Granjas en las ciudades: un futuro no tan lejano con alimentos de kilómetro cero

Los huertos urbanos o agricultura urbana no son una novedad. Hace años que se puso de moda en ciudades de todo el mundo. Y se sigue practicando. Consiste en aprovechar desde balcones a terrazas. E incluso pequeños terrenos abandonados. Y cultivar alimentos. Algo que siempre se ha hecho en el campo, en el ámbito rural, siempre separado del concepto de urbe o ciudad. Pero las granjas ubicadas en ciudades pueden ofrecernos un futuro alimenticio más sostenible.

La ciencia ha tratado de encontrar, en los últimos tiempos, maneras de cultivar alimentos empleando la menor cantidad de recursos posibles. Tanto agua como nutrientes, luz solar y/o espacio de cultivo. De estas investigaciones han surgido tecnologías como la hidropónica o las granjas verticales. Soluciones que permitirían cultivar alimentos en otros planetas pero también en lugares con condiciones climáticas adversas. O en ciudades.

A medida que va calando el concepto de ciudad de los 15 minutos, van ganando adeptos ideas como la de aprovechar espacios en desuso para crear granjas en las ciudades. Una manera de integrar la naturaleza como nunca antes se había hecho. Al tiempo que se reduce la dependencia alimentaria y acerca los campos de cultivo. Que normalmente están a varios kilómetros de distancia por culpa de la presión urbanística.

La agricultura de superficie cero y las granjas en ciudades

Comprobar si es posible reducir o acabar con la dependencia alimentaria en las grandes urbes del mundo integrando granjas en ciudades. Este era el propósito del estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica. Y cuyas conclusiones se publicaron a finales de 2022 en la revista científica Journal of Green Building y, posteriormente, en el medio especializado The Conversation.

Llevado a cabo por Jan Hugo, Chrisna du Plessis y Andy van den Dobbelsteen, esta investigación  quería determinar si era posible lo que se conoce como agricultura de superficie cero, por sus siglas en inglés ZAF. El concepto tiene que ver con las últimas tendencias en seguridad alimentaria y desarrollo urbano sostenible. Obtener alimentos con menos recursos en situaciones extremas y aprovechando la disponibilidad de los mismos. Un gran reto técnico y científico que, al parecer, puede dar frutos.

Para ello se analizaron tanto las granjas de agricultura de superficie cero como la agricultura urbana o granjas en ciudades para ver su viabilidad. En concreto, se estudiaron ejemplos ya en marcha en países como Sudáfrica, Bélgica, Países Bajos y Singapur. La idea era plasmar distintas zonas climáticas con diferentes necesidades y técnicas empleadas en agricultura.

Granjas en ciudades
Foto de Pragyan Bezbaruah

Del consumo personal al comercio sostenible

El estudio, mediante entrevistas a agricultores, arquitectos e ingenieros, llegó a la conclusión de que hay ocho tipos de granjas urbanas. Todo ello en función de la temperatura ambiental, luz, nutrientes, agua y flujo de aire. A esto hay que añadir el componente tecnológico, aprovechamiento del agua o el empleo de mano de obra humana.

Así, las ocho tipologías de granja urbana son:

  • Explotación comunitaria o por parcelas para uso personal o comunitario
  • Explotación comunitaria o comercial basada en el suelo con túneles de cultivo
  • Explotaciones integradas en el entorno con funciones estéticas o culturales: cocinas de demostración o restaurantes de consumo sostenible
  • Granjas comerciales integradas en el entorno construido: granjas hidropónicas, invernaderos, instalaciones en azoteas…
  • Granjas que forman parte de edificios y hacen circular los recursos dentro del propio edificio: invernaderos integrados en azoteas
  • Explotaciones integradas en edificios o espacios urbanos que comparten recursos con el vecindario
  • Granjas de interior con condiciones controladas artificialmente: granjas hidropónicas comerciales
  • Granjas comerciales automatizadas que controlan la plantación, gestión de nutrientes y entorno de cultivo

Es decir. Por un lado tenemos pequeñas granjas en ciudades organizadas por la ciudadanía para rescatar espacios abandonados o infrautilizados. Una manera de dar vida al espacio público y darle una utilidad más allá de lo estético. El resultado, alimentos que pueden ser para uso personal o incluso para compartir entre vecinos. Y que pueden formar parte de una comunidad de vecinos, de un restaurante, de un centro educativo o de un organismo público cualquiera.

Luego están los cultivos comerciales. Externos o internos y de diferentes dimensiones. Y que aunque todavía son difíciles de encontrar, cada vez son más rentables. Al formar parte de un entorno totalmente controlado, no dependen de la climatología para su subsistencia. Y se pueden acortar los tiempos de cultivo y maduración para obtener un rendimiento mayor.

Granjas en ciudades sostenibles

Repensando el urbanismo para integrar granjas en ciudades

El urbanismo es el estudio de la vida urbana. Un área de conocimiento que sirve para ordenar las ciudades y facilitar la convivencia entre sus ciudadanos. Si desde hace décadas, las ciudades se han ordenado a partir de los automóviles y algunas se han expandido mediante barrios o urbanizaciones dormitorio, entre otras tendencias, en la actualidad vivimos una revolución hacia lo sostenible. Y, de paso, un intento de colocar a las personas en el centro más allá de los vehículos que conducen, una clara tendencia que podemos observar en numerosas ciudades durante las últimas décadas.

Que las granjas urbanas o en ciudades sean una realidad más allá de una moda pasajera dependerá también de las estrategias de urbanismo de los distintos ayuntamientos y organismos públicos, así como de los gobiernos nacionales e incluso supranacionales. Integrando la agricultura en la ciudad se podrían lograr varios propósitos: ciudades más verdes y acercar los alimentos a sus destinatarios finales.

Para hacerlo posible, en muchos casos se necesita un espacio disponible y tecnología. Para ambas cosas se necesitan ayudas económicas que no siempre están al alcance del agricultor y, además, de una estrecha colaboración pública y privada que permita la culminación de estos proyectos.

En países como Japón o Singapur hace mucho que se trabaja con granjas urbanas como las descritas en este artículo. Lo mismo ocurre en ciudades como París, Detroit o Quebec. A medida que las ciudades se transforman hacia un modelo sostenible libre de automóviles –o con un menor protagonismo de los mismos–, cultivar en granjas en ciudades se convierte en algo posible y libre de los contaminantes actuales.

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