Una de las primeras dudas que tenemos sobre los videojuegos es si ya es el momento de que nuestros hijos e hijas empiecen a jugar a videojuegos y si deben convertirse en una alternativa más dentro de sus opciones de ocio.
Se podría proponer una edad o un videojuego concreto para ello, pero el problema de responder a esta pregunta es que se ponen en juego múltiples variables y en este artículo expondremos las 5 que consideramos más importantes para tomar la decisión.
Variables a tener en cuenta en nuestra decisión
- Edad: Es la variable biológica y también la más objetiva de todas, hay que entender que ciertos sistemas de las niñas y niños no están del todo desarrollados y por lo tanto pueden verse afectados por el uso de videojuegos. Habitualmente se consideran dos franjas importantes a tener en cuenta: los 3 años y los 12 años.
Hasta los 3 años los oftalmólogos recomiendan que las sesiones regulares con pantallas no sean superiores a los 30 minutos seguidos y no más de 1 hora al día, haciendo descansos largos entre sesiones. A partir de los 3 años las sesiones pueden ser de hasta 50 minutos con descansos de mínimo 10 minutos, con un volumen de horas totales acorde a los hábitos familiares. Esto ya lo hablamos en anteriores artículos.
Los 12 años es la edad mínima para el uso continuado de gafas de realidad virtual, antes se pueden hacer pequeñas sesiones, pero muy reguladas y nunca como actividad habitual. - Madurez: Esto es mucho más subjetivo pero muy importante ¿nuestra hija o hijo está preparada para entender que lo que pasa en el videojuego es ficción? No existe edad para esto, hay menores de 5 años que ya tienen desarrollada la capacidad crítica y adultos de 30 que no, así que es muy importante una valoración detenida por parte de madres y padres.
Una confusión habitual es creer que si el videojuego es visualmente realista es más peligroso pero si es tipo cartoon impacta menos. Sin embargo esto no es así, ya que los videojuegos trabajan con el concepto de verosimilitud, no con el de realismo. Esto quiere decir que si algo tiene sentido dentro del juego, se considerará “real” con independencia del apartado gráfico. En el proceso de inmersión cuando nos metemos dentro del juego todo cobra sentido y realidad, aunque desde fuera no lo parezca, independientemente de cómo se vea. - Conocimiento: A partir de este punto las demás variables no tienen que ver con los menores sino con los adultos: ¿cuál es nuestra relación con los videojuegos? ¿Cómo de familiarizados estamos con ellos? Cuanta más información tengamos más empoderados estaremos a la hora de introducir a nuestras niñas y niños.
De cualquier manera, se debe entender que cuando comenzamos este viaje toda la familia debería ser participe y que cuanto más participemos los mayores, mejor podremos predecir y evitar los problemas o conflictos que puedan surgir, así como y explotar todas las potencialidades positivas que tiene esta forma de ocio. - Implementación: Se refiere a la manera en la que vamos a introducirnos de forma práctica al videojuego. Esto se suele subdividir en:
- Plataforma: Principalmente si va a ser portátil o fija y si va a tener limitaciones para poder elegir los videojuegos que el menor puede usar o hay posibilidad de que sea autónomo en ello.
- Localización: ¿Dónde va a jugar? Es un lugar con intimidad o de paso, es el salón o su cuarto, lo va a poder llevar fuera de casa o sólo en el hogar, etc.
- Normativa: La creación de limitaciones de tiempo, franjas, situaciones, etc., y los efectos de incumplirla.
- Participación: Es muy recomendable que los adultos jueguen con los menores, sobre todo en sus primeros pasos en los videojuegos. Esto no sólo crea un control efectivo sobre la actividad, sino que también fortalece la vinculación familiar y fija los videojuegos como una actividad conjunta de inicio, aunque después se convertirá en individual.
Pasar tiempo con adultos y jugar con ellos es uno de los mayores disfrutes de nuestras hijas e hijos y ésta forma de ocio puede ayudar a ello, sobre todo cuando son más mayores. Además, a través del ejemplo que les damos, podemos ayudar a controlar su uso.
Estas son 5 variables importantes pero no las únicas, cada familia es un universo y genera unas dinámicas y situaciones muy concretas que son difíciles de generalizar, por lo que lo más importante es que los adultos se sientan cómodos con la situación.
Otras recomendaciones para la elección
Como último consejo, para empezar con buen pie, es buena idea elegir un videojuego que fuera o sea especial para la madre o padre. Esto tendrá dos efectos paralelos, ya estaremos seguros de lo que va a pasar en pantalla y rememoraremos cómo éramos cuando teníamos la edad de nuestras hijas e hijos y la ilusión que nos hacía usarlos; lo que nos permitirá también empatizar cuando se enfaden porque ya se ha terminado su tiempo de juego.
Pese a que es importante que las madres y padres estén preparadas para ese momento, no lo podemos retrasar para siempre, hay que ser conscientes de que esto se va a producir con casi total seguridad, estemos o no cómodos con ello. Cabe recordar que el 95% de los nacidos en los 80 jugamos a videojuegos de forma regular en nuestra infancia y esto seguramente debe rozar el 100% en las siguientes generaciones. Sí, nuestras hijas e hijos jugarán a videojuegos nos guste o no así que mejor que se inicien de la mejor forma posible y a poder ser con nosotras y nosotros siendo sus primeras guías.
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