por otra parte, puede ser una nueva posibilidad que explore la impresión 3D, como afirmaba Lee Cronin, profesor de la Universidad de Glasgow. Ser capaces de imprimir medicamentos en casa, una vez hubieran sido prescritos por nuestro médico, sería una forma de abaratar costes de producción, y evitar el excedente de los fármacos.
Sin duda, las posibilidades que ofrece la impresión 3D en medicina son innumerables. Hoy os contaremos qué opciones tenemos en la fabricación de órganos mediante esta nueva tecnología.
¿Trasplantes gracias a la impresión 3D?
Aunque se está trabajando mucho en el ámbito biomédico, en el desarrollo futuro de tejidos y órganos a través de la impresión 3D, los esfuerzos existentes hasta ahora solo han significado pequeños (pero importantes avances). Algunas de las compañías que más están trabajando en el campo pionero de las bioimpresiones son Autodesk y Organovo.
La aplicación del paso de los píxeles a la realidad, en el ámbito de la ingeniería de tejidos, sigue siendo un objetivo bastante utópico. Sin embargo, sabemos que la medicina avanza a una velocidad vertiginosa, por lo que no resulta extraño pensar en la revolución que puede darse en sanidad si finalmente la impresión 3D cumple sus promesas.
En ese sentido, la propia Organovo ha dado un paso de gigante al conseguir crear cultivos celulares de hígado tridimensionales mediante la impresión 3D. La empresa norteamericana ha sido capaz de producir capas superpuestas de hepatocitos y células esteladas, las unidades más importantes que componen el hígado. Aunque estos minicultivos hepáticos presentan unas dimensiones reducidas (un milímetro de profundidad y cuatro milímetros de anchura), el trabajo podría tener un gran impacto en medicina.
Gracias a la impresión 3D, podríamos fabricar órganos, como este «prototipo» de hígado de Organovo, listos para realizar pruebas farmacológicas. En estos cultivos celulares se podría analizar, por ejemplo, cómo actúan determinados medicamentos sobre las células hepáticas, lo que reduciría en parte el coste de los ensayos de investigación en la producción de fármacos.
La estructura creada por Organovo va más allá del clásico cultivo celular, ya que en parte imita el trabajo imprescindible que realiza el hígado en nuestro organismo. De ahí que estos «miniórganos» sean capaces de producir albúmina, sales y otros compuestos generados por el hígado de manera normal.
Si consiguen seguir avanzando en la producción de órganos mediante impresión 3D, a partir de estos buenos resultados, quizás en el futuro podríamos fabricar mucho más rápidamente hígados como el de Organovo, sin tener que recurrir a los trasplantes convencionales de personas fallecidas, o al uso de animales para la realización de xenotrasplantes. Una promesa que de convertirse en realidad supondría, sin lugar a dudas, un avance fundamental en medicina.