Hacemos un recorrido del modelo de vida laboral de las generaciones de estos últimos cincuenta años, en comparación con el panorama actual.
Hola a todos, mi nombre es Pablo Fernández Iglesias (PabloYglesias en esto del perfil 2.0), y soy uno de los jóvenes beneficiarios del programa Talentum Startups Short Track de Telefónica. Llevábamos ya tiempo hablando de una posible colaboración en este espacio, y no se me ocurriría mejor manera de estrenarme que con un artículo de opinión, respaldado por el estudio sobre el Ecosistema Emprendedor en España elaborado por el equipo de Global Affairs & New Ventures de Telefónica, encabezado por Javier Santiso Guimarras.
Y es que bien es cierto que estamos pasando una crisis, tanto económica como moral, que apunta directamente a las nuevas generaciones como principales afectados. Hay mucha gente que se encuentra perdida, a la que me gustaría recordar que no es la primera vez que esto ocurre, sino todo lo contrario.
Conforme esa generación Y empieza a ganar terreno a sus antecesoras, podemos observar cómo el modelo social rígido y abarcable que teníamos hasta ahora se va poco a poco desinflando en pos de las necesidades de una sociedad divergente y multitarea. Es importante dejar claro este punto, ya que aquellas empresas que sepan aprovechar el potencial, adaptándose a las demandas de estas nuevas generaciones, tendrán en su haber el germen del éxito.
El viernes pasado, Telefónica preparaba un encuentro de emprendimiento para aquellos adscritos al programa Talentum Startups Short Track. Una mañana informal, alejada de la rutina, donde pudimos conversar de tú a tú sobre algunas de las iniciativas a nivel europeo que más auge están teniendo, y ya de paso aprender un poco de algunos de los grandes expertos con los que cuenta la teleco.
Precisamente varias de las presentaciones bebían directamente del estudio antes mencionado. Es por ello que, apoyándome en los números, quería hacer una panorámica de estos últimos 60 años de historia, y de cómo ha cambiado el modelo laboral a la par de unas especificaciones sociales cada vez más flexibles. Y, creedme, hay final feliz.
Baby Boomers
Echando la vista atrás, y poniendo como referencia el mercado laboral estadounidense, la llegada de esa generación posterior a la Segunda Guerra Mundial trajo consigo una visión del trabajo con reglas claras. Un trabajo de oficina, con horario fijo e inmutable (no se mezclaba vida laboral con personal), y responsabilidades que recaían únicamente en el individuo. Trabajar en una empresa para los baby boomers era signo de prosperidad, ya que vaticinaba un futuro próspero con mujer/marido, casa, coche e hijos.
Un estatus social, que en buena parte se elegía desde una edad muy temprana, y marcaba el porvenir de toda una vida (e incluso de la vida de generaciones venideras). Se vivía por tanto pensando únicamente en el futuro, empezando por lo bajo e intentando llegar a lo alto escalonadamente, aceptando como verdadero activo de valor la experiencia de los superiores.
Un modelo de estructura claramente piramidal que premiaba la edad frente a las aptitudes, actitudes o conocimientos empíricos, y que dos décadas después, acabaría consumida por las ansias de expansión de la generación X.
Generación X
Una generación que no vivía en el presente pero tampoco en el futuro más lejano. Ya no tenía sentido la cadena temporal («llevas más tiempo que yo, estás por encima»), sino que un trabajador podía llegar a puestos superiores sin tener que pasar por todos y cada uno de los anteriores. Es la generación de la competencia, del destaque personal frente a la experiencia. La época de los títulos homologados (si no tienes un papel que te acredita, ¿cómo debo considerar tus conocimientos?). El objetivo era llegar arriba por el camino más corto y, una vez allí, disfrutar de ello.
Otro modelo que, de nuevo, veinte años después se ha quedado anticuado.
Millennials
Los pertenecientes a la Generación Y ya no piensan en el futuro sino en el presente. Hay que disfrutar del camino, aunque no haya un rumbo fijo.
Los millennials saben reconocer las oportunidades, encontrar verdadera pasión en lo que hacen. Economía social, emprendeduría, mundo digital y trabajo en colectivo distribuido están cambiando nuevamente el panorama laboral.
Los países históricamente ligados al liderazgo mundial en emprendimiento también se están viendo afectados por el surgimiento de nuevos competidores, los conocidos como BRIC (Brasil, Rusia, India y China) con un crecimiento económico sin precedentes, o países que como Israel se alzan como potencias en innovación ateniéndose a su inversión en VC per cápita de USD143 millones (frente a los 72 de Estados Unidos y los 3 de España).
La maleta heredada por las empresas puede llegar a ser una carga, carga que está jugando a favor de las nuevas iniciativas (nuevos vientos), y que está llevando a la caída de grandes hitos empresariales frente a startups de reciente creación. La venta de startups de poco más de un lustro de vida por valores desorbitados es un claro ejemplo, los nuevos modelos de negocio indirectos que han llevado a empresas como Google a lo más alto así lo demuestran.
Los que pertenecemos a estas nuevas generaciones ya no buscamos la seguridad de una oficina. Queremos experimentar, salir y ser parte de la maquinaria que mueve el mundo. El trabajo en grupos igualitarios, nada de arquitecturas jerárquicas, y el autoaprendizaje frente a los canales educativos tradicionales (que no han sabido adaptarse a la vertiginosa velocidad de la sociedad de la información, con una caída del 40% de matriculaciones en Ingeniería de Telecomunicaciones e Informática entre 2003 y 2011) son algunas de las máximas que están revolucionando el ecosistema globalizado actual. Si quieres saber quién soy, si quieres ver qué soy capaz de hacer, búscame en internet, no esperes un aburrido currículum de papel.
Muchos hablan de nuestra generación como la más proclive al emprendimiento porque la situación actual nos está empujando a buscar alternativas, y al menos los datos suministrados por Telefónica lo respaldan (un 16% de necesidad en 2009 frente al 26% de 2011). Dejando de lado el sesgo positivo, y la tendencia al catastrofismo de la península, sigo pensando que la emprendiduría no es una segunda opción. Somos conscientes de las deficiencias de un sistema económico que se tambalea, y queremos buscar soluciones.
El emprendedor español es más joven que en la mayoría de los países (de media 30 años frente a los 33 de USA), y eso que las facilidades que hay en Estados Unidos no son ni siquiera comparables a las de nuestro país. Si la única forma de salir de la crisis depende de nosotros, adelante. Nuestra mentalidad es digital y colectiva. Estamos bien preparados (un 70% con estudios de postgrado frente al 40% de Estados Unidos). Y, para colmo, en nuestro sector no hay apenas competencia (sólo un 6.5% de las iniciativas emprendedoras del 2011 tenían un fuerte componente tecnológico).
Vivimos hiperconectados a una diversidad cada vez mayor de canales y somos multidisciplinares. El trabajo, presente siempre y desde cualquier lugar, es un ámbito social, complementario y totalmente flexible. La creatividad y los ciclos de máximo rendimiento se los marca cada uno. Ya no tiene sentido fichar al comienzo y final del turno laboral. Podemos trabajar desde casa, desde el parque, que las redes sociales son una extensión de nuestra identidad, y hablan por nosotros 24/7. Somos parte de algo más grande, y no dudamos en juntarnos y afrontar diferentes proyectos a la vez. Flexibilidad y nuevos retos ante todo.
No quería acabar esta entrada sin animaros a que afrontéis vuestros temores y luchéis por lo que queréis hacer. Pasamos la mayor parte del tiempo trabajando, ¿por qué no hacerlo en lo que nos gusta?
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