Dinamarca no está entre los países más visitados por los turistas en Europa. Y desde el sur, tampoco sabemos mucho de este país salvo que su capital es Copenhagen. Ciudad que, entre otros alicientes, tiene unas icónicas casas con fachadas coloridas y la famosa estatua de la sirena del cuento del danés Hans Christian Andersen. Pero Dinamarca es un país que, por su posición en el mapa, ha logrado hacer una transición energética abandonando las centrales de carbón por los molinos de viento. Y en su afán de innovación, ha empezado a usar agua de mar para calentar sus viviendas.
Dinamarca ha dependido durante años del carbón y el petróleo. Pero en 2020 logró generar el 80% de su electricidad mediante fuentes renovables. Principalmente la energía del viento acompañada de la energía hidroeléctrica y la geotérmica. Su objetivo para 2030 es alcanzar la independencia energética de fuentes contaminantes. Y en paralelo a esta transición eléctrica hacia la sostenibilidad, surgen proyectos a menor escala que llaman la atención.
Uno de ellos se ha estrenado este año en Esbjerg, Dinamarca. Se trata de la quinta ciudad más poblada de este país, con aproximadamente 100.000 habitantes. 115.459 en 2022 según Wikipedia. Está situada al sudoeste de la península y da a la costa del mar de Wadden. De ahí que su motor económico haya sido durante décadas su puerto. Los fuertes vientos han facilitado que en la costa proliferen los molinos eólicos, que han sustituido a la antigua central de carbón que alimentaba la ciudad. No solo para generar electricidad. También para la calefacción de la población.
Agua de mar para calentar en invierno
Un reportaje de DW (Deutsche Welle), el servicio público alemán de radiodifusión para todo el mundo, se hizo eco del proyecto promovido, entre otros, por el alcalde de Esbjerg, Jesper Frost Rasmussen. La idea era emplear el agua de mar para calentar las viviendas de la población. Para ello emplearían la tecnología de la empresa MAN Energy Solutions a petición de la empresa danesa de servicios DIN Forsyning. La tecnología en cuestión es un sistema de bombas de calor con capacidad de 50 MW y que generaría anualmente 235.000 MWh para calentar los hogares de sus más de 100.000 habitantes.
Las bombas de calor hace años que se emplean en la industria, y hace poco se empiezan a comercializar para uso doméstico. Se trata de un sistema más económico y sostenible que los sistemas de aire acondicionado o calefacción tradicionales y con un funcionamiento similar. Simplificando, las bombas de calor trasladan la temperatura externa dentro de la vivienda para calentar o enfriar, según las necesidades del momento. Y aunque antes sus precios eran prohibitivos, cada vez salen más a cuenta y su instalación es igual de sencilla que el resto de alternativas para enfriar o calentar viviendas.
Pero para calentar una población de 100.000 personas, no basta una sola bomba de calor. Se necesita una instalación de grandes dimensiones. El proyecto se anunció a principios de 2021, según explica la página oficial de MAN Energy Solutions. Y se ha inaugurado dos años después. En cuanto a su ubicación, la instalación está situada en el mismo puerto de Esbjerg, ya que para que el sistema funcione utiliza agua de mar. ¿Y cómo puede el agua de mar calentar una vivienda?
Energía eólica + bombas de calor = agua caliente
El agua de mar de la costa de Esbjerg es bombeada al interior de las instalaciones que alberga una enorme bomba de calor. En concreto, 14.000 metros cúbicos por hora. Tal y como explica el reportaje de DW, “los intercambiadores de calor transfieren entre dos y tres grados del agua de mar”. Para ser más específicos, la bomba de calor contiene dióxido de carbono líquido. Un gas contaminante contra el que luchamos para evitar el calentamiento global. Pero en esta instalación de calefacción lo aprovechan para este uso. En concreto, el agua de mar calienta ese CO2 líquido y lo convierte en gas. El CO2 en forma de vapor se comprime para aumentar más su temperatura.
La bomba de calor calienta el agua de la red de calefacción urbana, que se reparte por toda la ciudad. Gracias a esta red, toda la población se ve beneficiada de este sistema sostenible de calefacción. Eso sí, para hacer funcionar el sistema de bombas y compresores es necesaria electricidad. Pero a poca distancia hay molinos eólicos, esa electricidad proviene de fuentes renovables.
De ahí que ya no necesiten la antigua central de carbón, clausurada en abril de este año. Es más. Es tanta la electricidad que genera la instalación eólica de las proximidades de Esbjerg que el sistema de calefacción emplea la energía sobrante durante los picos de generación. Así que no afecta para nada al suministro eléctrico de la ciudad.
Las particularidades de Esbjerg, y Dinamarca en general, han facilitado que se implante este sistema. Pero por sus características, bien podría aplicarse a otras poblaciones que necesiten calentar sus hogares. Así se evitaría utilizar gas natural para proporcionar calefacción, una fuente que pese a su nombre es contaminante y de la que todavía dependen países como España para generar electricidad o calefacción.