Reconciliarnos con la naturaleza o hacer que las ciudades recuperen el verde, sustituido hoy por el gris del hormigón y el acero, es una de las tareas que tenemos pendientes desde hace años en grandes urbes de medio mundo. Y a medida que tomamos consciencia de la importancia que tiene el medio ambiente en nuestro bienestar, surgen propuestas enfocadas hacia un futuro de granjas urbanas o azoteas verdes, por poner dos grandes ejemplos.
Las granjas urbanas no son ninguna novedad en muchas ciudades españolas. Quienes cuentan con una terraza o un pequeño solar cerca de casa hace años que gestionan, en solitario o en comunidad, pequeños huertos urbanos. Que ayudan a cohesionar los barrios y a dar un aliciente más a quienes los cuidan. Por otro lado, empiezan a surgir proyectos cuyo objetivo es trasladar la agricultura a la gran ciudad en forma de cultivos verticales e hidropónicos. Pero ese es otro tema.
De lo que hablamos es de recordar lo que ya sabíamos sobre cómo funciona la naturaleza. E integrarla en la gran ciudad en forma de azoteas verdes. Una manera de recuperar un espacio muchas veces abandonado y que ayudaría a combatir el calor en época estival. Precisamente, las ciudades tienen un gran problema al que hacer frente en lo que se refiere a regular su temperatura. Y las azoteas verdes podrían resolver este problema con beneficios para todas las partes. Incluyendo el ahorro eléctrico que supone la refrigeración de hogares y oficinas.
Volver a aprender lo que ya sabíamos
El ser humano ya sabía que los árboles y la vegetación ayudan a reducir la temperatura. Y se han hecho estudios por doquier analizando la temperatura de calles con arbolado y calles sin él. La diferencia es abismal. Con todo, ciudades de todo el mundo decidieron apostar por el hormigón y el acero y se olvidaron, por unos u otros motivos, de integrar la naturaleza en sus calles. De ahí que los investigadores deban recordarnos lo que ya sabíamos y que hemos olvidado. Por otro lado, estos conocimientos se pueden adaptar a la actualidad. Como ocurre con las azoteas verdes.
Aunque ya existen varios ejemplos de ciudades que apuestan por las azoteas verdes, no es algo que veamos en todas partes. De ahí la investigación de los científicos de la Universidad de Kyung Hee, en Corea del Sur, Indira Adilkhanova y el profesor Geun Young Yun. En colaboración con el profesor Mattheos Santamouris. Su descubrimiento se puede resumir en que grandes ciudades como Seúl, la capital de Corea del Sur, podrían reducir su temperatura en hasta un grado en verano y, de paso, reducir el consumo energético asociado a ese calor en hasta un 8%.
En un contexto global en el que padecemos temperaturas extremas, hay lugares del mundo que empiezan a notar cifras nunca vistas en sus termómetros. Lo que implica el empleo de aires acondicionados, cuyo consumo aumenta todavía más la temperatura dentro de las ciudades. Y que, en determinados países, implica aumentar la generación de electricidad por métodos contaminantes. Lo que, a su vez, genera CO2 que contribuye a seguir aumentando la temperatura del planeta. Soluciones tan simples como las azoteas verdes ayudarán a combatir el calor en verano al tiempo que tendría beneficios colaterales. El principal, reducir el consumo eléctrico.
Azoteas verdes como algo natural
Las azoteas de los grandes edificios ofrecen un catálogo de imágenes de lo más variado. Aunque la estampa habitual es la de poblar las azoteas de aparatos de aire acondicionado y climatización, en los últimos tiempos también las hay repletas de placas solares. Otras, empiezan a aprovecharse para la restauración y el entretenimiento. O para usarlas como parques urbanos en las alturas. Y este último punto es el que reivindica el estudio del que hablamos. Más allá de lo estético, llenar las azoteas de vegetación puede ayudar a combatir el calor en verano y a limpiar el aire que respiramos de CO2 y otros contaminantes.
Estudios anteriores ya habían visto que el uso de las azoteas verdes ofrecía beneficios a los edificios que las albergaban. El principal, una reducción del consumo eléctrico asociado a regular la temperatura, ya que la temperatura bajaba respecto a edificios con azoteas al uso. Esta investigación destaca porque analiza las ciudades en su conjunto. De ahí que aunque hablemos de que la temperatura baja un grado, se trata de una cifra muy importante cuando se trata de superficies enormes como una urbe.
Para la investigación, los científicos realizaron simulaciones de refrigeración climática y de uso de energía de edificios a gran escala. Bajo tres escenarios de cobertura de vegetación. Así, querían evaluar el potencial de las azoteas verdes para reducir la temperatura y las necesidades de refrigeración de Seúl durante el mes más caluroso del verano, agosto. En concreto, tuvieron en mente azoteas verdes extensivas no irrigadas. Se trata de una solución que puede implementarse a gran escala y que tiene un menor coste de mantenimiento.
Una solución no siempre fácil de implementar
En las simulaciones, al cubrir el 90% de edificios de Seúl con azoteas verdes, la temperatura del aire y de la superficie descendía entre 0,54 y 2,17ºC. Y el consumo eléctrico bajaba a un 7,7%, o lo que es lo mismo, 0,64 kWh/m2. La explicación la encontramos en cómo funciona la naturaleza. En palabras los investigadores, “las azoteas verdes ayudan a enfriar las temperaturas porque facilitan la evaporación a través de la transpiración de las plantas”.Este fenómeno natural “enfría el aire de alrededor y reduce la necesidad de sistemas de refrigeración mecánica, reduciendo la demanda general de energía”. Por otro lado, “la capa de suelo y vegetación en las azoteas verdes proporciona aislamiento, reduciendo la transferencia de calor a los edificios y reduciendo aún más los costes de energía”.
Entonces, ¿por qué no encontramos más azoteas verdes? Si todo son ventajas, ¿qué inconvenientes encontramos en esta solución natural? La principal, el coste inicial. Los investigadores de este estudio afirman que las azoteas verdes suponen una de las tecnologías más caras de implementar, ya que implican un desembolso inicial y un mantenimiento. Es sostenible y no contaminante, pero cara. Algo que no todo el mundo está dispuesto a asumir.
Sin embargo, las ciudades y empresas de los países desarrollados pueden hacer frente a ese coste y mantenimiento. Además, teniendo en cuenta que las azoteas verdes suponen una contribución que beneficia a todo el mundo, los organismos públicos deberían facilitar la adopción de este tipo de soluciones.