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Con el aumento de la capacidad de generación solar, que se estima que alcanzará los 2.000 gigavatios para finales de 2024, surge una pregunta importante: ¿qué ocurre cuando los paneles solares dejan de ser útiles?
Estos dispositivos, fabricados principalmente con silicio, vidrio, metales como el aluminio y el cobre, y otros polímeros, tienen una vida útil aproximada de 30 años. Sin embargo, el destino de los materiales que componen los paneles una vez que se retiran plantea un desafío ambiental significativo.
¿Cuánto dura realmente un panel solar?
La duración estimada de un panel solar es de alrededor de 30 años, pero como explica Garvin Heath, del Laboratorio Nacional de Energías Renovables (NREL, por sus siglas en inglés), esta es sólo una aproximación. Al comienzo de la vida útil de los paneles, algunos fallan debido a defectos de fabricación o instalación, pero después de superar esta fase inicial, solo una pequeña proporción de ellos experimenta problemas. No obstante, conforme se acercan al final de su vida útil, la tasa de fallos aumenta ligeramente, aunque sigue siendo menos del 1%.
El mayor riesgo para los paneles solares es el desgaste causado por las condiciones climáticas, que eventualmente pueden degradar su capacidad de generar electricidad. En ocasiones, los paneles no se dañan de forma significativa, pero su eficiencia disminuye con el tiempo, lo que lleva a muchas granjas solares a retirarlos antes de que dejen de funcionar por completo.
El desafío económico de la eficiencia
Uno de los factores clave que determinan el reemplazo de los paneles solares no es su fallo total, sino la pérdida de eficiencia. Los paneles están diseñados con una serie de capas laminadas que con el tiempo se decoloran debido a la exposición solar, lo que reduce la cantidad de luz que alcanza las células solares y, en consecuencia, la cantidad de energía generada. Para grandes instalaciones solares, donde la máxima eficiencia es crucial, mantener paneles que no generan suficiente electricidad no es económicamente viable.
Los fabricantes suelen ofrecer garantías que aseguran que los paneles mantendrán al menos el 80% de su capacidad de generación durante 30 años. Una vez que esta garantía expira, muchas instalaciones optan por reemplazarlos, aunque sigan funcionando dentro de esos parámetros. De esta forma, se retiran paneles que aún podrían ser útiles, pero que no resultan rentables a largo plazo.
El reto del reciclaje y la reutilización
Actualmente, sólo uno de cada diez paneles solares es reciclado, y el resto termina en vertederos. No existe un sistema estandarizado para rastrear el destino final de los paneles, y en países como Estados Unidos, sólo algunos estados, como Washington, tienen regulaciones que obligan a gestionar adecuadamente estos desechos. Dependiendo de los materiales con los que están fabricados, algunos paneles, especialmente aquellos que contienen metales pesados como plomo o cadmio, deben ser enviados a vertederos especializados para evitar la contaminación del suelo.
En Europa, la Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (WEEE) obliga a las empresas a hacerse cargo del reciclaje de los paneles solares desechados. Aunque esto ayuda a evitar que grandes cantidades de paneles terminen en vertederos, también plantea un dilema: a menudo es más económico reciclar los paneles que reutilizarlos, lo que significa que muchos dispositivos que podrían seguir en funcionamiento son desechados prematuramente.
El reciclaje de paneles solares presenta sus propios desafíos. Existen métodos mecánicos que permiten recuperar el vidrio y los metales, pero estos procedimientos son ineficientes para extraer otros materiales valiosos como el silicio y la plata. Por otro lado, los métodos térmicos y químicos permiten recuperar más materiales, pero son más costosos y complejos. Además, la falta de estandarización en la fabricación de paneles dificulta la tarea de los recicladores, ya que no siempre es posible conocer los componentes exactos de cada panel.
El futuro del reciclaje solar
A pesar de los desafíos actuales, el reciclaje de paneles solares está en sus primeras etapas, y expertos como Matt Burnell, fundador de ReSolar, creen que con el tiempo se encontrarán soluciones más viables. La industria del reciclaje solar está avanzando, pero todavía se enfrenta a obstáculos económicos que dificultan su expansión. Empresas como ROSI Solar en Francia están desarrollando procesos de reciclaje que capturan y reutilizan materiales peligrosos, pero el coste sigue siendo una barrera.
Además, investigaciones recientes, como las del NREL, están explorando nuevas formas de fabricar paneles solares que faciliten su reciclaje. Por ejemplo, se ha propuesto un diseño en el que los paneles se construyen sin adhesivos, utilizando en su lugar capas de vidrio soldadas entre sí. Este diseño podría permitir un reciclaje más sencillo y eficiente en el futuro.
En definitiva, el destino de los paneles solares al final de su vida útil es un problema creciente, y si no se implementan soluciones eficaces para su reciclaje, enfrentaremos una acumulación masiva de residuos.
Imágenes: Unsplash